N O L A N
Frente a nosotros se encontraba Camille, sostenía lo que parecía ser un barquillo de chocolate con chispas de colores, pero su rostro no reflejaba felicidad alguna por tener su helado, parecía como si alguien le hubiera echado una cubetada de agua fría y le haya expuesto a todo el mundo. Sin darme cuenta solté la mano de Melody, y ahora que lo pienso, no fue porque la mía comenzaba a sudar a mares, sino porque el hecho de verla a ella, de saber que su mirada había estado fija hacía unos segundos puesta en ahí, en donde hace unos segundos nuestros dedos habían estado entrelazados, ocasionó una extraña opresión en el pecho y una emoción crecía en la boca de mi estómago. La forma en como sus ojos se apagaron y su sonrisa decaía me hicieron sentir mal… culpable, y no sabía por qué, yo no había hecho nada malo, ¿o sí?
Ahora podía sentir que todos en el lugar estaban viéndome y señalándome, como si fuera el enemigo público número 1, cuando en realidad todos estaban demasiado concentrados en sus helados como para hacerle caso a un adolescente tan patético como yo. Sin darme cuenta, me había alejado considerablemente de Melody, de alguna u otra forma intentaba arreglar una situación que en primera no tenía (y no debía) tener solución, y sin querer, había herido a dos chicas al mismo tiempo.
–Creo que lo mejor será que nos vayamos–la primera en romper aquella situación tan incomoda fue Melody, que lucía igual o peor que yo–. O si quieres lo dejamos para otro día…
–Nolan–había volteado a ver a Melody solo unos segundos, cuando la tenue voz de Camille captó mi atención–, veo que ustedes dos–nos señaló–, ¡vaya! Me alegro mucho por ustedes–sonrió, pero fue un gesto que solo se quedó en sus labios y no subió a sus ojos, mucho menos al resto de su cara–. Fue un gusto saludarlos, nos vemos mañana.
La chica se despidió con un gesto de mano y nos rodeó, seguida por sus dos amigas, quienes no dejaban de señalarnos y cuchichear, no eran precisamente las personas más discretas en cuanto al tema del chisme. Por mi parte yo seguí con la mirada como es que Camille se iba, pero me regresé hacia la realidad cuando vi que Melody también se iba hacia la puerta.
–¿A dónde vas? –iba a tomarla del brazo, pero me detuve, ¿por qué lo hice? Hasta la fecha sigo sin poder responder esa pregunta.
Melody se giró hacia mí, tenía una pequeña sonrisa en sus labios, y al igual que el gesto de la otra chica solo reflejaba pesar.
–Otro día venimos, si quieres, pero por favor, que sea cuando sepa que es lo que quieres.
–¿Qué es lo que quieres decir? –pregunté, entre extrañado y asustado por su respuesta.
Se acercó un poco a mí y me tomó de la mano, y durante todo el rato que estuvo hablando no la soltó.
–Nolan, creo que estás confundido–sus palabras se tropezaban un poco en su boca, y parecía como si en cualquier momento fuera a llorar. ¿Qué es lo que está pasando? Hace unos momentos parecíamos estar bien–, puede que, si sientas algo por mí, pero, no la has olvidado a ella–señaló hacia afuera, donde todavía seguían las chicas, quienes a penas se iban a subir al auto de una de sus amigas–, y yo no pretendo ser aquella con quien aclares tus emociones. Yo en verdad te quiero, en serio me gustas mucho, y no quiero salir herida solo por una confusión.
Cuando terminó de hablar soltó mi mano, no se detuvo ni siquiera para despedirse, o voltearme a ver como luego suelen hacer en las películas, simplemente salió de la heladería y siguió el mismo camino que habíamos tomado hacía unos minutos, cuando en serio me sentía como el chico más afortunado del mundo, y ahora me había quedado confundido y solo en medio del lugar.
«¿En qué momento pasó todo eso?»
–¡Genial, hermano! –el chico había dejado de lado su hamburguesa para centrarse en mí–, te besaste con la chica de tu sueño y te enteraste de que le gustas a alguien más, eso sí es ganar en la vida.
–No, no, entendiste todo mal. O sea, no quiero decir que Melody no sea la chica de mis sueños, pero no estoy hablando de…
–Espera –me cortó Lyssander–, ¿te besaste con alguien más? ¡Asombroso! Quién lo diría Adler, eres todo un rompecorazones.
Dejé que el chico siguiera con su loca fantasía de que su amigo era una clase de superhéroe y simplemente me limité a negar con la cabeza. después de haberme quedado solo y confundido en la cafetería regresé a mi casa, donde me recibió el completo silencio, y como no me apetecía estar solo, invité a Lyssander a jugar un rato, habíamos ordenado comida y desde hacía una hora intentaba explicarle lo que había pasado, pero creo que era yo quien lo tornaba complicado, al meter las explicaciones como: “O sea, sí me gusta Melody, pero creo que jamás dejé de sentir algo por Camille” o “Amabas son lindas, si pudiera partirme a la mitad, saldría con ambas”. Ninguna de esas expresiones me ayudaba a digerir que era lo que estaba experimentando y mucho menos que era lo que sentía, quizás después de todo Melody tenga razón, y jamás superé a Camille, solo la usaba a ella como un medio para dejar de sentirme… ni siquiera sé cómo me siento.
–Sólo no vayas a cometer una estupidez–soltó de pronto Lyssander.
–Oh créeme, ese consejo llegó demasiado tarde.
–¡Oh, amigo! Nunca es bueno salir con dos chicas a la vez.