Nodus Tollens

13: La habitación de Sesshomaru.

Cuando llegamos a casa, me esperó un buen almuerzo caliente que Nanako se encargó de conservar. Me senté con ella a comer, es agradable las charlas con ella, pero lastimosamente no era mi paciente, aunque me parecía muy interesante el punto de vista de una zenko, incluso relataba historias de cosas que experimentó antes de convertirse en la sirvienta de Sesshomaru.

Gracias a una pequeña charla, supe que era un zenko asexual, ya que a diferencia de los daiyokais, los zenkos solían tener un ciclo de reproducción, pero al parecer, Nanako nunca tuvo un celo y se le diagnosticó como un zenko asexual, no era estéril y eso le daba esperanzas de algún día tener una cría sin necesidad de estar casada —ya que para los otros kitsunes, que otro no presente un celo se les hacía poco conveniente, ya que por este se da un lazo de unión—.

—¿Y cuándo realizaras ese sueño de construir tu propia familia? —pregunté.

—No quiero dejar al amo solo, soy la que se mantiene al tanto con la comida que debe consumir y con los medicamentos que debe tomar.

—¿Toma otros medicamentos a parte de los suplementos?

—Bueno, en esta etapa suele tomar cantidades excesivas de tranquilizantes, menos mal que me aseguré de comprar suficientes. Se llevó todo el tarro a su habitación, supongo que fueron en las veces que llegó de una misión.

¿Un tarro?

—¿De qué tamaño es el tarro?

—Por lo que aseguraba, medía diecisiete de alto y de base unos doce centímetros.

—¡¿Se toma todo eso?!

—Dije que toma cantidades excesivas. Se las traga en seco.

 

[…]

 

Después de darme una ducha, ponerme las cremas para que mi piel no se maltratara tan fácilmente con las temperaturas altas, vestirme con ropa cómoda y no peinarme para nada —ya que no encontré mi peine—, fui a dirección de Nanako, quien me dio una bandeja que tenía un vaso de agua y el suplemento a un lado. Me acompañó para supervisar en que nada malo ocurriera y que no se me cayera el agua, menos mal que no acepté un trabajo de mesero, porque sería un desastre.

Cuando estuve al frente de la puerta, intenté sostener la bandeja de cierta manera para poder librar una mano y tocar la puerta.

—Sesshomaru, soy Zero. Te traje tu suplemento —. No hubo respuesta alguna, miré a Nanako por un momento para encontrar un poco de valor—. Solo abre la puerta y recíbelo, no tienes que mirarme ni hablar conmigo.

El miedo se estaba haciendo a un lado, ya que lo que estaba empezando a adquirir fue enojo, no me gusta el hecho de que ni siquiera se digne a tomar su suplemento, ¡debería saber que son importantes para él! Traga tranquilizantes en seco ¿y no quiere siquiera tomarse una maldita píldora con agua? «Calma, Zero, no te dejes llevar por la ira, es tu paciente».

Fruncí el ceño y sin avisarle a Nanako, giré la perilla, abrí la puerta y entré de golpe, ni siquiera sé cómo no se me cayó la bandeja.

—¡Joven Zero, no haga eso, vuelva! —me gritó alarmada, había angustia decorando su rostro.

—Estaré bien, Nanako.

Todo está a oscuras, la única fuente de luz sería la que proviene del exterior de la puerta, ni siquiera puedo ver la figura de Sesshomaru en ningún rincón de la habitación. Nanako me seguía pidiendo en que saliera y parecía que no tenía más opción.

—Está bien, pero ¿estás seguro de que Sesshomaru está aquí?, esta habitación se ve vaci… — Cuando me iba a marchar, la puerta se cerró tan fuerte como en una película de terror, escuché fueron los golpeteos y gritos de Nanako.

—¡Joven Zero! ¡Amo, Sesshomaru, no le haga daño al joven Zero!

Me quedé en shock, no podía moverme del asombro. Mis ojos aún no se acostumbran a la oscuridad, así que Sesshomaru podía estar en cualquier lugar. Intenté armarme de valor y avanzar un poco, no escucho señal de movimiento, solo mis pasos y las suplicas de Nanako; estoy percibiendo mis propios latidos. Choqué contra una pared y eso hizo que la bandeja se cayera, el sonido me hizo saltar de los nervios. Genial, hice un desastre en el piso de la alcoba de Sesshomaru.

—¡Joven Zero!

—Estoy bien, solo choqué con la pared.

Parece que por fin mis ojos se están empezando a acostumbrar a la oscuridad. Voy a ir hacia la puerta, pero una gran fuerza hace que mi hombro izquierdo impacte contra la pared, como mucho tendré un gran moretón en ese brazo, un poco más y podría ser una fractura. Supe que aquella fuerza se trataba de Sesshomaru, quien parecía jadear como un lobo hambriento.

Pude ver su rostro, sus ojos estaba muy rojos, su boca abierta mostraba esos colmillos que puede destrozar un cuerpo. Yo mismo me derrumbé y golpeé mi trasero contra el suelo, el miedo hizo que mis piernas ya no me quisieran mantener de pie. Sesshomaru se agachó hacia donde yo estaba, tenía puesto un kimono que daba la sensación de ser blanco.

—Nunca te di permiso para entrar —su voz hace que me dé un escalofrío.

Por alguna razón, mi corazón empezó a calmarse poco a poco.

—Lo siento, no pude evitarlo.

Sujetó mi muñeca y acercó la palma de mi mano a su nariz, la estaba olfateando y creo que salivaba. Mierda, yo no quiero ser su platillo principal. Él abre su boca y acerca mi mano a ella, hacia esos dientes que tenían la intención clavarse en mi piel y arrancarme la mano, él se detiene.

Nanako aún estaba insistiendo.

—No te preocupes, puedes regresar, estoy bien, no pasa nada, te veré en la cena, confía en mí —dije para que se tranquilizara.

—Está bien… Confiaré en usted —su voz parecía quebradiza desde al otro lado de la puerta.

Miré a Sesshomaru a los ojos y por alguna extraña razón, ya no sentía tanto temor. Su agarre se había aflojado, así que liberé mi mano y la posé en su mejilla, también lo hice con la otra.

—Sabes que puedo matarte en un momento.

—Sé que no lo harás. —Con mis pulgares volví a acariciar sus cejar negras que tanto me gustan—. No eres una mala persona.




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