Noir, el saqueador, y el ídolo de la destrucción

El ladrón. Un profesional., y su talento. La dama de cabello plateado.

   No quisiera que me confundieran con un burdo,  carterista de objetos valiosos, más bien soy un profesional de obras por las cuales los dioses me matarían. Soy algo más que un siempre mercenario, soy el que usted erigiría, si quisiera ser parte de la historia. Y todo, por una buena suma de dinero.  

                                             Así es la profesión de un looter…

 

    ………………………                                                

  • ….Recuerda Mikonos,  nosotros somos un clan desechable. Eso son los hombres gato, un clan de seres desechables, pero que esa estigmatización no corrompa tu vida. Tú, puedes ser algo mucho más valioso – Esas fueron las palabras de un semi humano. Palabras de quien fuera mi abuelo. Luego de ello, nos atacaron, y lo último que recuerdo, fue un gran incendio  y gritos de terror.
  • No vayas a morir, y corre lo que más puedas – Y luego solo hubo cenizas, mientras el humo del incendio se convertía en fragmentos de fantasmas 

 

  • ¡¡Esperen…!!.....¡¡Esperen!! – Gritó sin consuelo  y esas sombras lo miraban y se abalanzaron contra él - ¿Eh?..¡¡¡¡AHHHH!!!  - El grito hizo que despertara de tal situación - ¡¡Uff!!.. solo es una pesadilla..  – Se toma su cabeza – La misma de siempre, ¿Supongo?.

 

 

Planeta Kepler-128- región de Tuk:

 

Los soles de la mañana se estaban presentando, en las junglas añejas de una región inhóspita en el planeta. Desayuno una bebida de un recipiente de madera que tenía un líquido extraño.

 

  • ¡¡Wacala!! ..¡Es asqueroso! De no ser preciso, preferiría un filete de Orco, o un pescado del océano perdido. – Explayó con cierta vehemencia y asqueado de aquel brebaje. – Ya debería dejar de divagar en tonterías. La prioridad es el dinero, así podré marcharme de aquí a otro rumbo tranquilo, sin la necesidad de cometer actos de guante blanco. -

Era un brebaje que tenía poderosos nutrientes, y era especial para cualquier tipo de enfermedad. Su parcero, conocido como el sabio de los trotamundos. Un mercader de tienda en el límite con el planeta. El satélite blanco, le dicen.

  • Bien.. El mapa dice que debo caminar, varios rigles (kilómetros) hasta el orificio de Tuk. ¿MMM?..¿Debe ser una cueva? – Se rascó el lóbulo derecho de la oreja, analizando la lectura de su pantalla.   – ¡No estoy muy lejos! A la tarde ya podría estar listo. Luego ir por mi vehículo a la ciudad del enjambre a encontrarme con el cliente. La paga es buena,  y no sería agradable, no cumplir, al fin y al cabo es un trabajo, aunque el objetivo se encuentre guardado en un recinto repleto de trampas. Un objeto es forma de disco, de oricalco.  ¿MMM?, ¿Podría quedármelo y subastarlo en el mercado oscuro (mercado negro)?  Ya veremos lo que pretenda pagar ese cerdo codicioso.

El semi humano continuó su rumbo. Estaba vestido con una chaqueta marrón cerrada, con hombreras color rojo. Lleva sus manos descubiertas, en las cuales se muestran sus garras. Ante ello y evitar confusiones, tiene en sus bolsillos sus guantes. Pantalones oscuros, y su arma de fuego  en su lado izquierdo, y su cuchillo de doble filo en su sector derecho.  Un bolso con dos tirantes en su espalda. Zapatos con calcetines que cubren con una malla impermeable para poder caminar por aquel sitio, y evitar las pequeñas criaturas que se alimentan de la sangre de los seres vivientes. Su cabello plateado con pintadas de negro en sus largos rizos. Sus rostros con barba en patillas, y bigotes como los de un gato. Y sus ojos con retinas rojas que le permiten tener una claridad visual. No había pasado mucho tiempo desde que se inicio en esta profesión despiadada, pero por cada trabajo se cobraba muy bien, aunque ello le implicara un delito, y peor aún, la posible condena a muerte. En sus momentos libres, era un mero historiador, bibliotecario, escritor, arqueólogo, marinero, político, ingeniero, o banquero, abogado a veces. Etc…. Solo sus credenciales le permitían decirlo.

  • Soy quien usted quiera y precise. Incluso, para el trabajo, puedo ser yo mismo.

Merc Le Fare. Andre Fiuxton, Ernest Wac, Emer, Neptuno Cler, Pilotas Pen… y aún más. Y todos ellos…en un solo ser Mikonos Noir. Se autoproclamaba looter.

Al recorrer ya suficiente espacio, corrió algunas plantas de lugar y señalo con el dedo del medio el punto exacto en la cual había una pared. Tenía configurado un petroglifo de un círculo con unas estrellas que no tardo en verificar. Tenía calculado todo el perímetro, y la naturaleza no se interpondría en su camino. Arrojó una piedra al escuchar un ruido en unos arbustos  y pronto de la nada una gran serpiente se fue acercando.

  • ¡Uff! No quiero hacer esto  - Y sacó su arma disparándole con una bala de plata, dando justo en el blanco. El centro de su ferrea mirada ofidia. El reptil se sacudió, y repentinamente se desplomó al suelo arido diminutas piedras, en dos partes como si la bala hubiera hecho un efecto sierra.  Sin más pausas, se acercó a la pared y comenzó a palpar quitando las ramificaciones que impedían el ingreso.  – ¿Debería ser más fácil este trabajo? Vamos a ver si el mapa, realmente dice algo – Al ver tanto el dibujo de la cueva como el del mapa, noto algunos errores -¡Maldición , este tonto me ha dado una copia hecha por él parece? Y yo que pague bastante por este fragmento.
  • Dame por 10  chelin. -
  • 90 chelin, y estas ganando amigo Noir. -
  • ¡No seas maldito! ¡Es una fortuna!
  • El miserable eres, tu  - Sostiene el mapa – ¿Lo quieres? ¡Lo pagas!
  • ¿Y qué seguridad me das de que sirva?
  • No seas estúpido Noir. Soy el mejor cartógrafo del planeta
  • Bueno eso sí – Pensó. Pero de todas maneras es caro 90 chelin.-
  • ¡¡Ya!!, ¡Dame los 90 chelin!. -
  • ¡¡Maldita sea Louis!!




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