Noches de luna llena: sed de sangre y venganza

El terror de Transilvania

Al caer la noche, los transilvanos salieron a las calles a celebrar la muerte de los que ellos consideraban monstruos infernales, hijos bastardos de la luna. A pesar de que Transilvania estaba dividida en diferentes clases sociales, todos tenían el mismo motivo para celebrar esa noche. 

Evidentemente, la familia de Nicoleta no se quedaría atrás. La familia organizó un elegante baile en su mansión e invitaron a muchas personas, entre esas a los Dragomir-Sigmaringen. Los padres de Nicoleta estaban disgustados por la actitud de su hija con Paul. Mientras que sus hermanos mayores no podían creer lo que ella hacía a pesar de saber que Velkan ocasionó lo que sin duda sería una enorme perdición para ella. 

A la vanidosa mujer no le importaba nada, todo el tiempo pareció fingir que por un momento llegó a sentir un poco de empatía por Razvan y por Paul. Nicoleta sentía que con la muerte de Razvan, ella viviría más tranquila y que tendría su futuro completamente asegurado junto a su esposo. 

Mientras ella bailaba y disfrutaba del festejo de aquella noche, Paul se aproximaba a la mansión escabulléndose entre las sombras para no alertar a los habitantes de Transilvania. Estaba cegado por la ira y su sed de venganza era incomparable. Quería acabar con Velkan por haberle arrebatado a su padre. 

Al llegar al lugar, Paul pudo ingresar a la mansión escalando un frondoso árbol junto a un balcón. El joven observó la habitación e intuyó que era de su hermana Viorica. Con mucha delicadeza posó sus pies en el piso mientras se aseguraba de no ser visto por quienes festejaban cerca de la mansión. 

«¿Cuál será la habitación de ese infeliz?» pensó, y a paso lento se acercó a la puerta para salir de la recámara e ir en busca de la habitación de Velkan. 

Cuando estaba por abrir la puerta, sintió que alguien se aproximaba por el pasillo. Era Viorica junto a una amiga, quienes reían a carcajadas por el acto de Velkan. Paul se ocultó debajo de la cama y segundos después Viorica entró a la habitación. La amiga de la joven permaneció afuera, pero se espantó y huyó, pues la joven logró ver la mano de Paul debajo de la cama.  Viorica corrió detrás de la chica, pero ella no quería hablar por temor a ser humillada en público como una loca. 

Paul salió rápidamente de la habitación y se ocultó en otra. Por la forma en que estaba decorada y organizada, el intruso pudo notar que era la habitación de Nicoleta y su esposo. El condenado se tomó el atrevimiento de revisar el escaparate e inspeccionar los cajones para conocer un poco más de su madre. Olfateaba la habitación como si se tratara de un perro al acecho, quería encontrar un punto débil en ella para lograr hacerla sufrir. 

—Tú también pagarás por el mal que me causaste, madre. —balbuceó. Sin pensarlo, Paul salió de la habitación y entró a la que estaba buscando. —¡Por fin! He llegado a donde quería llegar. 

Paul sintió celos al ver la vida privilegiada de su hermano, pensó que él también podía llevar un estilo de vida similar de no ser por su maldición de luna llena y el abandono de su madre. En un acto de ira desenfrenada, Paul comenzó a destrozar las cosas de Velkan mientras que el joven se divertía en el salón con los demás entre risas y música instrumental. 

Cuando Paul vio toda la habitación destrozada, se ubicó en el balcón a observar a los demás bailar en la calle. Su enojo era cada vez más grande, sabía que celebraban la muerte de su padre y del resto de sus amigos. Estando allí, comenzó a retorcerse del dolor debido a su transformación. 

Velkan entró a la habitación cuando Paul estaba a la mitad, anonadado y despavorido veía a su hermano gemir de dolor mientras su cuerpo se convertía en el de una enorme bestia peluda, de ojos amarillos y dientes afilados. Pero quedó paralizado por completo cuando escuchó a su hermano decirle “Buenas noches, hermanito”. 

Velkan no podía moverse, para su infortunio el cuerpo no le respondía y eso lo aterraba todavía más. Esa noche, el joven fue víctima de la furia de Paul quien convertido por completo devoró a su propio hermano sin piedad. Desgarró su carne causando un dolor intenso y un sufrimiento inhumano en Velkan. 

Las cuatro paredes de la habitación del joven fueron testigos de cómo la bestia saciaba su hambre con las vísceras de su hermano sin compasión. Parecía estar y no consciente de sus actos a la vez. Cuando finalmente quedó satisfecho, saltó por la ventana asustando al grupo de transilvanos que bailaba cerca de la mansión. Corrió como el viento hasta perderse en la oscuridad de la noche. 

Los invitados de Ivantie y Nicoleta quedaron horrorizados al enterarse de la muerte del joven Velkan. Viorica por su parte comprendió el por qué su amiga corrió despavorida de la habitación. 

—Pude ser yo, pudo haberme devorado a mí. —comentó entre sollozos, sintiendo una enorme tristeza por la cruel pérdida de su hermano mayor. 

Ivantie sabía que el responsable de aquel acto atroz había sido el hijo de Nicoleta. Por lo que no dudó en tomar justicia por mano propia. Finalmente había decidido ir a buscarlo como lo pensó días atrás para asesinarlo y traerle tranquilidad a coterráneos. Para evitar que Paul devorara a su hija, Ivantie envió a Viorica a la casa de una campesina. 

Viorica pasó los siguientes dos días en casa de Mihaela, misma mujer que dió posada a Paul semanas atrás. El viajero evitaba transitar por ese sector, no quería hacerle daño a la joven, de todos modos ella jamás le hizo daño y lo ayudó en un momento difícil para él. 




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