CAPITULO I:
Actualmente…
No puede ser, en serio que no puede ser….
¡Maldita sea!
La ruidosa y maldita alarma no dejaba de sonar, no puedo evitar retorcerme como gusano en la cama de lo molesta que me siento, la vida no podía ser más…
—¡Miau! —Sentí las patas de el pedazo de carne estirarse encima de la manta
Sus maullidos no dejaban de incrementarse, Max era un gato muy escurridizo y extrovertido, era obvio que no tenía ni una pizca de mi personalidad, menuda paradoja.
—Si, ya entendí Max, pero solo cinco minutos más…—Susurre acurrucándome en las sábanas, sin embarga, ni medio minuto y Max se abalanzo como chinche sobre mi—¡Vale, ya entendí! Hora de levantarse.
De mala gana salí de mi cama para dar inicio a otro día casual.
Y hoy tocaba ir al veterinario… Solté una risa maquiavélica mirándolo a los ojos. La venganza es dulce mi hermano.
—Anda, estira esas patas, debemos preparar nuestro veneno—Obviamente me refería al desayuno.
Tomo unas pantuflas que me regalo mi madre y me las pongo, si por mi fuera, caminaría descalza, o mejor, si por mi fuera, dormiría todo el día.
—Bueno ¿Qué se te antoja? —Un maullido brutal me hace mirarlo—No, ayer ya comiste salmón, hoy solo tomaras un poco de caldo y croquetas, no seas goloso
Me responde con un ronroneo más cariñoso ¿Qué cómo lo sé?, ni idea.
Preparo un descafeinado, dos tostadas, un junco de cereales con leche y fruta picada con yogurt.
Cuando organizo mi desayuno me encargo de asear el rincón de “Maxilandia” cambiando la arena por una nueva, pasando un rodillo para quitar los pelos, cambio la cama por su favorita (Mi papá se la compro), y finalmente limpio su plato, sirvo su comida y cambio el dispensador de agua.
—Buen provecho, y devora, no vayas a atragantarte—Le aconsejo cuando veo que empezó a comer como un loco
Tomando el IPad reviso cuanto trabajo tengo para esta quincena, pensando nuevamente en todo lo que tendré que comprar, y eso solo significa: Viajar.
Las telas, hilos, cuadernos de dibujo, tizas, bordados… ¡Una locura completa!
Ser diseñadora es mi sueño, aunque mi personalidad no sea para nada compatible con ella.
Mi madre es una de las mayores exponentes de la anterior época, y yo soy de la actual.
Y es demasiado gracioso, porque no me agrada exponerme demasiado para las revistas, la televisión y esas cosas, aun así, mi trabajo es exclusivo.
Al terminar, me encargo de ordenar y lavar los trastos, al limpiar la cocina ayudo a Max con sus uñas y se las limo.
Vivo sola en este departamento, la vida en Hartford-Connecticut es variada y demasiado movida.
El móvil tiembla en mi repisa de noche, claramente es una llamada, no suele suceder seguido, de la misma manera, no suelo dar mi número a muchas personas.
Y veo el nombre agregándome una pequeña sonrisa
Marcus Frizzie
—Hey—Saludo
—¡Amy! —Transmite su alegría a la distancia—Espero verte hoy, recuerda que Max es mi cliente con preferencia
Y si, un tiempo después de la adopción de Max, Marcus abrió su propia veterinaria y de esa manera recurro a él cada mes. Se ha convertido en mi mayor amigo, aunque es demasiado alegre, y yo… pues soy yo.
—Si, lo estoy alistando, se ve contentísimo de ir—Ironicé
Max se cargaba una pereza atroz, si siquiera se movía, es más, estaba sobre mi suéter favorito ¡Saco de pelos!
—Siempre tan simpática Amy—Se carcajea—Estoy seguro de que a Max le encantará verme
No lo creo, mi gato era muy poco simpático, y mucho menos cariñoso, exceptuando a mi familia, era un mimado egocéntrico, a las justas y soporta a Marcus.
—Si, bueno, nos veremos dentro de media hora—Cuelgo
Suspiro… En ocasiones me siento completamente agotada, como hoy…
Me dejo caer sobre el sofá frente a Max, el cual viene y se acurruca en mis piernas, mi único y fiel amigo.
—Yo también te quiero, feo—Acaricio su cabeza y este ronronea—Pero tienes que ponerte guapo para ir…
A tu calvario. ¡Ja! Ojo por ojo mi amigo.
“TOO MUCH” --The Kid Laroi
Ya me andaba sacando de quicio este gato loco, esa cosa parecía tener un cerebro mutante, quería poner mis músicas clásicas y el mencionado no dejaba de gritar, si ponía una que me gustara maullaba como si lo estuvieran castrando…
No es mala idea…
Ni más remota idea de porque a ese gato le gustaba canciones fuertes…
—¿Contento? —Refunfuño mientras giro el timón mientras conduzco— ¿Algo más su majestad?
Un maullido es lo que recibo. Me siento vieja al ver a mi gato ya crecido, era una mata de pelo muy estresante.
La melodía se mezcla con las calles, me siento completamente atisbada de recuerdos de mi infancia, el tener familia y…
#5973 en Novela romántica
#846 en Thriller
#318 en Suspenso
humor, misterio conflictos superacion, romance odio pasión intencidad drama
Editado: 27.04.2025