Norte

V

La gente empezaba a acumularse por todos lados no existía rincón que no se haya ocupado, iban y venían inundando de preguntas a todo el personal del aeropuerto.

–Según… la tormenta llegará… un par de horas nadie se lo expe… esple… esperaba– logro entender a medias la conversación de una mujer en frente de su esposo.

–Si mi amor, ya sé que debo estar ahí para mañana en la mañana, pero te juro no es ninguna excusa, nadie nos ha querido decir que sucede– trataba de convencer un joven a su pareja al otro lado del teléfono –pero mi vida, no es que no quiera conocer a tu madre solo que…– detuvo sus escusas –¿Aló? ¿Amor? ¿Amor? – era más fácil de entender una conversación llena de excusas.

Ela sonrió al entender la comedia corta de aquel chico, se había aburrido de esperar a su madre quien le había ordenado que por nada del mundo se moviera, debía estar ahí cuando ella regresase.  Ela se había aburrido de esperar sentada en el sillón de la sala VIP, las personas encargadas del lugar no la entendían para nada así que después de un par de intentos había aceptado la resignación. La única cosa buena de aquellas cuatro paredes eran que 3 de ellas eran de cristal, el corredor era extenso lleno de lugares de ropa y comida mientras en la planta baja se podía ver a la gente que se movía como las olas estancadas en un vaso muy angosto.

Eran cerca de las 7 de la tarde, estaba cansada, aburrida y de poco a poco con hambre.

Los minutos pasaron lentamente mientras cada rincón de aquel lugar era inspeccionado por su curiosidad al no estar su madre, sentía un poco más de libertad algo que aprovechaba al máximo antes de que su madre volviera. Había encontrado un par de monedas y billetes en los sillones, papeles sin sentido llenos de números y gráficos con símbolos sin sentido. Cruzaba de lado a lado la sala tratando de encontrar algo que la sacara sea del cansancio o del hambre si fuese posible de ambas.

Sintió un pequeño golpeteo en su hombro, uno de los guardias a los cuales su madre se había acercado para luego apuntar hacia ella dando órdenes e indicaciones en lo que ella volvía. Era una persona alta de test morena y calvo, llevaba puesto un traje de seguridad nítido y pulcro sin una sola arruga.

Ela se sacó uno de los auriculares.

El guardia la vio confundido. –Pooooooodriiiiias regreeesar a tu puesto…… – dijo el guardia

Ela se sintió frustrada y enojada, odiaba que la tratasen así.  

–eeeen el siillón– apunto el guardia

Ela no soporto más, regreso el auricular a su oído mientras se alejaba de aquella escena ridícula.

–¡Esto es una porquería! – dijo la madre cruzando la puerta de cristal opaco, la única entrada a la sala, tan rápido como entro saco su teléfono, el marcado de un número muy extenso se culminó en cuestión de nada ‘debe de ser una llamada a otro planeta’ pensó Ela.

–Buenas noches– pronuncio mientras serenaba su frustración –lamento la hora, pero es que ha habido un retraso en mi vuelo, dicen que es por culpa de una tormenta repentina– las disculpas surgían con cada palabra –sí sé que debo estar ahí en la mañana, pero es imposible, también trate de salir, pero no dejan que nadie entre ni salga–

Ela aparto la mirada, busco a través del cristal algo que llamara su atención en la planta baja la gente no había disminuido, sino que había aumentado todo era un caos.



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En el texto hay: historia corta, aventura, ambivalente

Editado: 27.05.2021

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