En septiembre de 2016, Rebecca Brown había ido junto con su amiga, Elizabeth Davis, a pasar el fin de semana junto a unos viejos amigos en la ciudad donde había crecido. Cuando estaban por regresar a casa, al atardecer del día domingo, se detuvieron frente a un parque, cerca de las afueras de la ciudad, porque algo había llamado la atención de Elizabeth.
Había una mujer que paseaba de una forma extraña en el parque. El lugar estaba vacío y la mujer parecía estar en problemas y necesitar ayuda. Rebecca y Elizabeth se bajaron del auto y acudieron a donde estaba la mujer. Esta se presentó como Katherine White y preguntó a las jóvenes si habían visto a una niña de alrededor de siete años por la zona. Las muchachas no habían visto a nadie y no pudieron ayudar a la mujer, que parecía bastante angustiada.
Al parecer, Sally, la pequeña hija de Katherine había desaparecido unos días atrás y la mujer estaba desesperada en su búsqueda. La policía no había podido encontrar pistas de su paradero y la madre temía lo peor.
Empezaba a oscurecer y las jovencitas debían marcharse, pero Rebecca, que solía ser muy sentimental, no quería dejar sola allí a aquella pobre mujer, sobre todo cuando se acercaba la noche. Se ofreció a llevarla a donde necesitara ir, pero la mujer se empeñaba en seguir buscando.
Sabiendo que su amiga no desistiría en su deseo de ayudar, Elizabeth convenció a la mujer de que les permitiera llevarla a su casa, puesto que los caminos eran aún más solitarios de noche. Ante la insistencia, Katherine accedió. Les indicó a las jovencitas que vivía en un pueblo a tres kilómetros de allí. El lugar les quedaba de camino a ellas, por lo que llevarla no representaría problema. Todas subieron al auto y atravesaron el puente que daba el acceso a la ciudad a través de un río. Dejaron a Katherine frente a su casa. La mujer lucía aún muy angustiada, pero Rebecca trató de darle esperanzas, seguramente su hija aparecería pronto.
Las dos amigas se marcharon y se olvidaron del tema, hasta que, días más tarde, empezaron a ocurrir cosas extrañas. Rebecca había ido de compras al supermercado al salir de su trabajo. Era tarde y empezaba a oscurecer, pero mientras pagaba en caja, le pareció ver a Katherine junto a su auto, en el estacionamiento del supermercado.
Estaba algo lejos y había muchos autos y personas, pero estaba segura de reconocer a Katherine, sin embargo, al salir, no la vio por ninguna parte. Volvió a su casa esa noche y le escribió a Elizabeth para comentarle que le pareció haber visto a Katherine. La sorpresa las invadió a ambas, cuando Elizabeth confesó haberla visto paseando en el centro comercial. Intentó ir hacia ella, pero cuando lo hizo, no la encontró.
Elizabeth no pensaba comentarle nada a Rebecca, pues no quería recordarle lo de aquella mujer y la desaparición de la niña, pero ya que su amiga también la había visto, las cosas se ponían un tanto curiosas. Algunos días después, Elizabeth volvió a sorprender a Rebecca al enviarle un enlace a un sitio de noticias donde se confirmaba la muerte de la pequeña Sally White, la hija de Katherine. Según el informe, la policía la había encontrado río abajo, cerca del puente que las jóvenes habían cruzado para llegar a la ciudad. Estaba en avanzado estado de descomposición por lo que fueron necesarias pruebas de ADN para confirmar su identidad.
Rebecca se sintió muy mal al leer aquella noticia y convenció a Elizabeth de ir al pueblo para acompañar a Katherine. Ese mismo fin de semana, las jóvenes partieron hacia allá. Fueron a la dirección donde hacía casi dos semanas habían dejado a Katherine. Tocaron a la puerta y fueron recibidas por un hombre de aspecto muy triste. Ellas dijeron ser amigas de Katherine y explicaron que se habían enterado de la muerte de Sally y habían venido a acompañar.
El hombre, que se presentó como Dylan White, el esposo de Katherine, las invitó a entrar. Sin duda eran momentos muy difíciles para él y ellas no dudaron que la compañía le sentaría bien. Sin embargo, luego de un rato, notaron la ausencia de Katherine y al consultar con Dylan, él pareció extrañado. Katherine había muerto hacía casi tres semanas, tan solo dos días después de la desaparición de Sally.
Ante semejante noticia, las chicas se quedaron heladas, un fuerte escalofrío recorrió sus cuerpos y Elizabeth comenzó a temblar. Rebecca tenía una fuerte impresión y se sentía angustiada, ellas le explicaron a Dylan lo ocurrido, que habían encontrado a Katherine en el parque y la habían traído a casa. Él también estaba impresionado, lo que ellas le decían era imposible, su esposa había muerto al atardecer, dos días después de la desaparición de su hija, al caer por el puente mientras se realizaba la búsqueda. Los paramédicos y el personal de búsqueda intentó auxiliarla, pero el golpe de la caída fue fatal. Las chicas no podían entenderlo y Dylan tampoco consideraba que fuera una especie de broma, ninguna de las partes parecía estar mintiendo, pero no había forma de que los hechos concordaran.
Finalmente, antes de marcharse, Rebecca vio un cuadro en una mesa, cerca de la puerta. Se podía ver a una sonriente Katherine, muy distinta de la mujer angustiada que ellas conocieron, que abrazaba a una pequeña niña de cabello castaño, coletas y vestido de flores. Dylan confirmó que eran Katherine y la pequeña Sally.
Dejaron al desolado hombre aún sin entender muy bien lo que había ocurrido. Si Katherine había muerto hacía tanto, no podían haberla encontrado en el parque, mucho menos podían haberla visto en el supermercado o en el centro comercial.