Nodus Tollens

8: El mundo social de Japón es raro.

El kitsune reveló el lugar en donde se encontraron aquellos niños desaparecidos, estaban cautivos en una cueva, una que estaba cerca de donde fui prácticamente atacado por el yokai, eso podría explicar el por qué fui atacado sin haberlo visto. Los niños no estaban deshidratados, es más, parecían que estuvieran en un estado de sueño profundo. El kitsune había dicho su nombre: Renmaru, y confesó en que trabajaba para Onigumo, una confesión que nos impactó.

Onigumo es un comerciante anónimo, nadie sabe cuál es su rostro, pero se hizo conocer a comienzos del año 2012, gracias a que dejaba un rastro que vinculaba a la magia prohibida. Se especulaba en que se trataba de un yokai, ya que solo la magia prohibida se podía elaborar por yokais y eso aumentó la discriminación ante tales seres. Nadie sabe su rostro, ni siquiera Renmaru, pero al parecer, le convenció en robar niños en Kappa-Nara a cambio de volverlo a él y a su familia seres humanos.

―Y me dices traidor de mi naturaleza ―juzgó Sesshomaru mientras lo tenía aprisionado en una jaula portátil con barras hechas de lapislázulis―. ¿Por qué anhelas tanto en convertirte a ti y a tu familia en humanos? ―Me miró a mí―. Sin ofenderle.

Parpadeé varias veces.

―No me ofendo, continúa.

Renmaru contestó ante la pregunta previa:

―Tengo una esposa y unos hijos que son maltratados día a día, es cierto que le tengo un profundo rencor a la especie humana, pero mi sentir no arreglará la situación de mis hijos, así que tomé la opción que me dio Onigumo. Si ellos fueran humanos...tendrían una mejor vida.

―¿Cómo sé que no me estás mintiendo? ―cuestionó Sesshomaru.

De su vestimenta, Renmaru arrojó una foto entre las barracas, la foto llegó a mis pies y la levanté, Sesshomaru se puso a mi lado para poder verla. Era una foto de él con una mujer yokai y dos niños que parecían entre seis y nueve años entre sus brazos.

―Sus nombres son Mamoru y Yuto, unos de los muchos niños yokai que siempre vivirán siendo señalados por la maldita sociedad humana, no es culpa de ellos en que su padre sea un yako.

Por lo dicho, me hace intuir en que su esposa podría ser un zenko, algo muy particular, ya que los kitsune yako y zenko no se soportaban desde épocas históricas, en la antigüedad, los yako eran conocidos como kitsunes traviesos, crueles sanguinarios, sin embargo, los zenko eran considerados como seres espirituales y de mucha confianza. Demonios, no puedo evitar sentir empatía por este yokai. Supongo que le afecta los lapislázulis al detectarlo como un yako.

―Estuviste robando niños, sabiendo que tú tienes hijos ―dije.

―Onigumo me dijo que no les iba a pasar nada malo, prometió en que los regresaría.

―¿Después de hacerles qué?

―¡No lo sé! No entiendo la mente humana.

―Un momento ―interrumpió Sesshomaru―. Dijiste que no sabes cómo es, pero ¿sabes que es humano?

―Soy un kitsune, puedo diferenciar entre el aura humana y las yokai, y ese hombre tiene una rara mezcla de ambas.

¿Un hanyou? Esa idea me puso pensativo junto a Sesshomaru, pero algo que no tenía que ver con el tema cruzó por mi cabeza.

―Ah cierto, ¡dijiste que me comerías! ―acusé con cierto resentimiento.

―Soy vegano, imbécil, como te vi paralizado, pensé que con eso te desmayarías o algo así. ―Se cruzó de brazos y se mantuvo en silencio por un tiempo, como si estuviese meditando, su rostro parecía alterado―. Como puedo ver, no me puedo zafar de la autoridad. No quiero que mis hijos y esposa se llenen de odio hacia los humanos por mi culpa, háganle saber que admito mi culpa.

 

[...]

 

Como agradecimiento, las sacerdotisas prepararon un banquete especial y ofrecieron preparar un baño en las aguas termales, no me negué en ningún momento, me gustaba la idea de sumergirme en aguas termales.

Las autoridades policíacas se llevaron a Renmaru para que fuese juzgado ante la ley, y de alguna manera me dio lástima, si mi familia fuere yokai, de seguro que mi padre estuviese desesperado por otorgarnos un buen futuro sin ser etiquetados por la sociedad solo por el molde que nos otorgan. Por otro lado, me intriga esa información de convertir a los yokai en humanos.

Me paralicé un momento por el acercamiento de alguien a mi espalda, pero luego me di cuenta en que se trataba de Sesshomaru colocándome el colgante de lapislázuli.

―No te lo quites de ahora en adelante.

―Muy bien ―, ni loco me lo quitaré, esta cosa me salvó―. Ah, por cierto, Sesshomaru, ¿vas a querer bañarte conmigo en las aguas termales?

Sesshomaru levantó una ceja.

―¿Con usted?

Yo asentí.

―¿Nunca antes te bañaste con un amigo o colega?

Él negó. Supongo que solo los humanos de este país hacemos eso.

―Verás, es una forma de socializar entre nosotros, es casi como una tradición que se preserva desde hace mucho.

―Una tradición extraña.

Bueno, ante nuestra pequeña charla, Sesshomaru aceptó la propuesta. Nos acompañamos en las aguas termales mientras yo bebía un poco de vino, y como es de costumbre para mí, inicié una charla, solía hacer eso con mis amigos de preparatoria cuando nos bañábamos en los baños públicos, supongo que soy el que rompe la tensión del ambiente.

―¿Cómo te sientes después de terminar esta misión? ―pregunté.

Sesshomaru me miró por un momento, teníamos prácticamente una distancia de medio metro y eso lo agradecía, por una parte, ya que Sesshomaru es un yokai abstemio de carne humana, de alguna manera, mi presencia debe alterarlo por lo menos un poco, aunque intuyo en que tiene un buen autocontrol.

―¿Por qué pregunta eso?

―Por curiosidad, quiero saber lo que sientes en este momento, es parte de socializar.




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