Nolan & Melody

Q U I N C E

Q U I N C E

M E L O D Y

En un acto de reflejo, quizás por las emociones que estaba experimentando en aquel momento, dejé que mis brazos se abrieran, arropando al chico dentro de ellos, como si se tratase de un gigantesco oso de peluche. Cuando hice aquello, debo admitir que no estaba pensando, en realidad, es decir, no me detuve a procesar el hecho de como reaccionaría Nolan, o preguntarle si podía hacerlo, ya que sabía la respuesta, no, quizás algo parecido ha de estar pensado en este mismo instante. Estaba a punto de separarme del chico cuando uno de sus brazos logró escapar, subiendo a través de mi espalda, con su mano palmeó lentamente mi espalda, como si estuviera dándome ánimos.

No lo puedo creer, ¡Nolan se dejó abrazar por mí!, y hasta el momento no me ha empujado lejos, como pensé que haría dos segundos después de que me di cuenta de lo que había hecho. En vez de eso, el chico seguía dándome palmaditas en la espalda, eso sin duda era una forma de reforzar el abrazo.

–Melody–antes de hablar me dio como tres palmadas más–, perdón, pero, es que me estás lastimando.

–¿Qué? –pregunté un poco confundida, claramente estaba en mi mundo, el cual fue destruido por su voz –. ¡Oh, sí!, lo siento, lo siento–me disculpé mientras me alejaba del chico y le sacudía la ropa, como si tuviera polvo encima.

Mientras mis manos golpeaban suavemente su torso, la mirada del chico seguía mis movimientos con curiosidad, pero también con cierto nerviosismo. No entendía porque estaba actuando así, hasta que caía en la cuenta de que lo estaba tocando de nuevo, en esta ocasión, más que la vez pasada. Así de distraída puedo llegar a ser.

–Perdón–había abierto mi boca segundos antes de poder formular esa palabra, pero lo único que salía era mi torpe intento de formular la letra “pe”.

Me alejé de él dando un paso hacia atrás, pero aun así sentía que lo tenía demasiado cerca. Ambos desviamos la mirada en direcciones opuestas, mientras yo veía la barda del edificio que teníamos a un lado, Nolan observaba la calle, sabía que los dos teníamos el rostro rojo como un tomate, y que estábamos demasiado avergonzados como para vernos a la cara ahorita. Sin quererlo, recordé lo que había pasado en el baño hacia semanas, y a pesar de que hacía frío, no pude evitar sentir calor por el bochorno que me provocaba recordar aquel día.

«Dios. Fue demasiado pronto como para abrazarlo, no puedo tocar sin que aquella horrible imagen aparezca en mi cabeza».

Como si fuera una broma cruel, la voz de Kathya haciéndome burla resonó en mi cabeza: “¿Qué pasó, Melody?, es que, ¿acaso no lo disfrutaste?, ¿tan malo fue?”. Ni siquiera cuando estamos peleadas me deja en paz.

–Quizá deberíamos seguir–hablé–, para que la lluvia no nos agarré a la mitad de camino.

Antes de que el chico pudiera decirme que ya no quería acompañarme a casa o algo por el estilo, me adelanté, dejándolo atrás. Una parte de mí quería que diera la vuelta y saliera corriendo hacia su casa, pero, a pesar de que esa idea corre por su mente, y sus pies, y él quieren hacerlo, por alguna razón sentía que no la haría. Hay algo en Nolan que no logro descifrar, cuando creo que lo estoy logrando, ¡boom!, el chico parece salir con algo nuevo. Sentí sus pasos detrás de los míos, sólo le bastó con dar cinco de ellos, y ya estaba detrás de mí. Sus piernas eran realmente largas, haciendo que pudiera sacarme dos cabezas de altura, y yo que me sentía enana a un lado de mis hermanos.

 

El resto del camino lo completamos en silencio. Fue como si ambos sintiéramos que habíamos dicho demasiado por el día de hoy, y quizás eso en realidad fue lo que pasó; dejar conocer lo que sentía el otro es una de las peores ideas que se nos pudo haber ocurrido. Pero aun así me sentí bien en el momento en el que Nolan se atrevió a contarme como es que conocieron su amigo y él, me había escuchado cuando yo hice lo mismo, compartimos un momento sin siquiera darnos cuenta, y eso era algo que yo atesoraba.

Un par de calles antes de que llegáramos a mi casa, las primeras gotas de lluvia se dejaron caer, eran pequeñas, pero de un momento a otro, aquel fino llanto se volvió en un aguacero, haciendo que las gotas golpearan violentamente nuestros cuerpos. En cuestión de segundos estábamos mojados y el frio se colaba aun más entre la ropa húmeda, haciendo que mis dientes empezaran a castañear.

«¡Esto era lo que quería evitar!»

Miré a Nolan, que al igual que yo estaba mojado de la cabeza a los pies. Lo tomé un segundo de la mano para que me prestara atención a mí y no lo que estaba a su alrededor.

–Quedan dos calles para poder llegar a mi casa–lo solté.

Nolan comprendió lo que quería decirle, pero no me atrevía; el clima estaba por empeorar, y que él regresara a casa bajo a esta lluvia no era la mejor opción. Debíamos ir a mi casa, donde esperaríamos a que la lluvia bajase un poco para que el chico pudiera irse. Simplemente asintió, él sabía que no tenía alternativa a menos que quisiera pescar un resfriado.

Y sin pensarlo dos veces, ambos corrimos por toda la banqueta, esquivando a los transeúntes que también iban a prisa en busca de refugio. Lo que en un principio había sido una misión por llegar a casa, terminó siendo una experiencia divertida, pues cuando cruzamos la esquina para llegar del otro lado de la calle, pude escuchar como el chico soltaba una pequeña carcajada, con cuidado, desvié la mirada hacia él, estaba sonriendo, en realidad estaba disfrutando aquello. Al verlo así, no pude evitar contagiarme con su alegría. Cuando llegamos al inicio del jardín de mi casa, solté un suspiro de alivio.




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