Tomé notas en mi libreta y leí detenidamente la poca información que se me había otorgado, no es mucha información, pero me encanta llenar mis anotaciones con datos extra: que Sesshomaru suele salir con frecuencia —según las palabras de Miroku—, no le gusta tener conversaciones con sus supervisores...
Era un poco complicado tener una imagen completa de su estado psicológico, sabiendo que no crucé muchas palabras con él y que siempre miraba toda acción que realizaba.
El almuerzo también trataba de un platillo que no había probado antes, que eran espaguetis con albóndigas, no entiendo la fascinación con platos extranjeros, aunque no me desagrada.
Me cambié de atuendo, ya que no sentí necesidad de salir de nuevo, así que me encerré en mi habitación, saqué mi celular —que no lo encendí desde ayer por ahorrar la batería— y me puse a leer libros que tengo descargados: y como imaginé, no hay suficiente señal en esta zona, así que me costará hacer una llamada a mi casa.
Fui interrumpido por Kagura, quien estaba siendo acompañada por otro espíritu ambulante, este espíritu tenía una ropa reveladora, por no decir que casi no tenía ropa, su aspecto era más de Corea que de Japón.
—Hola nuevamente, joven Zero. Te quiero presentar a Meisoo.
—Prefiero que me llamen Melissa —aclaró con cierta simpatía. Melissa tiene aires de seguridad—. Soy la pareja de Kagura —agregó sin titubear.
Yo parpadeé varias veces, nunca antes había oído de espíritus ambulantes que se enamoraran. Por otro lado, Kagura y Melissa se ven bien juntas.
—Encantado de conocerte, Melissa.
—El gusto es mío. Escuché por parte de Kagura de que eres un tutor, nunca pensé escuchar esa palabra otra vez cuando está vinculado a Taisho.
—¿Taisho?
—Sesshomaru Taisho, aunque no es extraño en que no conozcas su apellido, ninguno de sus tutores anteriores lo sabían, ni siquiera le interesaba eso. —Melissa se recostó a mi lado con los brazos en la espalda y miró a Kagura—. ¿Vienes?
Kagura no tuvo dificultad de recostarse sobre Melissa, supongo que estoy viendo una escena un poco íntima. Bueno, Los espíritus ambulantes no eran tan conservadores como lo eran los habitantes de este país.
—Kagura, ¿por qué te fuiste cuando llegó el monje? —pregunté.
—No me gusta la manera en que me mira, me hace sentir un poco incómoda. Incluso ha intentado tocar a Melissa, pero menos mal que nuestro estado lo rechaza.
—Me gusta verlo siendo golpeado por la cazadora —comentó Melissa.
Ahora me siento culpable por estar mirando espíritus masculinos que me parecieron atractivos, aunque no pude evitarlo, no es muy común ver hombres casi sin ropa y que sean lindos.
—Ah, entiendo. Muchas gracias por tu ayuda, Kagura.
—No hay de qué.
—Es un poco inusual en que no nos mires como suelen hacerlo otros hombres humanos —habló Melissa con mucha tranquilidad en su tono de voz.
—Es porque... me gustan las figuras masculinas.
Melissa y Kagura me miraron con curiosidad y luego se miraron entre ellas, para después mirarme de nuevo y así sucesivamente.
—Entiendo, entonces ¿tienes novio?
—Lo tuve alguna vez —dije con un poco de inseguridad.
[...]
Nanako me acompañó a la hora de la cena, con un platillo bastante delicioso: estofado de pato. La cena transcurrió en silencio.
Me pregunté un poco sobre el trabajo de Sesshomaru, ya que no podía ser una simple labor. Es cierto que los yokai sufrían mucha discriminación a la hora de buscar trabajo, es más, hay yokais que quisieron entrar a mi universidad para poder ayudar a habilitar a otros, pero eran negados ya que "es una labor que solo un humano puede hacer".
Nanako es muy rápida comiendo, aunque los seres espirituales como los kitsune no necesitan comer, pero al parecer, si disfrutaba de la comida humana o es lo que creo.
—Te has lucido con esto, Nanako, nunca antes había probado un estofado que superara al de mi padre.
No sé si es mi idea o Nanako parece disfrutar mis halagos.
—Es un honor que el joven Zero disfrute mi comida.
—¿Acaso Sesshomaru no lo hace?
—El amo suele ser muy callado, así que me cuesta saber si la comida que preparo es de su gusto o no.
Bueno, es cierto que es más que evidente en que se trata de una persona de pocas palabras, así que no me extraña en que ella disfrute de mis halagos a lo que cocina.
—¿Quién te enseñó a cocinar?
—Tuve que aprender por mí misma, empezó cuando el amo tuvo su primer tutor. Aunque el último tenía una fascinación por la comida extranjera, yo disfruto preparándola ya que es muy variada y aprendo a preparar nuevos platillos.
—Qué bueno. Mi gusto por la comida puede resumirse a ramen, no tengo un paladar muy exigente. Por cierto, ¿en qué trabaja Sesshomaru?
—¿Por qué la curiosidad? —dijo una voz detrás de mí, algo que me hizo erizar la piel.
Era muy evidente en que se trataba de Sesshomaru, pero ¿cuándo entró? Parece un ninja de lo sigiloso que es, tanto que no escuché la puerta abrirse. Llevaba un traje con un diseño que me parece peculiar y que le queda muy bien, su cabello parecía estar trenzado a excepción de un mechón que caía por su hombro.
Puse una mano en mi pecho y suspiré con un poco de tranquilidad.
—Me ha asustado.
—Discúlpeme, no era mi intención.
¿Por qué presiento en que no lo siente en realidad? Creo que estoy un poco susceptible.
—Bueno, bienvenido a casa, señor Taisho —formulé con un poco de naturalidad, pero su mirada parece ver a través de mi alma, supongo que es porque utilicé su apellido para dirigirme a él, no tengo intención de explicar cómo es que lo sé, no contestaré algo que no me fue preguntado—. Con respecto a su pregunta, la hice por curiosidad.
—Entiendo. Si quiere discutir al respecto, podemos hacer eso en la sala.