Esa mañana intenté cambiar un poco de aires y relajarme un poco. Fui a la ciudad, quería pasear a sus alrededores y beberme una buena bebida caliente, es una forma de no sentirme alterado. No vi a Sesshomaru, y esta vez fui yo el que no se sintió listo de verlo, tal vez porque me avergüenza un poco el hecho de que literalmente me sinceré frente a su puerta la noche anterior, eso me vuelve inquieto y con muchas ganas de desaparecer por un buen rato.
Gracias a Tamahishi, no tuve que caminar por ese sendero para poder ir a la ciudad, es cierto que mi condición física está mejorando poco a poco gracias a ese condimento que me otorgó la sacerdotisa, sin embargo, eso no garantizará en que mi resistencia se haya mejorado por completo.
Era extraño ver yokais en la ciudad, ya que ellos prefieren las tranquilas zonas rurales.
Como es invierno, es normal en que se realizaran ventas de abrigos y bismutos. Uno momento, ahora que lo pienso, la casa de Sesshomaru no tiene chimenea ni un servicio de calefacción en las habitaciones a diferencia del baño, tampoco he visto bismutos.
Hay muchas personas caminando, pero por lo menos no se comparaba como en primavera y verano, en esas épocas teníamos que tener cuidado de no pisar o empujar a nadie.
—¡Eh, Kiryuu!
Me detuve y miré a varias direcciones, hasta que pude distinguir una figura conocida de la multitud, se trataba de uno de mis compañeros de universidad: Kain Akatsuki, era muy tranquilo y a veces nos hablábamos, aunque no nos considerábamos como amigos ya que no compartimos gustos personales, amábamos debatir entre nosotros de ciertos temas.
Me dirigí hacia él.
—Buenos días Akatsuki, qué casualidad en que nos encontremos en el mismo lugar.
Estrechamos nuestras manos enguantadas.
—Lo mismo digo, Kiryuu, ¿se encuentra ocupado?
—No exactamente, solo quiero beber algo caliente.
—Oh, genial, sé de un lugar por aquí que vende buenas bebidas, ¿me acompaña? —inquirió de una manera muy amable, supongo que los aires de Nara hacen que parezca menos distante como suele mostrarse algunas veces.
Acepté ir con él, aquella tienda no quedó lejos, solo tuvimos que cruzar dos calles y ya. El local era un lugar bastante agradable, desprendía aromas que me gustaban. Él pidió un americano y yo pedí un té de menta de tasa grande, no quería empalagarme con chocolate por el momento, estoy acostumbrado a empalagar mi paladar en una sala acogedora.
Nos sentamos en una de las sillas que ofrecía el local.
—Dime Kiryuu, ¿cómo te va con tu paciente? —me preguntó Kain; no quiero revelar sobre la situación en la que se encuentra Sesshomaru, creo que es algo que no debería decirse a la ligera.
—Muy bien, me tocó con un daiyokai muy agradable.
Kain me miró con incredulidad, cierto a nadie le dije en que me tocó ser el tutor de un daiyokai, así que su reacción es más que lógica.
—Pensé que a mí me habían dado una criatura de alto rango —comentó—. Mi paciente es un zentaur* bastante gruñón, por lo menos tienes suerte en que tu paciente para ser un daiyokai, es agradable.
—Vaya, ¿de verdad te asignaron un zentaur? Oí que eran seres majestuosos en Grecia, hasta los pintaban como hijos del titán Cronos.
Kain bufó.
—Aún no le encuentro lo majestuoso, tiene problemas de ira y comienza a patear cosas. No sé cómo tratar con él, es como si estuviésemos en una guerra. ¿Tiene algo para recomendarme?
Qué extraño, Kain siempre sacaba mejores calificaciones y resultados que yo, analizaba muy bien las cosas y a veces se me era difícil ganarle en un debate, sí, le he ganado varias veces, pero era un martirio, ya que mi cerebro se esforzaba el doble de lo que tenía que esforzarse.
Intenté analizar un poco la situación y recordar alguna que otra clase que vimos en psicología. Es cierto que logré calmar una vez a Sesshomaru de un ataque de ira, pero no es como si fuera tan sencillo en decirle a alguien de que hiciera lo mismo.
—¿Alguna vez te has enojado, Akatsuki?
—Varias veces.
Bueno, sería casi imposible encontrar a una persona que no tenga la capacidad de enojarse.
—¿Cómo te has calmado?
Kain posó una mano en su barbilla y permaneció en un estado meditabundo, como si estuviera recordando algo o lo estuviese analizando; luego lo vi sonreír y por fin alzó la mirada hacia mí.
—Muchas gracias, Kiryuu, ahora ya entiendo. Parece que ambos nos vamos a mantener ocupados por un largo tiempo. Por cierto, ¿por qué paseas solo por aquí?
—Quería cambiar un poco de aires, estoy acostumbrado a la ciudad, y mi paciente no tiene televisor. Tengo ganas de comprarme una radio, pero tengo que esperar a que me paguen el primer mes de prueba.
—Se supone que debe usarse con fines de ayudar al paciente.
—Créame, mi paciente parece que necesita todo menos dinero, tiene una casa mejor que la mía —, bueno, en realidad sería un apartamento, ya que no tengo una casa propia.
—Qué suerte la suya —expresó mientras daba un sorbo a su café. Yo imité la acción, pero esta vez estoy bebiendo mi té—. Mi paciente se llama Emístoles, ¿y el suyo?
—Sesshomaru.
—Ese nombre me da miedo, parece de sicario de la edad antigua**.
Bueno, de cierta forma tiene razón.
[…]
Fui buscado por Nanako antes de que me dirigiera al sendero, me parece agradable saber de que alguien me está esperando, —y por lo menos no es Ichiru con sus reclamos de que intimidé a su novio— me siento reconfortado.
Deseo darme un buen baño caliente, mi piel se está congelando.
—¿Cómo le fue con su paseo a la ciudad, joven Zero? —preguntó sin usar ese tono de voz que a veces me parecía programado—. Tiene un ligero olor a menta.
—Bebí un té de menta. Me fue bien, no visité todos los lugares, me encontré con un compañero de clases y platicamos un rato —respondí sin mucho trámite—. ¿Y cómo está Sesshomaru?