Nolan & Melody

T R E C E

N O L A N

Resumiré todo en una sencilla oración: tuve pánico. Bastante. Camille llegó de sorpresa para hablar conmigo, y yo ni siquiera tuve tiempo de reaccionar o pensar que decir, es por eso por lo que casi todo el tiempo me quedé callado, mientras ella mantenía viva la conversación, aunque aquello no pudo haber sido considerado una plática, una charla requiere de por lo menos dos personas, y ahí atrás solamente estaba hablando ella. Cuando creí que las coas no podían salir peor, decidí hablar, diciendo una estúpides, no es costumbre que de mi boca salgan tonterías, lo cual resultó demasiado gracioso, por lo menos logré que se riera, ¿no?

«Nolan: 1 | Pánico: 998».

Imagínense el escenario: yo, sentado en una banca, bajo la sombra de un árbol ya que Melody me había dejado para hablar con su amiga. Cuando llegamos al lugar donde se supone que iban a ser las entrevista no había absolutamente nadie, más que ella, y otra chica que en aquel momento no sabía de quien se trataba. Habíamos perdido el tiempo, el cual pude gastar haciendo otra cosa, aunque se tratara de jugar videojuegos o fundir mi mente en el ocio de las películas de ciencia ficción mientras comía basura junto con Lyssander, como suele decir mi padre.

Claramente estaba molesto, y no me importó ocultar mi pequeño gesto, que Jenell dice que se parece a la expresión que adquiere mi padre cuando algo sucede en la compañía: dos pequeñas líneas de expresión se forman entre mis cejas e inició de mi nariz, además de que en mi boca podrían usarla de regla, por la línea fina y derecha que adquiere. Saqué mi celular, para avisarle a Lana que quizás, después de todo, sí la acompañaría al campo de golf, pero antes de que pudiera mandarle el mensaje, su saludo me tomó por sorpresa.

–Nolan, hola.

Alcé la mirada de mi celular, dentro de mí algo se sacudió, el corazón se me aceleró, pero quizás no era porque estaba junto a la chica que me gustaba, sino, porque estaba junto alguien como ella. Antes de hablar, carraspeé un poco, para evitar que mi voz saliera como un débil y humillante susurro.

–¿Qué tal?

Mentalmente, cerré mis ojos, y empecé a golpear mi cabeza contra el tronco que estaba detrás de mí. ¿Qué clase de saludo es ese?, fue como si por unos segundos el espíritu de Kevin se metiera en mi cuerpo he intentara ensañarme como es que se liga. No pude evitar que mis mejillas se tornaran un poco rojas, en ese momento, todo rastro de seguridad que el fantasma coqueto de Bauman pudo dejarme, desapareció. Podía escuchar su molesta risa en mi mente.

–Vi que Melody también vino, ¿sacarás fotos para el siguiente número de la revista escolar? –no pude hacer más que asentir y sujetar con fuerza mi celular. Sonrió un poco–. Me alegra que por fin te estes dedicando a lo que en verdad te gusta, espero con ansias poder ver tus fotografías en la próxima edición.

–Yo también–respondí sin siquiera pensar.

Cerré los ojos con una expresión de molestia por lo que acaba de decir, podía sentir mi rostro caliente. Pero lo positivo de haberme humillado yo solo, fue que por lo menos logré hacer reír a Camille. Lana me ha dicho que no importa lo que suceda, mientras ella esté feliz, todo está bien. No importa que se haya reído de mí y no conmigo, por lo menos sabía que estaba por buen camino.

El simple hecho de escuchar su risa me tranquilizó. Si fuera poeta, podría decir algo así como: “su risa era como la brisa fresca que entraba por mi ventana en cada amanecer”, pero la verdad es que no soy un poeta, y lo cursi y romántico no es lo mío, así que me limitaré a decir: “su risa me hacia sentir seguro, a salvo”. Sin darme cuenta, la chica había empezado a hablar, me había perdido media conversación por estarla observando y pensado en cada una de sus facciones. Es que alguien como ella no podía ser de este mundo, su belleza era antinatural. Una vez más, la chica me tomó desprevenido.

–Entonces, ¿quieres ir por una malteada?, ¿qué dices?

Me quedé petrificado. Acaso, ¿estaba invitándome a salir? El corazón estaba martilleándome fuertemente en los oídos, sentí que el alma se me caía a los pies. Me sentí aturdido por unos segundos, sin embargo, mi cabeza se movió en señal de aceptación, como si fuera un reflejo de mis nervios.

«¿Qué demonios estás haciendo, cuerpo?»

–¡Genial! –sonrió–, ven, vamos a decirle a las chicas.

¿Qué es lo que debemos decirles?, se supone que es una cita, ¿no?, no soy experto en la materia, pero sé que en esa clase de situaciones sólo involucra a dos personas, las cuales pasan tiempo, los dos juntos, a veces a solas… uno debe tener interacción con la otra persona. Ahí fue cuando el pánico me sacudió de pies a cabeza.

La chica se adelantó, yo me quedé unos segundos atrás, intentando procesar todo lo que acababa de pasar. Camille me había hablado, y yo lo había arruinado, como siempre, pero por lo menos, había logrado hacerla reír. Las chicas ni siquiera se habían dado cuenta que nos habíamos acercado a donde ambas se encontraban, al parecer Melody iba a hablar, pero Camille lo hizo primero.

–Chicas, bueno, Kath, creo que sería buena idea interrumpir el entrenamiento por hoy, ¿no lo crees?

No entendía que entrenamiento debían terminar, si cuando llegamos sólo estaban ellas dos, y la única que estaba bailado era ella, mientras Kathya simplemente observaba. La amiga de Melody se giró hacia ambos, portaba una radiante sonrisa de suficiencia, como si acabara de hacer algo realmente importante.




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