De: Maddie Fierman
Para: Dave Stradowsky
A: 768 W. Hamburg St. Baltimore, Maryland
7 de febrero de 2014
La primera fotografía:
Una de las tantas cosas de las que aún no me he podido deshacer es de la primera fotografía que no hemos tomado. Es una selfie, estamos abrazados uno del otro con enormes sonrisas en nuestro rostro, tu has sido quien tomó la foto, recuerdo ese día como si hubiese sucedido ayer, hacia un día hermoso, el sol brillaba sobre nuestros cuerpos, era un día bastante caluroso para recién estar comenzando el invierno. Observo la foto con detenimiento y a pesar de los años recuerdo a la perfección tu rostro. ¿cómo olvidarlo? Recuerdo tus hermosos ojos grises, tus labios gruesos y carnosos, esos que tanto ansío volver a besar, el lunar que tienes debajo del ojo derecho, recuerdo tus gestos, tus miradas, tu voz grave y ronca, tus besos, tus abrazos, recuerdo cada detalle, recuerdo todo de ti, no hay que no recuerde.
Nuestra relación nunca ha sido la típica relación de pareja que tienen todos —principalmente porque todavía no le habíamos puesto una etiqueta a lo que teníamos—estábamos juntos la mayor parte del día, incluso algunas noches, recuerdo cuando escapaba de mi habitación a altas horas de la madrugada para llegar a tu casa y escabullirme por la ventana sin que nadie se percatase de ello —solo tú— y luego cuando el sol comenzase a decir presente, desaparecía como por arte de magia dejando un beso sobre tu frente para volver a la oscuridad y tranquilidad de mi dormitorio. Los últimos meses tu casa —o mejor dicho tu dormitorio— se había convertido en nuestro refugio, lo utilizábamos tanto para dormir como para mantenernos la mayor parte del tiempo despiertos —no me refiero solo al sexo— sino que recuerdo todas y cada una de las películas que hemos visto juntos, las meriendas y desayunos que compartimos, recuerdo todas las risas e incluso las lagrimas que he derramado allí —no solo de tristeza, también de felicidad— por mas que lo intente no puedo borrar los recuerdos que tengo de ti y junto a ti. Observo esta fotografía y allí veo felicidad, porque nosotros éramos felices, nos hacíamos felices, nos complementábamos.
Es la sexta carta que escribo, se que en un principio he dicho que no era necesario que respondieras a alguna, pero... desde que te has ido ha habido una pregunta rondando por mi cabeza que no deja de dar vueltas... tú, en esos siete meses que hemos estado juntos —si, han sido pocos, pero fueron los suficientes como para considerarte algo más que un amigo, un compañero, o alguien con quien pasar el tiempo— tú... ¿me has querido? ¿Has sentido hacía mi algún tipo de atracción? ¿O simplemente has estado a mi lado por lástima, para utilizarme como un mero pasatiempo? Porque no encuentro explicación alguna a la decisión que has tomado de irte, de separarte de mi como quien se separa de un objeto. Han transcurrido dos años... dos malditos años y la culpa aun me carcome, aún me pregunto, ¿qué he hecho mal? ¿Que no he hecho? ¿He dicho algo? Pero la respuesta a esas preguntas nunca ha llegado. Nunca has sido de hablar de tu vida, nunca has querido, siempre he respetado eso de ti, yo no soy quien para obligarte a hablar sobre tu familia, sobre tu pasado, sobre lo que pasaba por tu mente cada día, pero si el irte, el desaparecer, era una idea que algún día planeabas llevar a cabo podrías habérmelo comentado, ¿no te parece? Yo lo hubiese hecho, pero mi madre siempre dice: "no esperes que los demás actúen como tú lo harías"
Me has decepcionado Stradowsky... me has decepcionado...
Atte: Maddie