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Con los puños apretados y los ojos cerrados, temblando de pies a cabeza la mente de Mew de improviso lo llevó un viejo recuerdo. El primer día de clases de ese último año escolar cuando se lo cruzó en un pasillo. Al ver aquellos ojos rasgados, esa sonrisa traviesa ese cabello alborotado y esas manos gráciles, Mew pensó que aquel joven Gulf era el joven más lindo que había visto en su vida.

 Nunca olvidaría su mirada. Nunca olvidaría la sonrisa que le regaló cuando se presentó ante él. Nunca olvidaría las cálidas palabras de bienvenida. Pero aquella magnética sonrisa se volvió un gesto serio cuando un compañero le susurró algo al oído. Mew no tuvo necesidad de escuchar lo que le decía el susurro. Leyendo los labios entendió la palabra marica y no necesitó saber el resto de la frase. Le pareció ver una sombra en los ojos de Gulf e instintivamente se puso en alerta.

 Mew había visto esa sombra en los ojos de muchos otros, tiempo atrás. Era una sombra que aparecía a menudo cuando se enteraban de sus gustos..., de su forma de amar...Pero con una actitud que jamás había tenido y que jamás había vuelto a tener, Mew se revistió de valor, que le duró un segundo, el mismo segundo que tardó en decirle aquel Gulf quien ahora le retiraba la mano de la suya:

" ...No te preocupes, no eres de mi tipo...Soy de esos gays que tienen buen gusto..." 

Y dejándolo allí en el medio del pasillo, entre las risas burlonas de sus compañeros, se aferró a su mochila y caminó hasta el salón intuyendo que el año escolar que le esperaba sería un infierno.