Norenvel, 1997
Aquella noche, Darwin tenía el turno en el hospital hasta las ocho de la noche, pero su relevo llamó para avisar que se demoraría un par de horas en llegar, así que le pidieron de favor a Darwin para que se quedara unas horas más. En realidad, no le gustó el asunto, pero se sentó en una de los sillones dentro de una habitación que estaba vacía, se sentó ahí para respirar un poco, relajarse y tomarlo de la mejor manera, ya que casi siempre estaban doblando turnos de hasta treinta horas, pero se quedó ahí en el hospital hasta cerca de la medianoche que fue cuando llegó el otro enfermero. Darwin estaba tranquilo, al final de cuentas todo había estado en paz aquel lunes en el área de hospitalización. Luego de pasar por su casillero, salió del hospital y se dirigió al parqueadero, subió en su coche y salió con rumbo hacia su casa. En ese momento sólo le preocupó el hecho de que Victoria hubiese llamado a su casa, así que pensó en llamarla al día siguiente para invitarla a almorzar. Tomó por la avenida lateral para llegar en diez minutos hasta su casa, y cuando estaba a punto de cruzar cerca de uno de los puentes peatonales que había a la entrada de la universidad, alcanzó a ver figura de un niño, se detuvo más adelante «¿Un niño?», pensó.
Miró por el retrovisor y vio cómo el niño caminaba hacia el coche. Sintió miedo, ya que pensó que tal vez aquella figura humana no era más que algo de su imaginación, pero el niño seguía acercándose hacia el coche, así que un repentino temor lo invadió. «¿Un niño en la calle en la madrugada?», no era posible, así que aceleró el coche y decidió seguir su camino, pero de pronto cambió de parecer y se preguntó y si aquel niño necesita ayuda urgente, así que detuvo la marcha del coche y esperó al niño. El niño se acercó, lo vio, era real, tendría unos siete años de edad, y en sus ojos tenía la clara evidencia de que había estado llorando. Le preguntó su nombre, el niño dijo que se llama Ernest, y también dijo que estaba ahí porque había estado jugando cerca del pozo de su casa, pero que de pronto cayó al pozo y apareció en aquel lugar. Darwin lo miró asombrado, y no creyó una sola palabra de la que le había dicho el niño, pero de pronto se dio cuenta que las ropas del niño están húmedas y llenas de lodo. Darwin le preguntó si sabía el número telefónico de su casa para llamar y pedir que lo vayan a ver, pero el niño preguntó que qué era eso, que no había teléfonos en su casa, que vivía en las afueras de la ciudad de Lisburn, Darwin le preguntó enseguida que en dónde quedaba eso,, entonces el niño le responde que en Irlanda del Norte, Darwin sonrió extrañado y le dijo que aquello era imposible porque él estaba a kilómetros de distancia, en Balcosia, en la ciudad de Passant. El niño lo miró fijamente, le volvió a preguntó sobre ese artefacto que servía para llamar a sus padres, entonces Darwin cayó en cuenta que las ropas del niño eran viejas y de otra época, el niño esperó una respuesta, pero al no recibir ninguna, le dijo que el pozo de donde había salido de este lado, estaba ahí detrás de ellos, entre los árboles del pequeño parque, Darwin miró hacia donde el niño apuntó con su mano, sintió curiosidad, así que bajó del coche y le dijo al niño que le enseñe el pozo, caminaron hasta el pozo y de hecho ahí había un pozo.
Darwin trató de mirar entre la oscuridad, lanzó una piedra y escuchó que el fondo del pozo no estaba tan hondo y que, por lo que pudo escuchar, éste no tenía agua. El niño le dijo casi llorando que le ayudara a regresar a su casa, que él había salido por el pozo y que tal vez era por ahí por donde podía regresar hasta su casa, y luego de meditarlo por un rato, Darwin empezó a descender sujetándose de los ladrillos, descendió entre la penumbra, miró hacia arriba y vio al niño que lo miraba alegremente, bajó apenas un poco y tocó tierra, el piso estaba húmedo, entonces miró hacia arriba para ayudar a bajar al niño, así que el niño bajó con su ayuda y llegó hasta donde él estaba, entonces ambos se espantaron al ver que la distancia entre la luz y el fondo del pozo se había quintuplicado y ahora apenas lograban ver la luz a lo lejos, de pronto escucharon unos sonidos extraños desde dentro del pozo, Darwin quiso salir del pozo, pero cayó en cuenta de que el pozo no tenía ladrillos, así que por más que luchó por subir, le fue imposible. Gritó desesperadamente, el niño también gritó, de pronto el pozo se empezó a llenar de agua, el agua empezó a salir del suelo y de las paredes, Darwin gritó con espanto, miró hacia arriba mientras trata de escalar, pero sus manos se resbalaban de las paredes del pozo y cayó varias veces al suelo que cada vez se llena más de agua, de pronto, Darwin divisó que arriba alguien estaba colocando una tapa al pozo, así que Darwin gritó con todas sus fuerzas, pero después de un momento todo quedó en tinieblas.
De pronto, Darwin sintió una mano en su hombro, se espantó, dio un salto, y cuando miró a la persona que había puesto la mano sobre su hombro, vio que al lado de él estaba su compañero de trabajo.
-Gracias compañero, muchas gracias por esperarme, tuve que resolver un problema con mi hijo que se cayó en un pozo del vecino. Nos dimos cuenta cuando iba a salir para acá y me iba a despedir de él, no lo encontramos en la casa, así que salimos a buscarlo con mi esposa y lo encontramos tiempo después en el patio del vecino irlandés dentro del pozo, lo encontramos temblando de frío, tenía hipotermia, lo llevamos al Hospital del Niño, ahora está bien, pero según dice él que un hombre lo ayudó a bajar al pozo.
#5343 en Otros
#1633 en Relatos cortos
#418 en Terror
misterio, relato corto, terror psicologico misterio suspenso
Editado: 11.02.2025