Fowleder, 1968
Steven salió de su casa y caminó hasta la estación de policía, y mientras caminaba no podía creer en lo que había hecho, le temblaban las manos, y de pronto sintió un fuerte dolor de cabeza y una náusea inesperada le hizo pensar en que debía sentarse un momento, pero siguió caminando a pesar de todo hasta que llegó a la estación de policía, ingresó y habló con el primer policía que encontró.
-Acabo de asesinar a mi madre y a mi hermana -dijo Steven al policía mientras le mostraba sus manos.
Pasó un instante y llegaron otros policías que fueron llamados inmediatamente hasta donde estaba Steven parado y temblando, y luego de unos minutos de preguntas y algunas anotaciones, un policía le puso unas esposas. Luego subieron a una patrulla y se dirigieron a la dirección que Steven les había dado.
Mientras iba en la patrulla esposado, Steven recordó con terror cómo habían quedado de ensangrentados los cuerpos de su madre y de su hermana, les había clavado más de cincuenta puñaladas a cada una porque sólo de esta manera había podido sacar toda aquella rabia que llevaba dentro de él. Luego les había cortado la cabeza a cada una y las había puesto encima de la parrilla de asados, las miró por un instante y luego les dio puñaladas en los ojos hasta que las cabezas quedaron irreconocibles, cansado se había sentado en el suelo, respiró, sintió paz, una paz que no sentía hace ya mucho tiempo.
Cinco minutos después llegaron a la casa, bajaron a Steven y entraron por una puerta que rechinó al abrirse.
-¿Dónde están los cuerpos? -preguntó el oficial.
-Atrás, en el jardín -contestó Steven mientras era sujetado por uno de los tres policías.
Los otros dos policías fueron hasta el patio y regresaron después de unos minutos mientras que en sus rostros se podía observar una clara expresión de confusión, y justo en el instante en que los dos policías iban a hablar, por la puerta principal ingresaron dos mujeres. Las mujeres vieron que Steven estaba esposado, entonces, en un arranque de locura le preguntaron a Steven lo que estaba sucediendo.
Steven miró a las mujeres muy confundido, su boca se abrió en una expresión de asombro, quiso responder algo, pero pálido de miedo no pudo pronunciar palabra alguna. Los policías miraron a las mujeres y luego sostuvieron la mirada en Steven.
El policía más alto y que estaba al mando, preguntó a las mujeres mientras leía en la libreta en donde había hecho las anotaciones.
-¿Usted es la señora Debra Olsen?
-Sí -respondió la mujer de rostro recio.
-¿Y usted es Janis Olsen?
-Sí -contestó la muchacha de cabellos desaliñados.
Los policías fijaron la mirada en Steven en busca de alguna explicación a lo que Steven les había contado.
-Qué está pasando? ¿Qué fue lo que hiciste esta vez, pedazo de mierda? -preguntó la mujer a su hijo.
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Editado: 11.02.2025