Noktales

CAPÍTULO 1 | LA CASA EN CONSTRUCCIÓN

No suelo escribir mis vivencias propias dentro de este tipo de relatos, pero creo que era necesario hacer esto ahora mismo. Hace un mes de que me acabo de mudar a esta ciudad, es un poco grande pero no es nada fuera del otro mundo… o eso creía hasta hace unas horas.

Mi nombre es Carlos tengo apenas 16 años los acabo de cumplir hace dos meses en agosto, justo  hace poco iniciaron las clases nuevamente, mi escuela al igual que la ciudad no tiene nada especial, las típicas personas que verías en una serie para adolescentes, romances, peleas, drogadictos y un largo etcétera.

Estoy en el club de básquet, en ajedrez y quise entrar a actuación, pero mi miedo escénico no me lo permitió, estoy contando todo esto porque a veces me cuesta mantener mis ideas en contexto y están revueltas por ahí… la manera que uso para centrar todo es escribir y suelo hacerlo casi diario, poemas, canciones y versos, cuentos… me la paso creando cosas en mi cuarto después de terminar mis deberes y haber ayudado a mi padre en el garaje.

Lo sé, tal vez podrías pensar que debería salir más para no escribir tanto porque en algún momento podría quedarme sin ideas, y créeme que lo he intentado, hace unas noches conocí a un grupo de jóvenes  que pasaron por mi casa en bicicletas (cabe resaltar que casi no soy mucho de tener amigos así que suelo ir de mi casa a la escuela y de la escuela a mi casa apenas saludando a uno que otro que me encuentro de frente, como ves no suelo ser muy social). El punto es que mientras terminábamos un día difícil en el garaje, pasaron esos chicos en bicicletas, me invitaron a jugar escondidas en un lugar bastante peculiar, era la casa a medio terminar que apenas estaba a unas cuatro calles más abajo, algunos dirán que ¿qué tiene de extraño ir a una casa a medio terminar?, pues si lo ves desde la superficie que lo ve una persona que solo va de pasada por el lugar no hay nada de extraño, pero desde mis primeros días en la escuela escuche cosas acerca de esa construcción, decían que debajo de esa construcción habían enterrado un viejo tesoro de épocas coloniales, en base a eso se desprenden otras teorías, como por ejemplo decían que los dueños de la casa fueron obligados a dejarla debido a que no podían dormir por las noches ya que escuchaban voces o veían siluetas de niños o adultos cada que iban a quedarse unos días ya que aún faltaban cosas por construir como la segunda y tercer planta y parte de la primera. Pero la más realista es la que dice que fueron amenazados por un grupo para irse de ahí, y así ellos apoderarse del tesoro.

Sabiendo todo esto, me pareció interesante acompañarlos a esas viejas ruinas, ya que en casa no había mucho más por hacer,  hacia frio y las hojas de los arboles ya vueltas amarillas se desprendían de sus ramas así anunciando el otoño.  No pasaron ni diez minutos cuando ya estamos afuera de dicha casa, así que esperando que nadie nos viera, nos dispusimos a entrar uno a uno por un hueco en una de las paredes que separaban la casa de las calles. Tomamos linternas y estuvimos algunos minutos viendo el lugar y recorriéndolo, me había impresionado la forma tan sencilla en la que pudimos colarnos adentro, tenía un lejano sentimiento de que algo andaba mal, sumándole a eso, si le pedí permiso a mi padre de ir a jugar… pero nunca le dije a donde.

Mientras pensaba en todo aquello una de las chicas rompió el silencio con una pregunta un poco esperada.

–—¿Creen que sea verdad que aquí haya un tesoro escondido?

—Todo quedo en silencio por un momento—

Yo era nuevo por ahí así que decidí no contestar nada.

—No creo que sea verdad todo lo que hablan de este sitio, ¡vamos a jugar de una vez! Se está haciendo tarde ya.

En eso solo me limite a mirar mi reloj, no podía creerlo eran las 10:15 PM. No puedo creer que hayan pasado dos horas, no supe a donde se fueron esas dos horas ya que todo se sintió tan fluido, estaba un poco ido cuando escuche:

—Oye Carlos, vamos a jugar, como tú eres el chico nuevo te va a tocar encontrarnos.

—Está bien –Conteste resignado–.

Entonces señalando a una puerta de madera que se encontraba en el centro me dijeron que debía ir a ese lugar para empezar a contar, todos los lugares de la casa eran válidos para jugar, realmente no había mucho a donde ir, así que estaba seguro que sería algo fácil de hacer.

Me toco empezar la cuenta 1… 2… 3… escuchaba pasos alejándose rápidamente del sitio 4…5…6… el viento empezó a soplar levente, solo había calma pero no tanta paz 7…8…9… estaba a punto de abrir los ojos… ¡Diez!

Me quite de esa puerta que además me estaba dando una sensación extraña y me dispuse a buscar a los demás, no pensé que fuera algo difícil ya que solo eran 4 niños, y no tenían muchas opciones a donde correr. Había pasado alrededor de media hora y no encontraba a nadie. Claro escuchaba susurros, pisadas y cosas que se caían, yo solo estaba dando vueltas por el lugar y nadie aparecía, justo cuando regrese a la puerta escuche algo del otro lado de ella, vi una silueta y estoy seguro de que alguien estaba detrás… esa puerta estaba cerrada por dentro y me asegure de que lo estuviera, además no tendría sentido que hubiera alguien  detrás puesto que ese era el punto para salvarse. 



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 22.06.2019

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