De zánganos debía haber casi el mismo número o un poco menos, pero todos estaban residenciados allí, mientras no causaran daño a otra raza y cumplieran con sus trabajos.
Las bases de la ciudad.
Toco la puerta de aquella casa tan negra y deprimente, la bruja que era una muchacha de como veinte años abrió la puerta. Portadora de buenos pechos generosos y voluminosos, invito a pasar al presidente, el interior de la casa, usaba algo parecido a un kimono, la chica era linda y tierna, aunque nunca se le cruzo por la mente traicionar a su vampira, luego una anciana ya mayor, como de sesenta años, bajo con un bolso negro en sus manos, saludo al presidente como era debido y sirvió en la mesa de centro una taza con café en ella, Mau agradeció el gesto. Fue al grano y pidió su arco, y la mujer desvelo el arma que yacía apunto de despertar bajo aquellos trapos negros. Era un arco de lo que parecía ser hierro, pero Mau olfateo, no lo era, era de acero, debía pesar, tenía como un metro treinta de diámetro, Mau acerco una mano para tocarlo, inmediatamente un dibujo emano del agarradero, en donde se encontraba dibujado un rayo, Mau vocifero sorprendido. Luego aparto la mano y lo volvió a acercar. Pronto la mujer le enseño a usarlo, y también le explico que debía invocarlo cada vez que deseara usarlo, también le dijo las palabras que debía recitar, y que cuando la cuerda se tensara un rayo de color negro saldría disparado con velocidad y fuerza temeraria.
Mau agradeció con adelanto y luego pago lo debido a la señora.
Saliendo de la casa tan fúnebre entonces se aventuró al bosque para probar su nueva arma.
Apunto a un árbol, ya estaba lejos de la ciudad, la vista aunque un poco borrosa podía precisar el objetivo, apunto con fuerza, como si fuese una presa. Luego respiro y dejo salir, tenso la cuerda, enseguida la energía era trasmitida de su cuerpo al arco, ya se sentía un poco cansado, era un arma bastante consumidora de mana, luego dejo que el arco hiciera el resto y soltó la cuerda.
Un ruido parecido al de un trueno se escuchó, un rayo negro recorrió en segundos la distancia entre él y el árbol, y para cuando los guardias se dieron cuenta el árbol ya estaba en llamas.
Ellos corrieron a apagarlo antes de que se fuera a convertir en un incendio.
—¡Es peligroso!—Se dijo a sí mismo.
Luego los hombres volvieron aplaudiendo la hazaña del jefe.
—Vamos regresemos.
Mau fue explícito para salir de allí.
Se encontró con Helena posteriormente al tiro de práctica, su arco se disolvió en el aire, Mau entendió que aquello sucedía cuando no se encontraba en disposición para no usarlo, las asombrosas formas que la magia tenia para sorprenderlos calaba en su mente como un tabaco, generalmente nunca pensó que usaría otra arma que no fuera una extensión de su cuerpo, como lo era sus garras.
Camino por dos cuadras, ahora pensaba en que le diría a Helena, no quería levantar sospechas con los dos guardias escoltándolo.
Mau se acercó rápidamente a ellos y dio algunas órdenes para que no lo interrumpieran al lado de su amada, pero también que se mantuvieran alejados, lo suficiente para que ella no se enterara de lo que estaba pasando, prontamente siguió caminando y se dejó atrás a los caballeros, se sentía tan obstinante saber que le estaban siguiendo todo el tiempo, Helena esperaba vestida con una mini falda y también una camiseta de moda, botas de cuero altas, y una coleta en su hermosa cabellera.
Al verlo ella le brindo una sonrisa hermosa, tan hermosa que apenas se podía mover, el lobo estaba completamente absorto en su belleza vampírica. Propiamente dicho. Él se acercó lentamente hasta que le dio un abrazo caliente y apasionado.
—¡Te extrañe!—No había ni siquiera entablado una conversación y ahora ya lo estaba hacer sentir mejor, su voz era una canción tranquilizante para su cuerpo. Le encantaba Helena.
Mau intensifico el abrazo, hasta sentir los pechos blandos y generosos en su torso, haciendo que su pene sufriera una erección inminente. Luego tomo su boca en un apasionado beso, mordió con suavidad los labios de la vampira, hermosa y flamante. Mientras su interior llameaba en deseo; subirle la falda, manosear sus piernas largas estiradas y cilíndricas y luego… que pasara lo que tenía que pasar.
—Yo también te extrañe mucho.—Luego bajo su mano cuidadosamente hasta su barriga y después se agacho para escuchar el pequeño palpitar de su hijo— y también a mi hijo.
A Helena se le partió el corazón, amaba que hiciera eso, tan romántico en medio de muchas personas, en medio de la plaza central, una pequeña pincelada de vergüenza le embargaba en corazón, pero su rostro brillaba en felicidad, combinados con los últimos rayos del sol crepuscular a punto de ocultarse hasta la mañana. Y para ella significaba mucho.
—¡Ay! ¡Mau!
—Schhh déjame ser.
Ella sostuvo la cabeza de Mau, le gustaba sentirlo tan cerca y también tan caluroso, le encantaba como las cosas tomaban un cariz muy romántico, luego el lobo se levantó, sacándole muchos centímetros de altura, Mau era un lobo enorme, pero también el más guapo y viril que vio nunca, le gustaba como le hacia el amor, porque lo hacía con tanta pasión que la elevaba al cielo sin necesidad de sus poderes.
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Editado: 27.09.2020