Norte

16

16.

Era la tercera ocasión en que la llamaba por el móvil, y también la tercera en que este se encontraba desconectado o fuera de cobertura. Calassanç, sin embargo, estaba convencido de que era por el primer motivo. No se podía decir que se conocieran de toda la vida, sino todo lo contrario. Tuvo solo tres encuentros con Mary, de entre 3 o 4 horas cada uno, pero aquella chica que alquilaba provisionalmente su cuerpo por dinero, era mucho más humana, sensible, leal y comprensiva que muchas de las que están unidas a un hombre por la ley o la iglesia, y sabía que lo ocurrido aquella noche le hizo daño moral. Continuaría llamándola, ya vería sus llamadas en cuanto conectara el teléfono, pero si mañana no sabía nada de ella entonces llamaría a Steve para averiguar algo.

Durante lo que se llevaba de lunes, el tiempo había sido extraordinariamente anormal para ser abril y estar en aquella latitud, un día radiante con temperaturas que excedieron los 20 grados, pero ahora aquello parecía tener ganas de cambiar para peor, lógicamente. Negras nubes se acercaban por el oeste muy rápidamente. Lo que primero parecía una fresca brisa se iba convirtiendo en un vendaval molesto y con total expectativa de derivar en una tormenta con aparato eléctrico.

Faltaban 15 minutos para que fuesen las 18:00, hora en que las oficinas cerraban puertas. Debía buscar algún sitio para ponerse a cubierto de las inclemencias del tiempo. Miró a su alrededor, no le apetecía entrar de nuevo en un bar.

Volvió a encender un cigarrillo y anduvo unos metros hasta la primera esquina y giró. Vio una farmacia, un local de apuestas, restaurante nepalí, una librería. Entró allí. Fue curioseando por los respectivos departamentos, literatura anglosajona, europea, ficción, por pura casualidad quiso saber si su libro estaba disponible en aquella librería y en un ordenador para información al cliente puso su nombre. A los pocos segundos salió por la pantalla la portada de su libro. Exactamente en aquella librería disponían de 9 ejemplares. Cerró el ordenador y continuó curioseando. Oriente, rezaba en un letrero. Era una sala pequeña donde llamaba la atención una gran foto de un lama, se acercó para leerla:

“Songtsen Mangtsen, lama tibetano, máxima autoridad en misticismo y viajes astrales en el tiempo, dará una conferencia en la librería Mystic Book, de Glasgow, el viernes 18 de abril”.

Viaje astral. Desde aquella historia con Elba ya no había realizado ninguno más. ¿Qué podía ver que ya no hubiese visto o superar aquel alucinante viaje en su mente?

Sonó su teléfono.

—¿Dónde te has metido? Estoy en el coche delante de la oficina y no te veo. Está empezando a llover y va a caer una de narices.

—Elba, estoy en la librería Mystic Book, ahora vengo.

—No te muevas del portal, ahora paso a buscarte.

En menos de un minuto, el claxon de un Rover indicó la posición donde se encontraba ella. Empezaba a llover de forma considerable y Calassanç, aunque entró rápidamente en el coche, no evitó el mojarse.

—Cómo ha cambiado el tiempo —sentenció Calassanç.

—Sí, es algo común aquí en Glasgow. ¿Te apetece ir primero a comer algo o prefieres que prepare algo en casa?

—Lo que tú digas, es tu coche y tu ciudad.

—Entonces vamos a casa, porque eso va a ir empeorando.

El río Clyde dividía Glasgow en dos. La oficina estaba en la parte sur, la más nueva de la ciudad, mientras que Elba residía en la parte norte, donde estaba el centro. Aunque Glasgow tenía sus edificios y casas centenarias, no tenía nada que ver con la otra gran ciudad de Escocia, Edimburgo. Esta estaba prácticamente virgen de edificaciones modernas en todo el centro histórico, mientras que Glasgow era todo lo contrario.

Cruzaron uno de los puentes que unen los dos sectores. Todo lo que abarcaba la vista eran casas unifamiliares, de diferentes estilos y medidas, pero ningún bloque de pisos rompía aquella monotonía. Aparcaron frente a una de estilo victoriano de ladrillo rojo de dos pisos y buhardilla, con un pequeño jardín envuelto en rejas de color negro.

—Tengo que bajar a abrir la reja. Espérate aquí en el coche.

—No. Dame las llaves, ya abro yo. Total, ya voy mojado. Dime cuál es.

Abrió la verja todo lo rápido que pudo y esperó a que entrara con el vehículo para cerrarla después. Elba entró con el coche y paró el motor. Cogió las llaves a Calassanç y finalmente entraron en casa.

—Acompáñame, Calassanç, al baño. Te quitas la ropa mojada y te pones un albornoz. Luego la pondré a secar. Mientras, yo iré al de mi habitación también a cambiarme. Cuando terminemos prepararé algo de comida.

Calassanç se desvistió, se secó y eligió el albornoz que le haría sentar menos ridículo, uno de azul marino. Salió de allí y esperó observando aquella zona de la casa mientras esperaba a Elba. No sabía con certeza qué debía hacer ahora ni qué esperaba Elba que hiciera. Entendió perfectamente a qué se refería con los de los 19 minutos. Se dio cuenta de que una parte de su libro le hizo mucho daño a Elba, ahora lo reconocía, pero de ahí a que quedara saldado todo en un acto sexual… Lo que no haría ahora sería decirle que aquello no era la manera idónea, al menos así, de golpe. Pero bueno, si así liberaba su alma o lo que fuese…

—¿Te apetece algo en concreto para comer?

Elba estaba bajando por las escaleras. Llevaba tan solo un camisón beige corto y una bata sin abrochar del mismo color.

—Yo, la verdad, no tengo mucha hambre. Para mí me prepararé unos sándwiches de queso y atún, y un zumo de naranja natural, pero tú dime lo que te apetece, que te lo preparo.

—Pues me preparas lo mismo. Es suficiente, gracias.

A los veinte minutos, Elba salió con una bandeja,

—Ya te he puesto la ropa a secar. Anda, lleva tú la bandeja. Vamos arriba y así te voy enseñando la casa.

Elba le iba explicando que cuando fue a vivir allí la casa estaba amueblada y totalmente equipada, que prácticamente no había tocado nada, solo decorado un poco las partes de la casa donde pasaba más rato, que hubiese preferido algo más pequeño, pero que bueno, total, como no pagaba alquiler ni nada…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.