El brillo de la pantalla iluminaba poco o nada la habitación del joven que se encontraba sentado frente a la misma, concentrado, leyendo un artículo que encontró por internet sin percatarse realmente de la hora. Anotando datos puntuales e importantes para él en un cuaderno cual tituló: “Casos sin resolver de Bradley Jones “.
No era de extrañarse verlo invirtiendo su tiempo en ese tipo de temas, tampoco el hecho de que tenga toda su habitación desordenada, repleta de fotocopias y periódicos recortados, libros sobre detectives en su mesa de noche o sobre su CPU y, ¿lo relacionado con la escuela? Quizá en algún lugar de la casa o, por último, debajo de su cama.
Aprovechaba en que su padre no se encontrase en casa — gracias al trabajo- y el haber salido de vacaciones ese mismo día, pues ahora estaba libre de cualquier distracción como eran los deberes o que su progenitor lo llene de sermones que ni venían al caso porque, después de todo, él no salía de casa.
No por decisión propia ni porque él quisiese estar las veinticuatro horas del día o los siete días de la semana metido frente a una computadora, francamente, todo se resumía al simple hecho de que no se lo permitían y ya.
—¡Sin objeciones!
Cerró el cuaderno apenas terminó con su actividad y abrió nuevamente la ventana del buscador en donde tenia la sesión iniciada del e-mail, quería cerciorarse de que no haya algún mensaje entrante antes de siquiera apagar todo e irse a dormir. Sus ojos ya empezaban a pesar al igual que su cuerpo, el sueño poco a poco lo invadía y odiaría quedarse dormido sobre su escritorio. ¿Saben lo fatal que es despertar a la mañana siguiente o en medio de la madrugada con ese dolor de espalda baja, cuello y cabeza?
Oh no, de tan solo pensarlo…
Bostezó y se estiró para disipar un poco el cansancio, volvió a chequear la bandeja refrescando así la página un par de veces sin obtener éxito alguno y, no es que quiera verse o parecer desesperado por recibir un mensaje a altas horas d-
—¿¡Qué!? ¡Pero si era las diez de la noche hace unos instantes!
Maldijo para sus adentros cuando vio que era casi las dos de la madrugada, acercándose a la pantalla para verlo con más claridad y confirmándolo después con su reloj de mano. Le era increíble como es que aún lo tomaba por sorpresa a pesar de no ser la primera vez que le pasaba.
Quiso cerrar sesión cuando por fin lo asimiló, mas el bendito sistema no respondió. Comenzó entonces a mover el mouse con fiereza mientras le rogaba a Dios que le perdone por cualquier cosa que haya hecho y que no lo castigue estropeando la computadora porque odiaría ser regañado por su padre y, peor aún, si este le restriega en la cara todo el dinero que invirtió en ello.
—No, no, no, no…
Podría jurar que sintió su corazón detenerse apenas logró ver la pantalla completamente de negro y dejándolo en total oscuridad, dándolo por perdido. Hizo a un lado el teclado y se recostó sobre el escritorio odiándose, como también, preguntándose qué hizo mal. A lo mejor ingresó a links sospechosos que él no pudo siquiera evitar, un virus, posiblemente algo de lo mas simple o peor.
Suspiró con pesar.
Quizá, si las cosas fueran distintas, no le hubiese impactado mucho el hecho de que arruinó la maquina ya que pasaría más tiempo estando afuera, jugando o yendo de un lado a otro, con sus amigos, descubriendo lugares recónditos o explorando la casa abandonada de los Hend-
Un sonido comenzó a emerger de repente, y aunque lejana, logró captar la atención de aquel muchacho, empujándolo a investigar de dónde provenía tal melodía. Bradley ya había descartado de buenas a primeras la posibilidad de que su computadora sea la culpable, era imposible, puesto que ante sus ojos se había estropeado, según él y su falta de conocimiento.
He ahí su pesimismo.
Ni siquiera se atrevía a levantar la cabeza para cerciorarse y confirmar lo primero que le había pasado por la mente, es más, cerró los ojos aceptándolo.
Bradley
Hey, Bradley
Abrió los ojos con pesar, levantó la cabeza apenas escuchó su nombre y buscó con la mirada como pudo, tratando de agudizar el oído por si lo volvía a escuchar. Pensó de inmediato en su padre, quién posiblemente haya vuelto del trabajo y que estaría a punto de subir las escaleras, no obstante, no lograba escuchar sonidos provenientes de la primera planta, solo esa música que le comenzaba a ser molesta intensificándose más y más como si quisiera lograr fastidiarlo de cierta manera.
—…prefiero creer que es el cansancio.
Meneó la cabeza tratando de no cerrar los ojos y quedarse dormido sobre la silla, volvió la vista hacia el monitor e inexpresivo, observó su reflejo. La música cesó apenas esto sucedió, dándole paso al silencio mientras que el joven Bradley luchaba consigo mismo para poder levantarse, sacar el enchufe e ir a la cama para más comodidad, pero de cierta forma se sentía obligado a estar aún en su sitio, quieto, esperando ese algo que ni él sabia qué.
Y siguió mirando, tanto a la pantalla como a su reflejo, cerrando sus ojos cada tanto dándose casi por vencido pensando en nada. En un trance increíblemente tranquilo, dejándose llevar por el sueño abrazador tomándolo entre sus brazos para que finalmente caiga.
Cosa que casi ocurre si no fuera que se percató de su reflejo tomando forma y moviéndose independientemente para saltarle en toda la cara mientras él lanzaba un grito de la impresión, cayendo de la silla por el susto causado, jadeante, tocándose el pecho como si tratara de que su corazón no se le saliese de ahí.
Trató de calmarse.