EL BLANCO DE LA PUREZA

ARIA

Cuando era pequeña el blanco era mi color favorito. Este significaba la llegada de la primavera, mi estación del año favorita, lo cual implicaba que todo se llenase de cientos de colores ante el brote de las flores. Adoraba visitar el jardín de mi casa, decorado con varias margaritas blancas, que destacaban sobre el verde brillante de la hierba. Me pasaba tardes enteras sentada en este arrancando de manera minuciosa las margaritas, que luego utilizaba para realizar pequeñas pulseras, con las que decoraba mis pequeñas muñecas. Este hecho siempre sacaba una gran sonrisa en mis padres, que fotografiaban el momento. Todo cambió cuando el Genar13 se hizo presente en mi vida.

Las cuatro pálidas paredes del hospital se convirtieron en mi nuevo hogar, al igual que sus interminables pasillos. Desde el primer día que ingresé en un hospital, ya no volví a ver el blanco como antes. Para mí el blanco dejó de representar la infancia, la inocencia o la pureza; pues la enfermedad me había arrebatado todo eso. El blanco que tanto adoraba y amaba fue sustituído por un sentimiento de tristeza, muerte y vacío. Muerte, pues mi enfermedad causa una muerte prematura. Además, si moría, sería dentro de cuatro paredes blancas. Si moría dejaría un vacío enorme en mi familia, el cual les causaría una profunda tristeza. De esta manera cada vez que mirasen una margarita, la verían de la misma forma que yo veo el blanco ahora.


 

JAKE
Es irónico como los hospitales cuentan con las paredes pintadas de blanco con el objetivo de transmitir paz, del mismo modo que los médicos visten batas de este mismo color. La vez que visité el hospital para recibir el nacimiento de mi hermana pequeña, Dafne, este color me tranquilizó, me lleno de paz. Este color estaba presente en la misma sala en donde se llevaron a mi hermana, sin lugar a dudas era el color correcto, dado que representa la inocencia y la pureza. Todo cambió tras el accidente.

La última vez que visité un hospital, la percepción que tenía sobre el color blanco cambió de manera radical, hasta el punto de verlo como lo hacían los descendientes de la cultura oriental. Ese color dejó de significar paz, pureza, inocencia; para convertirse en muerte, tristeza, dolor y vacío.

Dentro de una habitación de paredes blancas, la chica a la que amaba perdió la vida. Desde ese día, empecé a odiar el color blanco; pues lo asocié al color de la muerte. Desde entonces en mi interior se formó un vacío enorme, tenía como una especie de página en blanco, sin color alguno, lo cual resultaba un tanto ilógico dado que de este surgen el resto de colores.


 

ARIA
Es el día de fin de año, y me encuentro en la ciudad de mis sueños, LightIce. Estoy al lado de Jake, dentro del agua caliente del balneario, contemplando a lo lejos los glaciares que resplandecen bajo la luz de la pálida luna y de la aurora boreal.

Mientras estoy embelesada con la visión de la aurora, noto como la goma que sujetaba mi trenza se rompe. A continuación, siento las manos de Jake deshaciendo la trenza, dejando mi pelo totalmente libre y ondulado.

-Me gusta más como te queda así-me dice mirándome a los ojos, al tiempo que sigue teniendo una de sus manos en una de mis mejillas.

Nuevamente como hacía tan solo unas horas, me perdí en sus ojos azules como el cielo despejado, como el mar en calma, y en la dulzura que siempre transmitían, y justo después me perdí en sus labios. Unos labios dulces, cálidos, tiernos. Con ese beso nos percatamos de que llevábamos tiempo ocultando un sentimiento, el cual no tenía nombre hasta ese momento y esa palabra era amor. Al separarnos nos miramos detenidamente, intentando vislumbrar un atisbo de error ante lo sucedido; pero lo único que transmitían era alegría.

En ese mismo momento al contemplar los blancos copos que empiezan a caer delicadamente, el blanco para mí volvió a significar inocencia, pureza, esperanza. La esperanza de volver a amar, de sentir el calor, de volver a disfrutar de cada momento de la vida. Jake, con tan solo un beso había hecho que volviera a adorar el blanco.

-James tenía razón.

-¿En qué?

-En que ya había conocido a la persona que me gustaba.-Respondí besándolo de nuevo, teniendo como observador de nuestro comienzo a la hermosa aurora boreal.

-Feliz año nuevo mi pequeña.

-Feliz año nuevo y cumpleaños mi Bigfoot.


 

JAKE
Con motivo de mi decimoctavo cumpleaños, mis padres nos regalan a mí y a Aria un boleto para visitar el lago helado de LightIce.

A las 17:00, después de una hora de camino el autobús se detiene frente a la entrada de un bosque de abetos cubiertos por capas y capas de nieve. El conductor nos indica que para llegar al lago sigamos las flechas que se marcan a lo largo del camino y que a las 20:30 nos recogerá. Seguimos las indicaciones, y al término de unos 15 minutos llegamos al lago, en el cual ya hay varias personas patinando. Nos dirigimos al puesto de alquiler de patines, agarrados de la mano, para pedirnos unos. Una vez puestos, nos adentramos al lago en el cual empezamos a patinar uno al lado del otro. Todo es perfecto, mágico, de ensueño; pero todo momento bonito tiene un fin y este vino en forma de una gran aglomeración de personas que empezaron a llenar el lago casi por completo.

-¿Qué te parece si salimos, y vamos a buscar el otro lago? Quizás no haya tanta gente. Aquí temo perderte de vista o que te lleven por delante-le digo a Aria.

-Me parece perfecto-responde.

Salimos del lago con cuidado, esquivando a las personas que se nos cruzan en nuestro camino. Una vez fuera, salimos en busca del Lago de los Enamorados, que terminamos encontrando al cabo de unos 10 minutos dado la buena señalización. Para nuestra suerte está completamente vacío, lo cual nos permite pasar por fin un tiempo a solas.

El lago está iluminado por varias bombillas blancas que están enredadas entre los abetos, dándole a aquel espacio un toque más romántico.