Las sacerdotisas nos atendieron de maravilla, incluso prepararon un banquete de bienvenida que pude disfrutar sin disimulo.
Sesshomaru parecía evitar conversar con ellas o que fueran directo al punto, supongo que no le gusta que sus conversaciones se alarguen, puedo intuir que es una conducta que debo corregir; ni siquiera las mira a los ojos, esa acción puede considerarse grosera y no quiero un paciente grosero.
―Ayer otro niño desapareció, sin embargo, a la hora de su desaparición, yo estaba con los kappa en ese momento ―informó Kikyo―. No faltaba ningún kappa, después de todo, tenemos un protocolo de seguimiento y registro.
―Supongo que es otra criatura ―intervino su hermana.
Kikyo abrió sus ojos de soslayo y dijo:
―Kagome...
―Te dije que había algo mal con la campana sagrada, un bismuto se quebrantó junto con un zafiro, creo que ese daño tiene que ver con lo que sucede.
Sesshomaru asintió ante lo que dijo la sacerdotisa Kagome.
Yo no entiendo mucho de lo que está ocurriendo, apenas y sé la función de los lapislázuli, esmeraldas, diamantes y rubíes, nunca tuve que ver una clase detallada que me explicara sobre la función de cada gema con relación al mundo espiritual.
―Intenté recolectar un poco de savia para poder reparar ese par de gemas, pero... Las cubetas desaparecen, tampoco encontramos la savia de repuesto, después de todo, este templo es muy grande ―comentó la sacerdotisa principal―. Podrás ayudarnos, ¿verdad?
Sesshomaru se levantó de la mesa y se retiro si haber respondido a la pregunta de Kikyo, me pareció una actitud muy grosera y pedí disculpas por parte de él. Ellas me sonrieron sin mostrar ningún signo de sentirse ofendidas.
―No se preocupe por ello, joven tutor Kiryuu ―me dijo la sacerdotisa menor―. Conocemos muy bien su trato hacia nosotras, sería un milagro si nos contestara con normalidad, ¿verdad, hermana?
―Ni que lo digas. Sesshomaru no es capaz de tratar bien ni a sus pretendientes, ni siquiera a su familia.
―¿Tiene familia? ―pregunto asombrado, pensé que por su forma de vivir casi solitaria y por su actitud, supuse que no tenía familia.
―Por supuesto, tiene un padre, una madrastra y un medio-hermano.
Eso sí que es una sorpresa, no me imaginaba eso.
―Debe estar cansado por el viaje, joven tutor ―habló Kagome―. Puede descansar en la habitación que hemos preparado, espero que sea de su agrado.
―Muchas gracias por su hospitalidad.
Noté por un momento a alguien pasar por detrás de las sacerdotisas, pregunto por ello y Kikyo me responde:
―Ah, se trata de nuestro hermano menor, él le tiene miedo a Sesshomaru. ―Ella miró hacia atrás―. Sota, ven y saluda a la visita ―animó.
Del marco de la entrada, se asomó un niño que parecía tener diez años.
―Saluda al señor Kiryuu ―dijo Kagome.
El niño salió de su escondite, se colocó al frente de mí e hizo una reverencia.
―Un gusto, mi nombre es Sota Higurashi.
Parecía un poco nervioso al verme, debía de ser un niño tímido.
―Mi nombre es Zero Kiryuu, un placer.
Fui conducido a mi habitación, después de todo, el templo es un lugar muy grande y me podría perder, qué les puedo decir, mi memoria se encuentra atrofiada.
En la habitación me encontré a Sesshomaru sentado en su futón, sin su saco puesto y con su cabello sin atar, esperen ¿eso lo que tiene en sus manos es una espada? Tan solo espero no tener esa espada encajada en el pecho por accidente.
Hay otro futón al lado, se encuentra un poco alejado, pero parece cómodo. Prácticamente me tiré al futón y eso hizo que Sesshomaru dejara de mirar su espada para centrar su mirada en mí. Debería sentir vergüenza por mi acción poco educada y preferencial, pero no me arrepiento.
―Sesshomaru, disculpa si te estoy interrumpiendo, ¿pero qué es eso lo de la campana sagrada, bismuto y zafiro? No me sé el significado de todas las gemas ―inquirí en un tono bastante perezoso.
―La campana sagrada es el centro de orden de Kappa-Nara, hace que el poder de las gemas se expandan por toda esta región ―explicó mientras colocaba aquella espada a un lado―. El bismuto mantiene el ambiente adecuado para los seres que viven a su alrededor; la campana está constituida por diez bismutos que ayudan a que este lugar posea un clima adecuado para los kappa y para las personas que viven en este lugar. El zafiro es un localizador de amenazas, al romperse uno, un pequeño porcentaje de la zona es desprotegida.
Asiento varias veces y me volteo bocarriba, con los brazos extendidos «tengo calor» me quejo mentalmente.
―Interesante. Debo conseguir un zafiro algún día ―bromeo, mi sueldo de estudiante no me alcanzaría para comprarme una gema como el zafiro. Por lo menos cargo con un lapislázuli en el cuello―. Sesshomaru, tu actitud fue grosera a la hora de almorzar.
―Discúlpeme.
Dudo que de verdad es sienta culpable, supongo que lo dice por cortesía.
―No tienes por qué disculparte conmigo, no fuiste grosero hacia mí, sin embargo, deberías por lo menos contestar algunas preguntas hacia las demás personas.
―No soy bueno hablando con humanos ―declaró.
―Qué extraño, eres bueno hablando conmigo. ―Sonrío un poco al haber dicho eso―. Así que no eres tan malo para hablar con humanos, ¿o tú también me ves como un yokai disfrazado?
Sesshomaru niega.
―Quiero la verdad ―demando.
Él me mira por un instante y luego asiente. Genial, resulta que no me ve como un humano.
[...]
Después de descansar un rato, no vi a Sesshomaru en la alcoba, así que supuse en que ya se encuentra haciendo su trabajo.
Cuando salí de la habitación, me topé con Kagome Higurashi, quien me propuso pasear por el lugar, para que no me aburriese; como acepté la solicitud, la joven sacerdotisa me muestra los alrededores y me cuenta un poco del funcionamiento del lugar.