Parece que mi súplica no fue oída, pasaron días en la que prácticamente no pude ver ni siquiera el rostro de Sesshomaru, cuando iba a sus misiones siempre se iba a mi horario de baño y llegaba después de mi horario de sueño —eso me dijo Nanako—, y a veces cuando llegaba temprano, se encerraba en su recamara y se negaba a comer, es decir, sé que los Daiyokai pueden aguantar días o incluso tres semanas sin alimentarse, pero no puedo evitar sentirme angustiado y un poco culpable. Nanako me aclaró que parece que estaba pasando por esa etapa, no sé qué clase de secuelas vendrá con él además del aislamiento.
Según por lo que me dijo Nanako, usualmente este aislamiento suele durar como máximo unos cinco días, y este es el quinto. Me siento un poco ansioso, si lo que me dijo es correcto, eso significaba en que mañana podré ver e interactuar normalmente con Sesshomaru. Por mucho que él sea un ser potencialmente peligroso, me gusta hablar con él, supongo que extraño su voz y su presencia mientras comía, era cierto que me incomodaban sus miradas, pero prefiero eso a que nunca lo haga.
—¿Cómo está, joven Zero? —preguntó Kagura, ¿por qué tiene que aparecer cuando me estoy bañando?— Me imagino que Taisho sigue ignorándolo, pero no se preocupe, muy pronto se le pasará.
—Kagura.
—¿Sí?
—¿Qué sabes del tutor anterior de Sesshomaru?
Ella empezó a batir su abanico.
—Ni idea. Solo sé que era un hombre guapo y vestía de una forma muy extranjera. También había sellado la casa por completo de un material que hacía que yo no entrara.
Qué extraño, no debería existir un material o gema capaz repeler espíritus ambulantes, solo hubo un material y éste desapareció, no hubo más registros de él desde la era feudal. A menos de que el gobierno haya escondido información sobre ello, sonaría muy conspiranóico, pero no me cabría duda.
—Entiendo. Gracias por la información.
—He de agregar algo. —Cerró su abanico—. No sé si era parte de su protocolo, pero desde que llegó, Taisho nunca salía, es más, no se había visto su rostro por todo un año, los únicos que salían era la kitsune y el tutor.
[…]
Hubo visita por parte de Sango, quien vino a llevarse la información que me prestó y se quedó un rato para merendar. Me preguntó por los avances de Sesshomaru y decidí contarle todo lo que estaba ocurriendo, parecía analizar mis palabras cada vez que mencionaba sobre su aislamiento repentino.
—Comprendo su preocupación, supongo que debió tratarse sobre un evidente caso de maltrato. Veré qué puedo encontrar sobre el anterior tutor de Sesshomaru.
—Muchas gracias.
—No, es gracias a usted, se preocupa de manera genuina por él. Espero que algún día se sienta afortunado por eso.
Sesshomaru parecía haber experimentado muchas emociones negativas. Pero si de verdad la pasó mal con su anterior tutor, ¿por qué solicitó uno? Quisiera poder hablar con él, pero no sé si estaría abriendo heridas psicológicas. A pesar de parecer a primera vista como un ser tranquilo, su corazón parecía estar lleno del más puro odio.
Quiero ayudarlo, quiero ser de utilidad, no quiero quedarme con los brazos cruzados mientras sé perfectamente que está sufriendo.
—Intentaré hablar con él esta noche.
Sango me miró de soslayo.
—¿Por qué no hablas mañana con él? Por algo Nanako dijo que normalmente ese estado dura cinco días, hoy es el último, no seas tan impaciente.
—No puedo evitar sentirme impaciente, esto me recuerda cuando Ichiru se enojaba conmigo y no me hablaba por dos días —, entre otras palabras, me siento responsable, sé que no fui el que hizo que tuviera secuelas, pero es mi paciente y me tengo que encargar de él.
—¿Es tu hermano?
—Sí, es mi gemelo, si él fuera el tutor de Sesshomaru, de seguro que no le importaría y saldría a beber o hacer quién sabe qué, no es que sea un desalmado, es mucho más relajado que yo… demasiado relajado. Es menor que yo por unos minutos de diferencia.
Sango carcajeó y comentó:
—Yo también tengo un hermano menor, él quiere se cazador como yo, pero suele ser muy tozudo, su nombre es Kohaku, apenas tiene doce años. —Metió una galleta en su boca, cuando terminó de masticar, habló nuevamente—: En fin, retomando el tema anterior, no sé nada de tutoría, pero supongo que no puedo detenerte si quieres hablar con él, tan solo espero que tengas mucha precaución; no sé cómo son esas secuelas, pero tan solo espero que no sean peligrosas o arriesguen tu vida.
—Gracias por su preocupación, señorita Sango.
[…]
Tuve que cenar en compañía de Nanako, quien parecía saber en qué me sentía un tanto inquieto. Incluso me pongo a repasar las notas que hice con respecto a Sesshomaru y en la parte de atrás de mi cuaderno escribí lo frustrado que estaba.
—No se sienta deprimido, joven Zero. Sé que el amo saldrá en cualquier momento.
—Suenas como si yo lo extrañara.
—¿Y no siente eso?
No quiero mentirme a mí mismo, pero sí, lo extraño. Me había acostumbrado a su presencia a sus charlas conmigo —a pesar que yo era el que más hablaba de los dos—, pensé que estábamos construyendo una buena relación entre tutor-paciente, aunque supongo que debo ser mucho más considerado con él, ¿debería corregir un poco mi actitud?
—No lo sé —le respondí.
Esa noche me acerqué a la habitación de Sesshomaru, nunca antes había estado frente a su puerta, a diferencia de la puerta de mi habitación, esta no tiene ningún solo diseño, se veía muy simple, algo que se me hacía extraño. Respiré hondo y toqué su puerta tres veces.
—Sesshomaru, soy yo, Zero —dije en un tono de voz que sonara tranquila, a pesar de que no podía evitar estar nervioso—. Tal vez te preguntes porqué estoy frente a tu puerta. Lo mismo me estoy preguntando. —Me senté en el suelo y recosté mi espalda contra la puerta—. No estás obligado a responderme si no quieres, tan solo basta que me escuches —hablé intentando imitar ese tono de voz que mi madre siempre usaba conmigo cuando me sentía mal, claro, yo tengo la voz más grave que ella por razones biológicas— Pensé que te estaba entendiendo, pero me estoy dando cuenta en que no sé nada de ti, no sé tu sentir, no entiendo. Me dijeron que detestabas al hijo que tuvo tu padre con Izayoi, yo no entiendo lo que es detestar a un hermano, siempre he tenido una gran relación con el mío, así que sería hipócrita de mi parte si digo que te entiendo. Abandonaste todo contacto con tu padre y su familia, yo no soporto pasar una semana sin contactarme con mi familia —, literal, hace dos días estuve como desquiciado buscando algo de señal para contactarlos—. Puedes vivir sin televisor y yo no sé cómo es que aún sigo vivo.