Belfar, 2008
Las paredes no tenían final, las calles eran de piedras antiguas y el cielo estaba de un tono oscuro y rojizo, detrás de mí podía oír voces, pero no podía ver quienes las causaban, me apresuré a salir de aquel lugar, pero por más que caminé no iba a ningún lado, era como si alguien fuese haciendo de aquel lugar un espacio interminable. Al fondo pude ver una luz diferente a las demás, así que corrí hacia aquel lugar y cuando estuve cerca oí voces conocidas, pero tampoco había nadie, así que fui hasta la luz pálida que había visto a lo lejos y entré por aquel sendero, allí pude ver una casa al final del camino, así que seguí corriendo y entré en ella, entré sin llamar, pero nadie notó mi presencia, entonces caí en cuenta que aquello era una especie de librería en la cual me pude ver a mi mismo sentado sobre una silla y con ciento de hojas sobre una mesa, mientras que al lado mío había decenas de seres demoniacos de todas las formas posibles contándome historias al oído mientras que yo ignoraba a las personas que me hablaban, y, por más que aquellas personas me hablaban y gritaban, yo sólo escuchaba a los seres demoniacos mientras que escribía todas aquellas historias que ellos me iban contando. Con temor me acerqué a mi cuerpo de humano y me grité a mí mismo para que deje de escribir, entonces, desperté.
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Editado: 11.02.2025