Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

50

Mau siguió disfrutando del líquido caluroso regado en su pene, le hacían sentir muy satisfecho, entonces empezó a mover sus caderas más fuertemente, rebotando en el vientre pálido de la vampira, pero cuidando de no hacerle daño al bebe ni ser brusco, puso su mano encima de la pierna, sus muslos estaban calientes casi como la respiración de su nariz, pero enseguida, se empezaron a endurecer más, Helena estaba al borde de un orgasmo, Mau albergaba aún muchas ganas de seguir, entonces salió de ella, y se la acaricio con los dedos, hasta que se vino nuevamente. El líquido chorreo por la cama y el jugo del amor hizo un desastre, inmediatamente Mau se hundió con delicadeza hasta probar el ultimo centímetro viscoso y caliente de Helena.

—¡¡Mau Ya!!

Él la miro en un tono algo extraño.

—No me dijiste que querías más.

Ella rio.

Helena sentía que con cada embestida de Mau, se le iba a salir el corazón, una manada de punzadas la penetraban tal como hacia Mau, pero estas eran más peligrosas y letales, albergaban en su corazón sentimientos que explotaban como minas. Y con solo presionar una. ¡¡¡Boom!!! A la mierda todo, se sentía tan amada y querida, y a la vez como una simple ramera, aunque tampoco se negaba que era divertido, pero Mau desde el principio le había echo el amor, con ferocidad dejando plasmados aquellas sentimientos recíprocos propios e inexpugnables en el tiempo,  no es que el lobo la amara solo por un acto sexual pleno, si no que era su forma de dar las gracias por entregarle su amor, Helena se aferró a la espalda musculosa de Mau y luego lo empujo más contra su cuerpo.

—Quiero sentirte más adentro Mau.—el lobo tomo un cariz más hambriento.

—Nada me gusta más en este mundo.

Mau empezó a embestir con gran fuerza, llegando hasta lugares bifurcados y desconocidos, tan desconocidos que nunca pensó descubrirlos.

—Me encantas vampira.

Helena gimió de placer.

—A mí también hombre lobo.

Y caperucita entendió desde ese día, que a veces jugar con el lobo, no significaba que se la iba a comer en pedazos, si no que la comería entre sus brazos.

—Pero no se me olvida aun la posición que me prometiste, tramposa. ¿En dónde está?—Ella frunció el ceño.

—¡Sepárate!—Ordeno propiamente de una duquesa.

—¿Porque?

—Hazlo.

Mau inmediatamente lo hizo, y quedo sentado en la cama, mientras Helena se daba vuelta y alzaba su trasero para dejarlo ondeando al aire. La vampira puso una almohada debajo de su estómago para recostarse, y las rodillas las flexiono todo lo que pudo.

Mau apenas podía contener el aliento.

—Sé que es lo que más has deseado desde hace tiempo… entonces ven devórame lobo feroz.

Mau de un salto, se introdujo en ella, cuidando de no ser brusco y luego disfruto recorrer el interior de su amada de afuera adentro, viendo como su trasero regordete rebotaba, y el cabello tan castaño como una nuez quedaba esparcido por toda la cama, viendo dos leves puntos en su cintura, y contemplando una espada tan delicada y suave que recorrería con la lengua cuando viera necesario.

—¡Gracias Helena!

Ella gimió en respuesta, y dejo que su cara más inmoral se viera desfigurarse por los actos lujuriosos e inmorales que albergaban su corazón.

Ella subió sus manos hasta los barrotes de la cama y se quedó allí, disfrutando de cómo era devorada por un hambriento lobo.

Mau separo un poco más las piernas de Helena, estas estaban ya empapadas en sudor, y también contraídas en un calor tan puro que la hacía divagar.

Le encantaba ser puesta en esa posición de ramera, aunque tenía su morbo, también era placentera, podía sentir como perfectamente el miembro de Mau, se insertaba hasta el ombligo y regresaba hasta el inicio, haciéndole sentir un cosquilleo por fuera de su vientre, sin descartar las manos y piernas duras de su lobo, quien la tocaban constantemente, y deseaba que siguiera así, porque le quería para el resto de la vida.

—Helena te amo, nunca nadie me dio una cosa semejante.

<<Y será más mi lobo>>

Helena junto un poco más las piernas aunque Mau no se lo permitiese, y luego apretó su interior húmedo, para luego hacer que la entrada fuera más difícil, Mau aunque jadeo, no le importó y siguió envistiendo, siguió disfrutando del sabor insano de su vampira, echa del pecado, para pecar.

A dios a masturbarse los días de veranos, para el próximo la playa era lo único salado que olería en sus manos, y cando estuviera con Helena. Le iba a demostrar que era un hombre lobo de verdad.

—Mau me vengo.

Inevitablemente la vampira consumida por el deseo y cosquilleo de su interior, froto suavemente el vientre con su mano, y se dejó ir nuevamente, emitiendo un gemido tan hermoso, que podía sonar como la ópera en los castillos, Mau se corrió casi al mismo tiempo,  descargo unas buenas gotas de su felicidad en Helena, seguido del orgasmo de su vida, desfigurando su rostro por completo, y tensando su cuerpo hasta niveles que nunca antes pensó en ver, respirando con la boca y jadeando constantemente dejo caer a su novia en el colchón y el se lanzó con los brazos extendidos.




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