Nora: Una (mala) consejera para el amor.

Capítulo cuatro:

CAPÍTULO 4: Ser una segunda opción nunca será bien visto. 
 

Nora y Tyrene estaban de camino a casa, cuando Nora trataba de convencer a su amiga, que el señor Jones no era un hombre adecuado para ella:

—¡No puedes aceptar aquella invitación, Tyrene! Es por tu propio bien que te lo menciono.

—Pero, Nora, no lo comprendo. No fuiste tú misma la que me ha alentado a conquistar el corazón del señor Jones. Ve por ti misma, pues, Nora. El señor Jones me ha pedido una cita y…

—Eso era antes de descubrir ciertos asuntos con respecto a él.

—¿Hay algo de malo con el señor Jones? —preguntó Tyrene, con el semblante confundido y aturdido.

—Demasiadas. Para empezar, no conocemos mucho acerca de él. No sabemos qué clase de persona es. Ni tú ni yo sabemos cómo es en realidad, eso ya es un punto menos a su favor. Y también, hay que agregar que el hombre anteriormente tuvo un amor pasado que no fue correspondido. Llegó a amar a una mujer con todo su corazón.

—¿El señor Jones?

—¿Quién más, Tyrene? ¿Por qué crees que nunca se ha casado hasta la fecha de hoy? Porque aún sigue perdidamente enamorado de aquella mujer de su pasado. ¿Tienes idea de lo que quiere conseguir contigo? Pretende utilizarse para llegar a olvidarla. Te quiere como a una segunda opción, y tú, mi querida Tyrene, no serás la segunda opción de nadie. Si te soy sincera, lo detesto, lo detesto con toda mi alma, que no estoy dispuesta a aceptar aquella unión por nada del mundo. No merece tu amor ni tu cariño; no merece nada.

El rostro de Tyrene cada vez se mostraba más angustiado que antes.

¿Sería verdad lo que le decía su amiga Nora?

—Pero Nora…

—Y hay más, Tyrene. El hombre ha escrito una carta a su antigua amada. La carta fue tan hermosa que su antigua amada había llorado por un mes entero arrepintiéndose por no haber correspondido a su amor. Si me lo preguntas, pienso que ambos deben seguir amándose. Un día escuché que el primer amor nunca se olvida, y que los segundos amores solamente son para olvidar al primero. Tyrene, mi dulce Tyrene, tú no mereces ser la segunda opción de nadie. Para mí, eres la primera opción, yo te aprecio como mi única amiga, nunca hubo una antes de ti y no habrá otra después de ti. Para mí siempre serás tú.

—Ay, Nora, qué palabras tan dulces dices…

—Tyrene, escúchame y escúchame bien. Si en verdad aprecias nuestra amistad, olvida al señor Jones, olvídalo y enfócate en otro hombre. Yo misma me ofrezco en ayudarte a buscar a otro hombre mucho mejor de lo que es el señor Jones. Uno más atractivo, más amable, más rico, más cordial, pero por favor, no intentes entregar tu corazón a ese hombre. Él no lo merece.

Tyrene agachó su mirada ante las palabras de Nora. Y Nora sintió como los ojos de su amiga se llenaban de angustia.

—Pero… ¿Y si el señor Jones ya no piensa en su antigua amada? Que tal si él quiere volver a empezar a amar de nuevo.

—Yo no lo considero así, Tyrene. Él no la ha olvidado, de eso tengo una certeza absoluta.

—Yo creo que él se trata de un buen hombre, Nora. ¿Por qué crees que haré mal en elegirlo?

—Porque ese hombre solamente te quiere como una segunda opción. ¿Es lo que quieres tú?

—No.

—Bien, pues, olvídate de él, y volveremos a lo nuestro.

Tyrene se pudo a pensar en las palabras de su amiga. Se quedó en silencio por largos segundos. Que Nora no desaprovechó la oportunidad para darle más razones a Tyrene de no elegir al señor Jones.

—¿Y por qué exactamente tú? ¿No te lo has puesto a reflexionar? Bien, yo te diré el por qué. Porque él cree que tu corazón es fácil de engañar, pero tu tranquila, Tyrene, que yo estoy aquí para ti. Yo nunca te dejaré indefensa ante un hombre. Tú más que nadie sabe cómo me gusta analizar a las personas con mucha más profundidad, y nunca, nunca, mi opinión hacia ellos ha sido desacertada. ¿O alguna vez me equivoqué, Tyrene?

—Por supuesto que no, Nora.

—Vez lo que te digo. Mi presentimiento hacia él es verdadero. Ahora lo que quiero que hagas, es que te olvides de él para siempre y de ese paseo en el que te ha invitado, y así, podremos pasar la tarde juntas como siempre solíamos hacer. Luego, yo me encargaré de reunir a candidatos adecuados para ti, porque te lo mereces; mereces a alguien mucho mejor y yo sé cómo puedo ayudarte con eso.

—Nora, no es que dude de tus palabras pero… Me gustaría tener una opinión propia del señor Jones. Qué te parece si me dejas esta tarde ir a verlo, solamente para verificar sus verdaderas intenciones de su atención hacia mí.

Y Nora frunció el ceño.

—No lo puedo permitir. Él aprovecharía ese momento para cautivar tu corazón. Estarías indefensa, sin mi protección a tu lado, sin mi deducción, no puedes ir, él aprovecharía ese momento de vulnerabilidad para entrar en tus pensamientos. No puedo permitirlo.

—Te prometo que no me dejaré convencer así de fácil. Solamente quiero verlo por mi misma. Por favor, Nora, te prometo que si llega a ser como dices que es, que si su única intención hacia mí es para querer olvidar a su antigua amada, entonces yo decidiré nunca más volver a verlo o dirigirle la palabra. No permitiría que él entre a mi corazón; como dices tú, merezco ser una prioridad antes que una segunda opción.

—¿En verdad? Me prometes que nunca más lo volverás a ver o a pensar en él, o siquiera dirigir la mirada hacia él.

—Es mi promesa, Nora.

Nora dudó si aceptar o no aquella condición. Pero no tenía por qué temer, todo lo que ella suponía era una verdad absoluta. El señor Jones no amaba como debería a Tyrene. La quería utilizar únicamente para olvidar sus recuerdos pasados; sus intenciones hacia ella no eran buenas.

—De acuerdo, Tyrene. Acude esta tarde a verlo y compruébalo con tus propios ojos que mi suposición hacía él es verídica.

—Es lo que haré. Muchas gracias, Nora.

—Nada de gracias. Eso me la darás cuando te des cuenta la clase de hombre que es el señor Jones.




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