El tiempo y el dolor tienen algo en común. Son los únicos hijos de puta que te hacen cambiar sin preguntar. Como cuando de chico te quemaste con esa tetera que juraste estaba fría, o cuando por fin entendiste que comer tierra no era tan divertido como parecía en el jardín.
Pero después llegó él, ese invitado no deseado a esta fiesta de mierda:El Trauma. Ese maestro de ceremonias que te susurra"No, nene, esto no es normal" cuando ya es demasiado tarde.
Como cuando te diste cuenta que no todos los padres se divorcian para convertirse en comentaristas deportivos de sus propios fracasos. "Tu padre es un...", "tu madre debería..."... y vos ahí, con siete años, haciendo de árbitro con las manos manchadas de chocolate derretido y el corazón partido en tres.
O ese día en la escuela cuando la maestra te reventó el lápiz en la cabeza por no saberte las tablas. "Es para que aprendas", dijo. Y aprendí,y sí. Aprendiste que el mundo premia a los que callan y castiga a los que se equivocan.
Así que te especializaste en el arte de la multiplicación patológica:
- En casa de mamá:El niño perfecto que ordena la alacena por orden alfabético y sonríe aunque le duela.
- En casa de papá:El pibe forro y vago que no hace nada por nadie."Porque total, ¿para qué?".
- En el espejo:El extraño que todavía no sabe qué cara poner cuando le preguntan "¿y tus viejos?".
- El nocturno:Ese que se paraliza ante un abrazo y piensa "¿qué versión mía debería actuar ahora?"... porque entre tantos clones, ya no sabe si el "verdadero yo" es solo otro personaje inventado para no morir.
Y así, entre versiones de vos mismo, el tiempo pasó. Pero las cicatrices...ah,esas si quedaron. No son medallas. Son mapas de guerra que solo los demás soldados rotos saben leer.
Por eso, si estás leyendo esto mientras asentís como muñeco cabezón, dejá el libro un segundo y hacé esto:
1. Preparate un mate(amargo, como tu vida).
2. Mirate al espejo.
3. Decile al pelotudo que ves reflejado:"No sos raro. Sos un maldito sobreviviente de un polvo accidental entre tus viejos.Y encima con mejor sentido del humor que el 90% de los pelotudos que te juzgan.