Nidia, 1998
Escuché la voz de mi esposa diciéndome por tercera vez que no deje ninguna silla dentro de la habitación. «Los muertos se sientan sobre las sillas que encuentran en las habitaciones», me dijo. Yo que no creo en ese tipo de cosas no le respondí y sólo me limité a pensar. «¿Los muertos se sientan sobre las sillas? No tendrán algo mejor que inventar». Así que molesto y, un poco para llevarle la contraria sobre aquellas supersticiones a mi esposa, dejé la silla cerca de la cama. Fui un momento a la cocina a tomar agua y regresé a la cama después de un instante, miré la silla que estaba en el rincón y luego me acosté, apagué las luces y me dormí plácidamente. Después de la medianoche sentí calor, sofocación, di algunas vueltas sobre la cama porque me dolió el pecho de una manera fuerte e incontrolable, y, después de un momento, todo fue diferente para mí. Miré a mi alrededor y cuando me di cuenta me encontré flotando en la habitación, así que me espanté al ver que mi cuerpo estaba sobre la cama, me sobresalté y quise regresar a mi cuerpo, pero fue imposible, de pronto sentí que me elevaba más por sobre el techo de la casa, entonces, miré hacia donde estaba la silla y en seguida el horror se apoderó de mí cuando vi sentado en la silla a un ser demoniaco y amorfo que me miraba fijamente desde el rincón de la habitación.
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Editado: 14.12.2024