Nombres

[…]

Había rumores, cuchicheos, que pedían ser escuchados con sabiduría. Gritos internos, súplicas, que le rogaban que se marche del lugar al que estaba a punto de ingresar.

No vayas a la cabaña que se sitúa a los pies de las montañas.- musitó alguien. — Sea lo que sea que esté ahí…

El chirrido de la puerta lo sacó de sus pensamientos, se asomó con cautela para ver siquiera lo poco que le permitía la luz del día e incluso sus ojos, preparándose para ver una escena igual o peor a lo que le habían descrito.

Grotesco, descuidado, con olores putrefactos- le contó otro, quien juró haber visitado el lugar—, dignos de una película de terror.

Lo que vio a primera instancia, hizo que tallara sus ojos, pues no era lo que realmente se esperaba. Quizá ver el interior con otra presentación lo hubiese dejado “satisfecho”, con la presencia tranquila de insectos, telarañas, polvo, y… no.

Todo eran tan ordenado y acogedor.

Eso le generó extrañeza, haciéndole abrir por completo la puerta para cerciorarse de que no sea solo su inquietante imaginación jugándole una broma o el delirio que le hacia sentir lo pesado del ambiente. Entonces se adentró sin más, dejando abierta la puerta para su, quizá, pronta salida; dando pisadas sigilosas como si tratara de no llamar la atención de la posible presencia del dueño o sea lo que estuviese oculto.

Una carta.

Una carta apareció frente a sus ojos levitando cuando ya se encontraba a una distancia considerable de la salida. Carta que lo dejó de cierto modo pasmado y más aun cuando esta misma se alejaba unos cuantos centímetros, como si quisiese que lo apreciaran mejor.

Un símbolo estaba presente en la portada, que cambiaba ligeramente con el movimiento, y un título comenzaba a visualizarse cuando se atrevió siquiera a tomarla y ver el posterior de la misma.

“Siempre mira, pero nunca opina y si lo hace genera desastre. Callado y alabado, así es…”.

El sonido de la puerta al cerrarse hizo que volteara hacia esa dirección, sintiendo pavor segundos después por lo pesado que se sentían ahora sus manos, como si estuviera cargando realmente algo. Cosa que descartó y rió con nerviosismo porque, no podía ser. ¡Solo tenía una carta! ¿Cierto?

Giró nuevamente el rostro para abrir aun más sus ojos cuando visualizó un libro en lugar del objeto que tenia hace instantes. Llevándose toda su atención junto con la curiosidad subiéndose a bordo en ese tren de emociones que comenzaban poco a poco a surgir y mezclarse para…

¡Esperen!

—¿Qué es lo que hago aquí?- interrogó confundido, tratando de recordar la razón de su presencia en dicho lugar mientras buscaba con la mirada algo que le diese una pista por muy pequeña que sea, pero no.

Nada.

Sostuvo el libro entre sus brazos casi al instante cuando sintió como unas manos se posaban centímetros mas arriba de las suyas para arrebatárselo, mientras que un misterioso encapuchado salía de entre las sombras para hacerse notar.

—¿Quién es? ¿Cuál es su nombre?- interrogaba una voz lejana.

—Nadie lo sabe, solo y simplemente se hace llamar el…

——————

Le habían advertido a aquel muchacho que no se acercara a aquella cabaña a los pies de las montañas, donde habita ese que oculta su verdadero nombre, del quien se habla a menudo y se rige por una carta.

La carta del: “Observador”.



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En el texto hay: desconocido, historiasdetodo, misterioysuspenso

Editado: 24.05.2022

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