Nolan & Melody

T R E I N T A Y S I E T E

N O L A N

–¿Lo tienes todo listo…?

Nolan, amigo mío, lo revisé todo antes de salir, ¿de acuerdo? Me sé el plan al derecho y al revés, me obligaste a memorizarlo, literalmente. Mejor porque no nos preocupamos porque tú respires, ¿eh? Sabes cómo hacerlo, ¿no?

Solté un bufido de frustración, lo cual me ayudó a destensar los hombros y saber que estaba conteniendo una gran cantidad de aire desde hacía quien sabe cuánto tiempo. Podría jurar como del otro lado de la línea Lyssander sonreí mientras decía «Eso es».

Mira, Nolan cara de bola–esta vez era la amiga de Mel, sonaba algo frustrada, pero a pesar de ello podía notar la emoción en su voz–, si vuelves a llamar a Lyssander preguntándole por cualquier mínima cosa y por tu culpa chocamos, te juró que regresaré como fantasma a hacer la vid más miserable de lo que ya es, ¿vale? –de haberme tenido frente a ella me habría señalado con su dedo acusador–. Todo saldrá bien, ¡así que deja de molestarnos! ¿Qué acoso este chico no conoce la paz? –escuché en un tono más bajo

Creo que no. Bueno, nos vemos en una hora, adiós, amigo.

Colgó. Me quedé viendo la pantalla iluminada de mi teléfono por unos segundos, terminé guardando el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y me sequé las palmas de mis manos en la mezclilla. Había llegado hacia hora y media aquí, preparando algunos detalles que debían ser atendidos al momento; las flores, las cuales las había ordenado con dos días de anticipación, alguna que otra guirnalda que se había caído del árbol por el aire que había hecho anoche y terminar de poner la mesa.

Había pasado gran parte del día sumido en una ansiosa espera, si bien la idea de que en menos de dos horas estaría en este mismo jardín, con Melody frente a mí, confesándole de la forma más cursi, y probablemente torpe, que pueda lo que siento por ella… Pero a diferencia de la ansiedad acechante que he sentido gran parte de mi vida hay algo diferente esta vez, como cualquier cosa nueva que hacemos, siento un ligero tirón en el estómago, un hormigueo agradable, tengo suficiente conocimiento en esta área como para saber que no es algo que me aterre hacer, me costó una hora saber eso, sólo estoy contando las horas, minutos y segundos que me separan de hacer entablar una relación oficial con la chica de la que estoy enamorado.

Sé que lo siento en fondo del estómago es emoción, una euforia casi asesina que está al borde de terminar conmigo… Probablemente sí he molestado a Lyssander más de una vez asegurándome de que el plan esté marchado sobre ruedas, pero es que quiero que esto salga bien, perfecto. Después de todo, no todos los días te le declaras a tu segundo amor…

–Déjenlas aquí, por favor–anunció una voz a mi espalda–. Muchas gracias joven.

–¿Me podría firmar esto?

–¡Claro! Gracias.

Las flores habían llegado. Kath me había dicho que los colores favoritos de Melody eran las gamas pastel, así que pedí que hicieran un ramo en tonos claros, en cuanto a gusto por las flores, a Mel le gustaban todas, incluso tenía un gusto secreto por las plantas carnívoras. Le pedí ayuda a Lana, planteándole una situación hipotética, para que me ayudase a armar el ramo.

–¡Listo! –sonrió después de que hicimos el pedido–. Para la próxima no le des tanto rollo al asunto y dime que son para aquella chica que te trae loco–su gesto cambio a un tono burlesco–. Somos adultos, casi, y podemos hacer estas cosas sin tener que fingir que el amigo de un amigo quiere regalarle flores a su novia–me guiñó un ojo.

El ramo estaba pensando en la personalidad de Melody y lo que sentía por ella, quien diría que las flores y sus colores representarían muchas cosas más allá de la belleza natural.

–Para que duren más las pondré en agua y le echaré esto–señaló un pequeño sobre verde–. Toma, Margaret, ponlas en florero con bicarbonato y después le pones las vitaminas, ¡no dejes que se mueran! Son muy importantes para esta noche–sonrió.

La chica tomó las flores y entró de nuevo a la casa. Catrina se giró de nuevo hacia mí y sonrió como ella suele hacer, con una ternura y cariño maternal. Además de Miriam, ella también me vio crecer, y estuvo a mi lado cuando mis padres se separaron, cuidó de mí cuando mi madre apenas lo hacía, y se preocupó por mí como si fuera mi tercera abuela.

–¿En que piensas, pequeño?

–Por primera vez en mi vida no pienso en nada–sonreí.

La mujer frunció el ceño.

–Eso es imposible, siempre estamos pensando en algo, ya sea de forma consciente o inconsciente, pero lo hacemos.

–Puede ser, pero por primera vez mi mente está en paz. Generalmente estaría pensando en las mil probabilidades que esto tiene para que todo se precipite a la catástrofe, pero no es así, sólo no puedo esperar a que Melody llegue, porque sé que si esto no sale tal cual como lo planeé, sus sentimientos y su respuesta no cambiarán.

Bueno, puede que para el cuerpo del ser humano sea natural sentir nervios. Un cuerpo que no tiene un elevado gramo de adrenalina en su sangre ¿qué es? Acaso ¿está vivo? Ahora que me encuentro frente al espejo del baño de una de las habitaciones, terminando de arreglar no puedo evitar sentir el nudo en la garganta y una mano invisible que se divierte retorciéndome las tripas.




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