N O L A N
–Eres un idiota, ¿lo sabes no? –comentó Lyssander mientras me arrastraba hacia la salida de la casa–. Por cierto, me debes lo del taxi.
–Sí, lo sé–susurré.
La boca me sabía terriblemente a metal y alcohol. Escupí en cuanto salimos de la casa.
–Vamos amigo, dime ¿qué fue lo que pasó?
Nos detuvimos, apoyé la mayor parte de mi peso en mi amigo, quien había pasado uno de mis brazos por sus hombros y me sujetaba con el otro para que no tropezara con mis pies.
–Soy un idiota, ¿no lo has dicho?
Lyssander meneó la cabeza.
–Eso no lo niego, pero ¿acaso Kevin te provocó y no pudiste contenerte y no encontraste mejor excusa que golpearlo?
–Yo lo provoqué–lo miré. Sus ojos estaban abiertos de par en par–. No sé que se trae con Megan, pero–me encogí de hombros, movimiento que me hizo soltar un leve quejido– creo que siente algo por mí, Megan no Kevin–aclaré en cuanto vi que los ojos de mi amigo se abrían aún más–. Me besó.
–¿Te qué? Dios Nolan, en menos de dos meses te has vuelto el chico más cotizado de la escuela, y después de la paliza que le has dado a Kevin quizás el doble–sonrió y se despidió con un gesto de mano de dos chicas que pasaron–. Eres mi ídolo, ¿lo he dicho?
Negué con la cabeza. Andamos de nuevo, le tendí las llaves de la camioneta.
–Lo he arruinado–negué con la cabeza.
–¡Dios! No me digas que Melody los vio besándose…
–¡Ni siquiera fue un buen beso! –me quejé. Puede que todavía estuviera algo ebrio–. Sólo puso sus labios sobre los míos, yo la alejé y después limpió el resto de su labial que dejó en mi boca con su pulgar, mientras me decía «Obtengo lo que quiero»–la imité–. ¿Qué es lo que quería? ¿Qué nos acostáramos?
–De acuerdo amigo, es hora de que descanses. Estas empezando a decir idioteces.
Lyssander abrió la puerta trasera de la camioneta y me empujó dentro. Ni siquiera lo hizo con delicadeza, todo mi cuerpo golpeo contra el asiento trasero, y no pude evitar soltar un grito de dolor, que mi amigo ignoró en cuanto cerró la puerta.
–Eres un idiota–susurré mientras me incorporaba y dejaba caer mi cabeza contra la ventana.
Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro de cansancio y dolor. Por increíble que parezca –ya que había sido mi sueño desde siempre poder golpearlo– me arrepentía totalmente de haberlo hecho. Sé que ahora Kevin arremeterá contra mí en cuanto pueda, esto es no algo que se vaya a quedar así, no para él. Estúpidamente –cegado por el alcohol– le había dicho a Kevin que sí había pasado algo entre Megan y yo. Me sentí valiente por escasos minutos, creí que tenía dominada la situación y que podía hacerle pasar lo mismo que a mí cuando los vi en la cafetería y cuando entraron a la cocina, los ojos de del chico no estaban precisamente viendo el frente cuando entraron, motivo por el cual no me arrepentía de haberle dado en el ojo.
La puerta se abrió de nuevo.
–No molestes, Lyssander, sé que soy un idiota, no tienes que repetírmelo.
–Menos mal–comentó la chica.
–Melody–susurré mientras abría los ojos y la miraba.
La chica cerró la puerta en cuanto entró y la luz del coche se apagó. Se acercó un poco más, hasta casi quedar en el asiento de en medio y alzó su brazo, encendiendo la luz interior de nuevo. Pasó sus ojos preocupados ojos cafés por mi rostro, y no pudo evitar poner una mueca de preocupación en cuanto me vio.
–¡Dios! En verdad eres un idiota, ¿cómo pudiste? –preguntó, al borde de las lágrimas–. Creí que te mataría ahí mismo… Pero ¿qué fue lo que pasó? –frunció un poco el ceño, pero la preocupación no se fue del todo de sus ojos–. No, no me lo digas, no quiero saber. No me interesa.
Tocaron el vidrio, Mel se giró sobre el asiento y bajó la ventana, una mano se adentró, tendiéndole una bolsa con hielo.
–Lo has conseguido–exclamó–. Gracias, Kath.
La chica lo tomó y su amiga se agachó, para ver el interior del coche. En cuanto me vio hizo una expresión de dolor, y negó con la cabeza.
–Le diste su merecido, bien Adler–alzó un pulgar y sonrió–. Aunque no luces exactamente como un vencedor–dibujó una mueca.
–¡Kathya! –la chica la empujó poniendo una mano en su rostro, alejándola y después subiendo el vidrio. Regresó a mí, lucía una pequeña sonrisa arrepentida en su boca–. Toma, esto es para que te lo pongas… ahí–señaló todo su rostro–. Dios, necesitaremos más que una bolsa–suspiró, cansada.
La tomé.
–Gracias.
La coloqué sobre mi mejilla, hice una mueca en cuanto el hielo hizo contacto con mi piel. Melody soltó otro suspiro y negó con la cabeza.
–Ahí no. A ver, dame–me retiró la bolsa de hielo, y ella misma la colocó donde se supone que iba–. Nolan, ¿qué fue lo que en verdad pasó? –preguntó–. A caso, ¿Kevin te molestó?
Ahora fui yo quien soltó un suspiro de cansancio. No quería hablar de ello, no ahora y menos con ella. No iba a decirle que el verdadero motivo por el que me había golpeado con Bauman se debía a porque le había asegurado que entre Megan y yo había pasado algo, porque aquello no era cierto. Suficiente habíamos tenido con el espectáculo que había formado en la cocina y con el beso que me había dado. Además de haber soportado sus coqueteos por más de una hora.