M E L O D Y
«¿Muñeca?, pero ¿qué se cree este idiota como para llamarme de esa forma? No puedo creer que haya chicas que se lleguen a enamorar de Kevin Bauman».
Continué con mi trabajo, de la forma más profesional que me permitía la mirada inquietante del chico, y las breves respuestas que me deba su compañero. Mientras uno intentaba coquetear, el otro parecía estar en su mundo, el cual se encontraba bastante lejos del nuestro. Cuando terminé, antes de que ambos chicos pudieran regresar, al chico de la cámara se le ocurrió la maravillosa idea de tomarnos una foto a los cuatro, al entrenador, Kevin, su compañero, y yo. Iba a negarme, cuando el entrenador Miller dijo que le parecía una idea fabulosa, ya que estaba seguro de que ese era su año y de que iban a ganar, y que mejor forma de empezar esta nueva temporada que tener una foto de sus mejor jugadores en la portada.
Con una pequeña mueca me acerqué a donde estaban los chicos. Lo único que quería hacer era dejar de estar cerca de Kevin y todo lo que él cree que es genial. El entrenador se colocó en la esquino contraria, dejando a Nathaniel y a Kevin en medio y a mí del otro lado. Antes de que él tomara la foto vi que dudó un poco, y su boca se contraía hacia abajo, en una pequeña señal de incomodidad, después se acercó un poco hacia donde estábamos.
–¿Puedes moverte un poco más hacia tu derecha? –preguntó, dejando un espacio considerable entre ambos.
–¿Aquí? –pregunté, mientras me movía.
Él negó con la cabeza, y como si dudara una vez más alzó un poco sus brazos, pero a medio camino se detuvo, como si algo le impidiera continuar.
–Tranquilo Adler, las chicas no muerden–comentó burlonamente Kevin.
Nathaniel lo siguió con una pequeña risa que no pudo evitar contener, ambos se ganaron una mala mirada por mi parte, y una segunda advertencia por parte del entrenador. Las mejillas del chico se encendieron un poco, y por más que tratara de ocultar el rubor era demasiado notorio en su piel blanca. Sin detenerse a pensar, y tomándome por sorpresa, me tomó de los brazos, y me colocó entre Kevin y Nathaniel. Se alejó, pateando con su pie el poco pasto que se alzaba a su paso.
–Entrenador volteé hacia acá, por favor–pidió–, uno, dos, tres–la foto fue tomada–. Una más, por favor, uno, dos tres. Gracias–bajó la vista hacia su cámara para ver como habían salido las fotos.
El entrenador soltó un par de aplausos, como si hubiéramos hecho algo realmente genial que mereciera la atención de todo el mundo. Me aparté de ellos y fui hacia donde había dejado mis cosas, guardé mi cuaderno.
–Gracias por la entrevista, Melody–comentó el entrenador, me coloqué la mochila sobre los hombros–. Sé que este año ganaremos.
–Gracias a usted, entrenador Miller, y así será–le sonreí un poco para darle más ánimos.
–¡Ustedes dos, dejen de estar haciéndose tontos y regresen con los demás a entrenar! –ordenó el entrenador.
Antes de irme busqué con la mirada a Mathew, pero no estaba entre los chicos que se encontraban haciendo ejercicio, si no que formaba parte del pequeño grupo que estaba acostado sobre el pasto tomándose un descanso, en cuanto escuchó como el entrenador iba hacia ellos gritando y diciéndoles que el partido no se ganaría solo fue cuando se levantó. Negué con la cabeza y me giré para decirle a Nolan que ya nos podíamos ir, pero él ya no estaba ahí.
«¿Es en serio?»
Este comportamiento terminará matándome, de alguna u otro forma debemos encontrar la forma en que podamos convivir en el mismo lugar sin que el aire a nuestro alrededor se vuelva tenso, e intentar dejar atrás lo que pasó en los vestidores. Nadie progresa en la vida quedándose estancado en sus errores del pasado. Así que lo mejor que puedo hacer en estos momentos, es buscar la forma de entablar una pequeña ¿amistad?... creo que eso es ser demasiado optimista, pero por lo menos podemos llevarnos un poco mejor de como estamos ahorita.
«Debo hacerlo».
Encontré la figura del chico un poco más adelante, y antes de que se alejara más corrí hacia donde estaba. No sé qué es lo que voy a hacer, ni siquiera sé que le diré, pero algo se me ocurrirá.
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N O L A N
Estaba a punto de llegar a las puertas dobles, cuando me detuvieron gritando un leve «¡Hey!, por curiosidad me giré y fue cuando la vi. Estaba dos escalones abajó de mí, tenía las manos en las rodillas y la mitad del cuerpo doblado a la mitad, mientras intentaba recuperar el aire que le faltaba. Alcé un poco una ceja.
«¿Qué querrá ahora?»
–Espera, espera–comentó entre pausas, se irguió, puso una mano en su cadera y soltó un suspiro de cansancio–, quien diría que es una larga distancia de las canchas hasta acá, ¿no lo crees? –comentó, riéndose un poco, pero no respondí, solo me le quedé viendo. Hizo una mueca, haciendo que sus labios quedaran en una línea fina–. Sabes no era nada importante lo que te quería decir, así que puedes seguir–señaló con su mano la puerta.