nomeolvides

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Mew caminaba por el costado del camino sin importarle el frío, el hambre o la lluvia. Siempre cabizbajo siempre. Mirando al suelo. Siempre con los hombros encorvados como si le pesara el mundo, como si le pesara la vida. 

Un trueno cercano lo hizo estremecer. Pero recién se frenó en seco cuando escuchó otro ruido acercándose. Se hizo a un lado del camino sin siquiera mirar. Reconocía aquellos sonidos de motores de memoria. Pasarían raudos, lo mirarían con desprecio, se burlarían de él. Le gritarían alguna palabra hiriente y como era costumbre seguirían de largo, dejándolo allí, mirando el cielo y suspirando. Y como hacía siempre, se tragaría las lágrimas mientras ellos estuvieran cerca. 

Sólo la luna lo vería llorar esa noche. Igual que siempre...




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