Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

57

 

Frente a frente, los ojos de Helena brillaban en su azul más bello y claro, casi diáfanos, pero hermosos, Mau sostenía sus manos con cariño, y fervor, aun no se lo podía creer, ella y Mau se estaban casando, había sido un castigo esperar a que su vampira llegara casi impoluta y que con gracia hacia el templo, cuando la vio con aquel vestido blanco con tantas decoraciones, su corazón casi explotaba, esta noche, le haría el amor una diez veces, estaba tan hermosa con ese vestido, que casi no podía contenerse, sus manos estaban juntadas por un hilo rojo, casi roto, era una forma significativa de dar a entender que estaban unidos por el destino, cuando el sacerdote, —Quien era una bruja— diera la señal correspondiente, serian para siempre uno.

El miraba de reojo.

Sabía que las cosas no iban a ser fáciles con un asesino detrás de sus razas, pero Vladimir ya había traído a sus refuerzos, afuera aguardaban seis dragones gigantescos, se encargaban de la seguridad, no porque no pudieran tomar una forma de humano, a ellos le encantaba estar en una forma de dragón, les hacía ver más poderosos, y lo eran, ese Nefelim no podía acercarse si quiera, lo iban a rostizar. Ahora lo único que quedaba era esperar que el crepúsculo se diera en las montañas, la unión estaría completa, mientras pasaba eso, Mau leyó sus votos, su fidelidad, su deseo, pasión, corazón y hasta su vida.

Helena casi lloraba con las palabras tan bien pronunciadas y cuidadosas de su esposo, o casi esposo, casi lloraba al oírlo mencionar lo que su clan decía para tomar a una esposa, Uki había ayudado un poco en la ceremonia, Helena estaba tan emocionada como angustiada, quería que todo el día terminara bien, porque en su pecho tenía un presentimiento que calaba hondamente, esperaba que ninguna cosa inmoral e infame estuviera al asecho tras el templo, afuera de las seguras fronteras del país. Podía ver como Mau estaba igual de contento que ella, sus ojos casi llorando, sus manos algo sudorosas y temblorosas, sin embargo se veía elegante y hasta parecía un vampiro, en vez de un hombre lobo.

Mau estaba tan lleno de júbilo, que desvariaba entre sus sentimientos, su olfato olía miles de emociones alrededor, pero la única que le importaba era la de Helena, quien olía a felicidad, y en ocasiones a miedo, supuso que eran los nervios de estar en aquella situación tan importante, volvió su mirada a donde estaba Uki protegiendo  a su hijo, él estaba tranquilo, dormitando en los brazos de su madrina, tener una familia se sentía tan bien, que era como sonreír en un día que ha sido pésimo. Mau trato de conectar la mirada con Víctor mientras la bruja daba la última parte de la ceremonia de matrimonio, estaba tan incómodo con su traje que si no fuera porque la gente lo juzgaría, se lo iba a quitar de un jalón. Cuando encontró a Víctor parado detrás suyo, este le dio una señal alzando su pulgar en un puño cerrado, solamente era una señal para estar tranquilo, lo menos que quería era estresar a Mau, era uno de los padrinos, velaría porque todo saliera bien.

Los generales hacían galardón en la primera fila, Vladimir estaba en la fila izquierda en una banca solitaria, pero hacia acto de presencia, con una elegancia propia de una general, los dragones afuera esperaban la salida de su presidente para adornar el cielo con fuegos artificiales.

En total había como diez razas que estaban haciendo bululú en el templo, se chismoseaban cosas a los oídos y eran mandados a callar por los soldados presentes, pero la ceremonia trascurría con normalidad, Hasta Alexander D. estaba en una de las sillas adyacentes.

De su bolsillo saco una daga de buen tamaño y su brillo centelleo, llenando la sala oscura con un resplandor, con los últimos rayos de luz solar daba paso a la desolación.

Víctor al verlo turbado bajo del podio en segundos para ponerse a un lado de él, paso varias filas de gente hasta llegar a donde él estaba, con su mirada fija en la daga, desde hace tiempo que sospechaba algunas cosas de Alexander D. que ojala fueran mentiras.

Darius jugueteo con la daga, la lanzo al cielo con suavidad y con poca altura, para luego tomarla nuevamente entre sus manos con gran agilidad. Víctor frunció el ceño.

—Hasta la flor más bella se marchita.

Las palabras que alguna vez había dicho Vanesa llegaron a su mente, en ese momento se dio cuenta de todo, Víctor conoció al Nefelim, Vanesa en varias oportunidades hablo acerca de su chico, pero nunca pensó que fuera él.

—Murió en mis brazos y no pude hacer nada.

Paso una mano por sus cabellos.

—Víctor gracias.

El asintió con la cabeza.

—Gracias por ser un amigo durante este tiempo, pero tengo que matarte.

Víctor respiro Hondo.

—Creo que es lo indicado.—Musito el lobo— fuimos los responsables de la muerte de Vanesa.—Víctor bajo su cabeza hasta fijar su mirada en sus botas, pusilánime y pensativo se quedó parado allí hasta que el Nefelim se dignaba en decir alguna palabra.

Darius apretó los nudillos en su rodilla, aferrándose fuertemente a su pantalón, aunque debía hacerlo, estaba tambaleante, solamente quería estar en una situación menos complicada, si fueran otros lobos ya los hubiera matado, pero eran los únicos que le habían hecho sentir vivo por poco tiempo y hasta le gustaba la ciudad de la libertad, sin embargo nada de eso cambiaba el dolor de recordar a su amada Vanesa sacrificándose por ellos, por defender el bosque, por defenderlos a todos.




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