Nocturno

Medianoche

Phozla, 1966

Hoy se me ha hecho tarde para ir a mi casa, es casi la medianoche, medito unos segundos antes de lanzarme a la calle pues recuerdo aquellas historias que me contaban mis tíos en donde me decían que nunca, pero que nunca, pase a las doce de la noche por las calles del cementerio, puesto que a esa hora salen del mismísimo infierno demonios horripilantes a cazar almas. Ellos decían que cuando el sol se esconde y llega la medianoche, y toda la ciudad está en tinieblas, todo en el mundo cambia, que en el bosque algo aúlla y que se ven sombras espectrales volando por el firmamento.

Abro la puerta, me despido de la mujer que me pide que me vaya porque en cualquier momento podría llegar alguien a su casa, así que empiezo a caminar por la acera, no hay luna esta noche, y después de un tiempo de caminata noto que ya no hay silencio, todo hace ruido, son unos ruidos espantosos, ruidos que desgarran el aire de la noche con sus gemidos de muerte. Miro hacia las casas, todos duermen a esta hora, algunos tendrán pesadillas, muchos han de despertar a la medianoche, mientras que el cielo es un misterioso mundo sin luces cercanas.

El terror se apodera de mí cuando voy cerca de la puerta del cementerio y escucho unos pasos por la acera, resoplo un poco, tengo miedo de seguir, pero sigo caminando por las calles húmedas de la ciudad, entonces un pánico cada vez más evidente se apodera de mí, volteo para ver quién camina detrás, pero no hay nadie. Nadie. Tengo que llegar a casa antes de las doce de la noche, antes de que salgan de sus escondites los demonios más horrorosos y los vea volando por encima del cementerio, no, no quiero eso, pero por la calle del cementerio es la calle más pronta para llegar a casa, y aunque no sé si las historias de mis tíos sean ciertas, lo único que sé es que todos temen encontrarse con uno de esos seres, pues dicen que se abrazan a tu alma y te marcan para que seas el siguiente muerto que entre al cementerio.

Sigo caminando por la acera, a toda prisa, y de vez en cuando miro hacia atrás para ver si uno de esos seres está detrás de mí, pero no los veo, entonces los imagino detrás de mí, los imagino ahí presentes, me espanto al pensar que lo que está en mi cabeza se haga realidad, así que vuelvo a mirar, pero no hay nadie, sólo se escuchan pasos, sí, se escuchan, pero no hay nadie. Aquí vive lo nocturno, y no quiero perder el aliento, no quiero perder la razón, pues dentro de mí pienso que todo aquello sólo son leyendas, que nada de eso existe, pero de pronto todo queda silencio, se apagan las luces en las veredas, ahora todo queda en tinieblas y alguien coloca una mano sobre mi hombro, me espanto, tiemblo, quedo mudo, inmóvil y no sé qué hacer, sin embargo, tengo que saber la verdad, así que con espanto miro hacia atrás, volteo mi cabeza lentamente, no hay nadie, respiro, tomó aire a bocanadas grandes, luego empiezo a correr a toda prisa por las aceras en tinieblas, llego a mi casa, meto la llave en la cerradura, doy vueltas a la llave y me tiembla la mano, cruzo la puerta, la cierro con seguro, miro la hora, son las 11:59 p.m. por poco, por poco muero, pero ahora estoy a salvo de la muerte.




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