Noches de luna llena: sed de sangre y venganza

El plan de Ivantie

En casa de Nicoleta, Viorica y Velkan alertaron sobre el extraño viajero que buscaba a su madre. Ivantie, esposo de Nicoleta, sentía curiosidad por saber quién era el visitante y por qué buscaba a su mujer. Nicoleta, por su parte, se encerró en su habitación desde que regresaron a casa, permaneciendo allí durante horas. 

El miedo de ser descubierta la dominaba, pensaba que Ivantie la dejaría en la calle como hicieron sus padres al descubrir su embarazo. Así que, debía pensar en algo para evitar repetir su historia. Fue entonces cuando tuvo una idea, mentir nuevamente para salvar su pellejo y no perder la fortuna que poseía en ese entonces junto a su esposo e hijos. 

Nicoleta negaba descaradamente conocer a Paul, actuaba como una profesional de la mentira mientras sostenía aquella falsedad. Tanto así, que terminó convenciendo a sus hijos, pero su esposo dudaba de la mujer. Fue entonces que el hombre planeó seguir el rastro de Paul a partir del día siguiente, con el propósito de descubrir quién era y por qué buscaba a Nicoleta con tanta exasperación. 

Por su parte, Paul ignoraba lo que ocurría al interior de la casa de su madre. Solo pensaba en tratar de acercarse a ella y al menos saludarla. Anhelaba escuchar su voz, esa que no recordaba ya que fue abandonado a muy temprana edad el bosque. Pese a su enojo; el joven no sentía rencor hacia Nicoleta. Por el contrario, deseaba con fervor poder compartir aunque fuese medio día con ella y obtener (de la mejor manera) respuestas sobre la toma de aquella decisión. 

Paul se las ingeniaba para poder acercarse a su madre, todo lo contrario al esposo de la mujer. Ivantie tenía planeado perseguir a Paul hasta hallar la oportunidad de sacarle la verdad y luego arrebatarle la vida en caso de confirmar su sospecha. 

Por la actitud de Nicoleta, el sujeto llegó a pensar que aquel muchacho era su hijo. Así que, para llevar a cabo su plan, le pidió a su primogénito que lo ayudara a seguir el rastro del viajero sin que Nicoleta lo notase. Velkan aceptó ayudar a Ivantie, pues él también comenzaba a sospechar de que su madre les mentía sobre el extraño visitante del pueblo. 

Ambos tenían planeado salir al anochecer, completamente ignorantes del oscuro secreto de Paul. Ambos no eran conscientes de que pasaban por noches de luna llena, y que esas eran las noches en las que Paul y su padre perdían el control de sus mentes y cuerpos, causando muertes a su paso. 

Mientras la noche caía lenta y tranquila sobre Transilvania, los habitantes del lugar se resguardaban al interior de sus hogares, temerosos del peligro que acechaba en las calles. Paul se ocultó entre las ramas de un frondoso árbol huyendo de su padre, quien para el joven, tal vez ya se había transformado. 

«Debo hacer algo», pensó el condenado, sintiendo el deseo de bajar del árbol e ir en busca de su padre. «Tengo que evitar de recorra las calles y quizá lo asesinen», pensó una vez más y sin dudarlo, bajó del árbol y comenzó a correr hacia la salida de Transilvania. 

Paul no se percató de que Ivantie y Velkan lo observaban desde la distancia. Siguió su camino lo más sigiloso posible, evitando ser visto por las personas de sus hogares, siempre dando sus pasos por la oscuridad del camino. Así se mantuvo hasta llegar a los límites con los Cárpatos, en donde tal y como esperaba, divisó a su padre convertido en una bestia deambulando a lo lejos. 

Paul cometió el error de exponerse a la luna, por lo que también sufrió su típica y cruelmente dolorosa transformación. Ivantie y Velkan habían llegado demasiado tarde aquella noche, y en cuanto se percataron de las dos enormes bestias rondando en aquel lugar, emprendieron la huída despavoridos, pero sin emitir sonido alguno. 

Al llegar a su enorme morada, ambos se miraron a los ojos como si intentaran encontrar una respuesta. Anonadados, paralizados ante el temor, rígidos no solo por la intensa frialdad de la oscura noche de Rumania, los curiosos transilvanos no podía hablar por mucho que intentaban hacerlo. 

—Entonces esas temibles bestias sí son reales —comentó Velkan, cuando al fin pudo hablar. —¿Crees que devoraron a ese extraño viajero? No lo ví por ninguna parte. 

—Es lo más probable, pero lo extraño es que no había rastros de sangre en el camino. Hay algo que no me convence mucho de ese joven. 

Viorica se hallaba de pie en las escaleras escuchando lo que padre y hermano mayor conversaban. —¿Divisaron a esos hombres lobo de los que tanto se ha hablado en estas tierras? 

A lo que Velkan respondió —Así es. Son enormes y se les veía muy enfadadas. 

—Suban a sus habitaciones y no salgan hasta el amanecer. —ordenó Ivantie mientras se dirigía a las escaleras dispuesto a resguardarse en su habitación junto a Nicoleta. 

Viorica y Velkan obedecieron a su padre, ambos se encerraron en sus aposentos y no volvieron a salir hasta no ver el primer rayo de sol en las calles de Transilvania. Mientras que, Nicoleta e Ivantie permanecían juntos en su cama sin pronunciar una sola palabra. 

Nicoleta sentía un miedo incomparable de lo que podía pasar si su esposo se enteraba de la verdad, no sabiendo que ya el hombre junto a ella sospechaba sobremanera. Solo era cuestión de confirmar que su corazonada era cierta. 

 




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