Llegó navidad, el día en que mi celular se llenaba de mensajes de mi familia y amigos, también el día en que devoraré lo que haya en la mesa. Sesshomaru salió por la mañana, prometió llegar a la hora de la cena o después de ella, dependiendo de cómo le vaya en su misión.
Recibí un pequeño paquete por parte de Kaname, el cual poseía cuatro barras de chocolate suizo, fue toda una alegría para mí. Ichiru me escribió diciendo que le dieron tres días libres para poder visitarme en Nara y que me avisaba cuando iba.
Sango dio un pequeño regalo, una camiseta sencilla, pero de una tela suave, era cierto en que era muy temprano en abrir regalos, pero yo andaba un poco impaciente, Nanako también compró un presente para mí, pero no me lo entregó, ya que no podría evitar abrirlo antes de tiempo; recuerdo que mi familia batallaba para que no me acercara al árbol, era una lucha muy divertida en la que mis primos paternos participaban ―ya que mis primos maternos me caen mal―, y a veces me distraían. Sé que soy un adulto y todo, pero me es difícil a veces controlar mi emoción, es como volver a ser un niño.
No quise asomar mi rostro por la ventana abierta, ya que sé que estaba nevando y más frío hacía esa noche, no quiero que mi rostro duela por el helado clima, sin embargo, a la distancia pude divisar copos de nieve desplazándose por el aire. Encontré la perla que me obsequió Sota y la hurgué un poco, nunca antes había tenido una perla en mano, pero era un gran proyector de ubicaciones, ésta se proyectaba en el piso con una luz morada; es cierto que para eso tenemos un mapa en el celular, no obstante, hay muchas zonas en que no llega señal y eso complicaría mucho las cosas, por eso las perlas son mucho más precisas y confiables, ya que no necesitan de señal satelital, ésta se abastecía con el ambiente que le rodeaba.
―Joven Zero, ya voy a servir la cena ―anunció Nanako.
La mesa poseía un mantel con estampado navideño, la mesa no es tan amplia como usualmente ponen en la reunión familiar y extraño ver al tío Yagari emborracharse antes de empezar la cena.
Sesshomaru seguía sin llegar, tal vez venga después de la cena, aunque me gustaría que probara el plato navideño.
Me senté en aquella mesa, di gracias por la comida y empecé a comer junto a Nanako, fue un silencio bastante ameno, uno que disfrutaba ya que me permitía centrarme en mis pensamientos sin interrupciones. No le pregunté a Sesshomaru sobre ese tal Naraku hace días, no me armé de valor, tan solo espero poder preguntarle pronto y salir de dudas.
Cuando terminamos de cenar, abrieron la puerta de un estruendo, tan fuerte que salté sobre mi asiento y la misma Nanako agudizó su oído y se levantó, yo la seguí, porque no puedo quedarme en suspenso. Sé que se trata de Sesshomaru, pero su estado físico me dejó sin palabras, su ropa se encontraba desgarrada y tenía una herida en el brazo en la que se podía ver sangre que se secó por el frío, era la primera vez que lo veía así, ¿con qué se topó?
―Perdonen por la demora, no podré acompañarlos por hoy, iré a mi habitación.
Quería decir en que llamemos un doctor, pero no lo hice, por poco y olvido que Sesshomaru es un Daiyokai, ellos no necesitaban suturas y desinfectar sus heridas, ya que se curaban rápido, aun así, pude ver que estaba grave aquella herida.
Sesshomaru se encerró en su habitación y me sentí bastante decaído, «parece que tampoco podrá disfrutar de este día», era una lástima, Sesshomaru nunca ha celebrado nochebuena y parece que no sabrá lo que se siente hacerlo. Miré el regalo que le compré estando bajo el árbol.
―Qué problema, no pensé que hoy el amo estuviese envuelto en complicaciones ―comentó Nanako―. Si quiere, puede entregarle el regalo al amo, a pesar de estar herido, es muy probable en que no ponga mucho problema.
No pude evitar sonreír ante aquella idea, tal vez no sepa lo que es abrir un regalo bajo el árbol, pero por lo menos recibirá un regalo.
[…]
Ya casi era medianoche, así que me acerqué a la puerta de Sesshomaru con el regalo en la mano; toqué su puerta y carraspeé.
―Perdona por interrumpir tu descanso, ya casi es media noche y pues...traje tu regalo, ¿ya pedí perdón por la interrupción?
―Puedes pasar. ―Pude escuchar detrás de aquella puerta, su voz no era lastimera, es más, me da la sensación en que es serena.
En efecto, me adentré a la habitación, no era tan oscura como la otra vez, ya que las cortinas de la ventana estaban desplegadas y dejaba ver la luz de la luna filtrarse en ella. Sesshomaru no tenía nada cubriendo su torso, supongo porque así facilitaba su curación y por lo que veo, limpió la sangre seca. Agarré la silla de su escritorio, la puse al lado de su cama y me senté ahí.
―¿Cómo está tu brazo?
―Está bien, solo necesito una hora para que esté completamente sanado, me enfrenté con otro de mi especie.
Vaya, eso explica todo.
―Y puedo suponer en que ganaste esa pelea.
―Sí.
―Ya me lo imaginaba ―dije sonriendo, quiero aligerar un poco el ambiente ― Aquí está tu regalo ― Se lo tendí, él miró con duda, pero lo recibió.
―Gracias.
―Creo que ya son las doce, puedes abrirlo.
Me siento un poco nervioso, no sé si le gustará ese regalo, mi corazón está acelerando tanto. Sesshomaru quita la envoltura sin problemas, «los beneficios de tener garras, yo suelo usar el filo de unas tijeras», abre el pequeño estuche y ve el brazalete, por un momento pienso que lo verá con indiferencia, pero lo veo alzar las cejas, como si estuviese sorprendido.
―Un brazalete ―soltó.
―Bueno, tuve que improvisar, no pareces mostrar interés en nada material y eso fue lo que se me vino a la mente.
―Me gusta.
―Lo dices por cortesía, ¿verdad? Yo era así con los regalos de mis tíos ―, siempre me regalaban calcetines.
―No, de verdad me gusta.