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Prólogo.

Prólogo:

Meses atrás…

El olor a desinfectante, las pelusas en el aire, los desesperantes aullidos de los perros y yo hundiéndome de forma ridícula en el sofá marrón de la recepción de una de las varias perreras de la ciudad.

No me la creo, adoptare a un ser vivo que come, duerme y subsiste a mi merced. Me cago del miedo.

Señorita, adelante—Sonríe la recepcionista

Joder… ¿Y ahora donde se supone que me escondo?

Levanto las piernas muy a mi pesar, mis pasos casi se arrastran por el pasillo.

—Gracias—Susurre

Temo que no fue audible, en sí, estoy casi segura que ni me escucho, bueno, tampoco es que me importe. Levemente doy tres toques a la puerta recibiendo un “pase”

Giro la perilla de la puerta, ingresando en una habitación de paredes blancas con fotografías de perros con sus respectivos amos, suponiendo que fueron adopciones.

—Buenos días—Saludo con una mueca

¿Qué? Al menos intente sonreír.

—Buenos días…—Saluda alegremente un muchacho joven un poco mayor que yo mirando unos papeles, vaya, no son nada menos que los trámites de adopción—Señorita Laus, es de mi agrado saber que completó cada documento que se le requirió, por favor sígame—Lo sigo sin chistar

Es alto, cuando lo sigo puedo ver que solo le llego a los hombros, sus ojos son de un raro castaño y de cabellos dorados, su cara es simple, pero de rasgos distintos, pero atractivo. Vaya anomalía, parece que no es de por aquí.

Bueno, con algo debo de conformarme ¿No?

Sonrío, pero de forma interna, no, mentira, ni babeando me fijaría en alguien tan… No nada.

—Claro, por supuesto—Respondo con la cara más seria que tengo

Si, pude decir miles de cosas, pero soy más del tipo de personas que piensa mucho que decir y al final solo dice monosílabos.

Efectivamente, soy un fenómeno, pero de las buenas.

—Debe ser muy cuidadosa con el trato de un can, señorita Laus… —Explica, pero lo interrumpo

—Amy…—Le dedico la más pequeña (grande para mi gusto) sonrisa de mis días— Solo Amy.

El chico asiente con más confianza, notando que estaba un poco inquieto.

—Discúlpame Amy, no todos los días vemos a personas dispuestas a adoptar, en muchos casos estos pobre animales son arrojados en bolsas de basura, atados de patas y hocico para evitar que hagan ruido—Arruga el ceño claramente indignado, y yo solo pienso en los mal nacidos que hacen que mi enfado y repulsión crezca.

—Bastardos…—Murmuro más alto de lo normal

El chico me mira y asiente, sin molestarse con mi mal lenguaje.

—Exactamente eso es lo que son, los mal nacidos incluso abandonan a sus perros atados, dejándolos morir a su suerte, la mayoría son ya adultos, los cachorros son los que más suerte tienen en las adopciones—Me mira, esperando mi reacción, obviamente creyendo que vine por un cachorro—No te sientas mal si es lo que deseas, después de todo, le darás una oportunidad a un nuevo ser—Sonríe.

—Vengo por cualquiera, sin preferencia—Lo miro con un poco de burla

El can que esté conmigo será el que encaja y obviamente el cual no se asuste con mi aura de mierda

—Marcus… Marcus Frizzie—Extiende el mano complacido la cual estrecho con un poco más de interés.

—Ya sabes el mío—Ríe

Se detiene y yo junto a él, el parece contento (Mucho) cuando dice:

—Bienvenida—Al abrir la puerta se escuchan los aullidos de los desesperados canes—Se encuentran ansiosos por tu llegada

Las jaulas se movían, mi corazón late de forma acelerada, se estruja al ver tantos pares de ojos llenos de miedo y súplica... Y por primera vez en tanto tiempo me siento libre de rencor…Con un estruendo de compasión.

¿Qué mota me habrán metido?

—Ven Amy, te presentaré a los muchachos—Me guía

Ya no me parece tan pendejo como antes (Ups)

—Suena genial—Me siento nerviosa, por lo cual me acaricio suavemente el cuello

Marcus mueve la mano de forma que me acerco a ver a cada perro

—Él es Chispas, fue encontrado cerca de un taller mecánico atado a un poste, fue valiente y se dejó ayudar por unos adolescentes que lo llevaron a la veterinaria, lastimosamente no lo pudieron tener, pero lo dejaron bien— Lo veo, y siento un gran afecto hacía el, pero al verme solo ladra— Vaya, normalmente no hace eso

Marcus entrecierra los ojos notablemente confundidos, pero no me importa, el solo hecho de ser rechazada hasta por un animal casi me noquea, debería acostumbrarme…Debería.

Los demás perros reaccionan de forma similar, al llegar casi a la última jaula le pido al inútil de Marcus (que no tiene la culpa de nada, pero me encuentro frustrada) que me deje salir a tomar aire por un rato.




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