Nodus Tollens

23: Ichiru.

Me quedé en la casa con Sesshomaru, me acompañó incluso en la sala de estar, tal vez para verificar que no me voy a desmayar otra vez, me parece tierno en que esté preocupado por mí, aunque le cueste decirlo en voz alta. Como no había televisor nos poníamos a conversar algunas cosas, sentí que Sesshomaru me tenía más confianza que antes, tal vez porque me confesó algo muy delicado, algo que marcó su vida.

―Vaya, parece que van a demorar ―comenté―. Espero que Ichiru no se ponga dramático cuando venga. ¿Puedo agarrar tu mano? Quiero tocar tus garras, se ven geniales.

Él pareció vacilar un poco, hasta que me dio su permiso, su temperatura corporal era un poco más baja que la mía, pero no era tan frío como me lo imaginaba. Sus garras estaban limpias, muy afiladas y tan bonitas que mi tía ya quisiera tenerlas así para pintarse un paisaje en ellas; por otro lado, tenía una mano muy elegante, delgada y de dedos largos sin llegar a ser exagerado.

―Tus manos están calientes ―dijo Sesshomaru con voz ronca, dioses, si fuera locutor, muchas personas se enamorarían de su voz.

―Si salgo con esta temperatura, es muy probable que se pongan como el hielo. ―Agarré la mano y la medí con la mía―. Tu mano es más grande que la mía, incluso si no tuviera garras; supongo que va acorde a tu tamaño. ¿Ocurre algo?

Él parecía desviar la mirada, incluso parecía incómodo, ¿acaso me pasé de la línea? Pero si no hace poco nos abrazamos, esto no puede ser nada, a menos de que tenga un significado para los daiyokai y no me he dado cuenta.

Me fijo en las orejas de Sesshomaru, estaban coloradas y eso me hizo sonreír.

―¿Qué te pasa? Tus orejas están rojas.

―Creo que tengo algo extraño.

Sujetó mi muñeca e hizo que mi palma se posara en su pecho, traía una camisa blanca con una tela ligera, pude sentir el pectoral, los latidos acelerados y contundentes de su corazón se percibía como si quisiera salir de su pecho, creo que mi corazón intentaba seguir esa velocidad, «parece que no soy el único que está sintiendo algo».

Sesshomaru soltó mi muñeca con rapidez y se enderezó en su asiento, por un momento me sentí confundido con su acción hasta que escuchó que abren la puerta de entrada.

―Amo Sesshomaru, joven Zero, ya llegamos ―anunció la voz de Nanako.

Me levanté del sofá y antes de ir a la entrada, unos de los abrazos salvajes de Ichiru me tira al piso, casi me golpeó la cabeza si no fuera porque ya sabía qué hacer cuando esto ocurría. Ichiru estaba cubierto por un abrigo grueso de color beige tan grande que parecía el vestido de la bruja de Narnia, también poseía un bolso que parecía de campamento.

―¡Nunca me dijiste que estabas en la absoluta nada, imbécil!

―Yo también me alegro de verte, ¿podrías apartarte? No me gusta estar en el piso.

Ichiru se levantó y estiró una mano para ayudarme a ponerme en pie, lo agarré del brazo y lo acerqué a mi paciente, mi hermano parecía sorprendido por un momento.

―Sesshomaru, te presento a mi hermano menor, Ichiru, él es el de la voz sexy ―le dije intentando sonar serio, aunque solo logré hacer que Sesshomaru intentara cubrir sus orejas con su cabello.

Ichiru no hizo gesto de querer estrechar su mano, Sesshomaru tampoco lo hizo, tal vez porque podía sentir el miedo de mi hermano, Ichiru no era idiota, se dio cuenta en que mi paciente no era un yokai común, así que solo sonrió con cortesía.

―Un gusto.

―Igual ―contestó Sesshomaru sin añadir nada.

―Iré a preparar la cena lo más rápido posible ―informó Nanako.

―Ah, Zero, ¿puedo dormir contigo? ―inquirió Ichiru intentando verse calmado. Yo asentí―. Qué bien, déjame ver la habitación, te daré tus regalos.

 

[…]

 

Ichiru al entrar a mi habitación, se quitó el abrigo junto con su bolso y se abalanzó a mi cama como si me estuviese diciendo que ya era dueño de ella, que lástima que no era tan grande como para que los dos podamos dormir cómodos, tendría que preguntarle a Nanako si tenía un futón.

―Tu paciente es atractivo, pero hay algo en él que me da un poco de miedo ―confesó― Pero eso no quita que tiene una voz sexy y que está guapo, ¿qué tipo de yokai es?

―Un daiyokai de raza inukami.

Él abrió los ojos y parpadeó de soslayo.

―Ahora entiendo por qué me dio miedo, ¡es un gangster de los yokai!, ¿intentó hacerte daño?, ¿te tiene amenazado?, ¿te manoseó? ―interrogó mientras se me acercaba y apoyaba sus manos en mis hombros.

―No te preocupes, Ichiru, él ha sido muy hospitalario conmigo, es amable, atento, bueno, no lo es con todo el mundo, ya que no se relaciona mucho con los humanos.

―Entonces lo que me quieres decir es que se comporta como todo un príncipe contigo.

―Yo no diría que príncipe…

Tampoco quiero entrar en mucho detalle, no quiero revelar cosas como: el beso bajo el muérdago, nuestra relación dudosa, ya que parece que ya no nos estábamos comportando como tutor-paciente, mis sentimientos hacia Sesshomaru son otros y creo que él siente lo mismo, pero no lo comprende ya que nunca se enamoró. Cuando Sesshomaru me hizo tocar su pecho para percibir el latido de su corazón, sentí como si esa fuera una clase de confesión.

―Esta cama es pequeña ―opinó―. Ya estamos grandes como para caber en una cama así.

―Si hubieses avisado con tiempo, tal vez compraba un futón.

―No me hagas sentir culpable. ¡Ah, cierto! Los regalos. ―Fue directo a su mochila y sacó varias cosas, en total, tres regalos de diferentes tamaños―. El más grande es el de papá, el pequeño es de mamá y el mediano viene por parte mía, también traje las cremas corporales que te compraron los tíos.

―¡Dame eso!

Primero abrí el más grande, el cual se trataba de una cantidad exorbitante de jabones diluyentes para ponerla en una bañera, jabones para la cara, aceite corporal relajante y un talismán, «parece que no deja de exagerar», abrí el de mi madre, el cual se trataba de incienso y de un collar de jade muy bonito, el que me trajo Ichiru era un cuaderno de tapa gruesa que venía con una pluma fuente, hubo otra cajita dentro del regalo.




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