Nolan & Melody

D O C E

N O L A N

Todos estábamos sentados en una de las múltiples mesas de descanso que estaban esparcidas por los jardines de la escuela, y por todos me refiero a Mitchel, Melody, Iker, Isadora, Megan e Issac. El grupo que se encargaría este año de sacar a flote la edición deportiva de la revista escolar, creí que iba a seguir un grupo más numeroso cuando Mitch me dijo que faltaba el resto del equipo. La jefa se encontraba repartiendo las tareas para que la publicación saliera sin ningún problema, lo cual era bueno, porque yo no sabía qué demonios estábamos haciendo ahí, si yo creía que Melody se encargaría de hacer casi todo el trabajo.

–De acuerdo, Isaac te encargaras de las impresiones, Megan e Isadora armaran las revistas, Iker serás mi derecha en cuanto corrección de estilo y nuestra reportera estrella–todos giraron a ver a la chica, yo hice lo mismo para no quedarme como un idiota que seguía sin entender que estaba pasando–, Melody se encargará de sacar a flote este año la edición deportiva–gritaron en coro como si aquello fuera muy importante–. Tú, junto con Nolan–desvié mi mirada hacia Mitch–, harán que me sienta orgullosa, ¿verdad?

«¿Orgullosa? ¿De qué demonios está hablando?»

Melody asintió con total convicción, mientras yo lo hacía algo confundido e incómodo por la mirada amenazadora que nos había dirigido. Continuaron hablando sobre la edición, la fecha de lanzamiento, el plan que debían de poner en marcha para que todo saliera bien, a decir verdad, no sé qué hago ahí, si al parecer sólo era el chico de la cámara, que observaba como todos parloteaban hacia la pobre Megan que escribía de forma frenética sobre un cuaderno, pude ver que de vez en cuando dejaba oraciones incompletas para poder poner una nueva idea.

La sesión no terminó hasta media hora después, cuando Mitchel terminó diciendo que faltaban solo dos semanas para que aquello saliera a flote y que todos debíamos de estar preparados. Tomé mi mochila, listo para irme, pero una vez más el destino parecía retenerme con aquella chica.

–Nolan–era un poco extraño escuchar mi nombre pronunciado por ella–, perdón, es sólo que quería ver si podías tenías mañana disponible el horario después del almuerzo–al ver que no respondía carraspeó un poco y continuó–. Necesito que me acompañes, se me ocurrió que quizás se pueda hacer un último plus a esta edición. No sólo los deportistas forman parte de este evento tan importante, sino también los chicos del club de baile, quienes son los encargados de dar ánimos al equipo y al público, llenando los espacios intermedios con coreografías, quizá pueda hacerles unas entrevistas a unos cuanto, de ellos, agregando así una nueva sección, además eso ayudaría a conocer un poco más del club y a quienes lo forman… sé que es demasiado precipitado, pero se lo contaré a Mitchel, sé que aceptará. En caso de que así sea, ¿me ayudas?

No sabía que contestar, la chica me había llenado la cabeza de información. Por lo que le entendí en su interminable parloteo quería agregar una nueva sección a pocos días de que saliera el primer borrador, y peor aún, la copia definitiva. Ella consideraba importante la participación de los animadores, pero no le encontraba sentido dar a conocer un club, del cual todo el mundo tiene conocimiento, además de que también todos saben quiénes son sus integrantes. Aun así, no me sentía cómodo negándome a algo que ella me pidiera, creo que por siempre ando apoyando sus ideas locas y sin sentido.

–Ayudaré a mi amigo a estudiar mañana en mis ratos libres, pero tengo libre hoy al terminar clases, además creo que a esa hora están en práctica–¡maldita sea Nolan, cállate!

La chica asintió unos segundos mientras meditaba, había colocado su dedo pulgar en su mentón.

–Iré con Mitchel para convencerla. Te veo en la entrada a la hora de la salida, para avisarte cualquier cosa, gracias, Nolan–una gran sonrisa se extendió en su rostro y con una mano se despidió de mí.

Cuando la chica hubo desparecido no pude evitarlo, y dejé que mi cabeza golpeara suavemente contra el tronco del árbol más cercano tenía. Me hubiera zafado de esa fácilmente, diciéndole la verdad, la cual era que tenía que estudiar con Lyssander, y aunque le había dicho que yo lo ayudaría a él, era todo lo contrario, Lyssander me ayudaría a mí, ¿ya mencioné que soy pésimo en química? Si no he hecho bolar el laboratorio es porque yo jamás toco ningún experimento, yo soy el chico cuaderno, apodo que terminó dándome Kevin, ya que siempre me la paso anotando las reacciones, procedimientos, entre otros elementos. Soy un peligro teniendo un tubo de ensayo en mis manos, incluso cuando está vacío.

Pero, como ya lo mencioné antes, no sé porque, pero cuando ella me pide algo, simplemente no puedo negarme. Me siento mal rechazándola, y eso está mal, porque no la conozco, no hay necesidad de hacer todo lo que me pide. Temo que, si Melody me pide aventarme de un puente con ella, yo lo haré.

 

La campana sonó, me encontraba en la entrada de la escuela, tal y como había quedado con Melody, me tuve que arrinconar un poco hacia los botes de basura, pues la mayoría de los estudiantes estaban saliendo, haciendo que entre la multitud que iba a la salida y uno que otro que iba en dirección contraria, fuera fácil el hecho de empujarme, pisarme, y también jalarme hacia la puerta. Después de quince minutos, en los cuales remarqué los puntos por los cuales aquello era pésima idea, y de los cuales tomé los últimos cinco para molestarme con ella por hacerme esperar, apareció por fin. Estaba checando algo en su celular, que ni siquiera le había prestado atención al camino por el que iba, estaba a punto de decirle algo, cuando choco con el bote de basura, haciendo que la tapa de este cayera al suelo por lo mal puesta que estaba. Aquello ocasionó que un par de chicos que andaban pasando a su alrededor se giraran a verla, una chica le susurró algo a su amiga, para acto seguido, burlarse entre las dos. Noté como el rostro de la chica se ruborizaba un poco, en lo que guardaba su celular en el bolsillo de sus jeans y colocaba de nuevo la tapa en su lugar. Cuando llegó hasta donde estaba, más apenada que de costumbre, también percibí que el bochorno había llegado hasta la punta de sus orejas.




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