Nocturno

El velorio del niño

New Sendur, 1978

Unas horas antes del velorio del niño, empezó a llover, llovió muy fuerte, tanto así que en apenas unas horas las calles parecían ríos. Nadie se atrevió a salir de sus casas. Al lado de donde velaban al niño, en la casa vacía, estaba Peter, el sordo, como le decían en el pueblo, aunque éste no fuese ningún sordo. Peter estaba mirando el velorio por una rendija, y cuando empezó a llover se metió debajo de unas tejas que aún quedaban de la casa vieja, allí estuvo sentado sobre el piso durante todo aquel tiempo en que duró el velorio del niño, velorio que se extendió debido a la lluvia, pero allí estuvo Peter sin dormir ni un solo minuto, así que para el segundo día de velorio estuvo tan desorientado que ya no recordaba en dónde había enterrado la cabeza. La lluvia paró a las nueve de la mañana del tercer día, este diluvio resultó ser algo espantoso para los padres del niño, puesto que habían querido enterrar a su hijo lo más pronto posible para así poder acabar con aquel tormento de tener que ver a su pequeño hijo allí en aquel ataúd sin su cabeza. Tan pronto pudieron salir, caminaron por las calles que estaban lodosas y con aguas estancadas que daban en algunos tramos hasta las rodillas, caminaron entre lágrimas y sollozos de algunos familiares, mientras que, detrás de ellos, Peter caminaba temblando de frío con la esperanza de ver dónde iba a quedar el cuerpo del niño, ya que estaba arrepentido de lo que había hecho y quería volver a ponerle la cabeza al niño, ya que se había dejado llevar por el espanto que le causa aquel niño cada vez que pasaba por su casa y éste lo miraba con su ojo de tuerto.




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