Nosotros

CAPÍTULO I

 

ÁMON

Ámon dio un suspiro, conducía a una velocidad que rayaba en lo peligroso; tenía prisa, para su mala suerte se le había hecho tarde. Por años, su madre Mabel, había intentado hacerlo puntual; cosa en la que había fracasado totalmente, a sus casi 23 años continuaba llegando tarde a todos lados. Sus medias hermanas Celeste y Gala, en cambio eran un dechado de puntualidad y todas unas damas.

Sonrió torcidamente, enseguida se notaba que él y su gemelo Seth provenían de una rama de la familia un tanto distinta. Su hermano era un par de minutos mayor que él, pero no dudaba en recordárselo una y otra vez a la menor provocación y durante bastante tiempo había sido un chico problemático que nunca se adaptó del todo a las reglas de la nueva familia, no era para menos.

Ambos habían tenido una vida muy dura. Mabel se había ido unos años después de que nacieran al “otro lado” buscando una oportunidad de crecimiento y ofrecerles una vida mejor dejándolos al cuidado de su tío Raoul y sus abuelos. Todo fue bien, al menos hasta que sus abuelos murieron y entonces su padre volvió por ellos.

Entonces comenzaron los problemas.

Dobló a la derecha, Seth le había dicho que el café por teléfono que siguiera la calle hasta el fondo y daría con el lugar. Quería a su hermano, pero no lograba entenderlo del todo; sus locuras se eran incompresibles. Se contentaba con pensar que aunque su hermano algunas veces podría ser un verdadero patán, su personalidad era más acorde a la de un bohemio: un soñador. Sobraba decir que al resto de la familia Heredia lo entendían menos, salvo tal vez por Gala y a veces él mismo.

Seth nunca le había dicho que había pasado aquella noche, simplemente había llorado procurando que Ámon no lo notara con los puños y los dientes tan apretados que se cortó los labios.

Después de esa noche, Seth empacó las cosas de ambos y se escaparon. Tenían 12 años. Él nunca le dijo como conseguía la comida, o los materiales de la escuela y él nunca quiso en realidad saberlo, simplemente Seth le decía que aquello eran cosas de mayores y que él tenía que preocuparse sólo por estudiar y mantener las buenas notas. Para entonces, su hermano tenía una bien ganada fama de chico problema, así que pronto se volvió un paria, eso le dolía, él era considerado un buen estudiante todo gracias a su hermano, así que no pudo más, le habló al entrenador del equipo de futbol de la escuela -el adulto en el que más confiaba- sobre la precaria situación en la que estaban, su tío Raoul había perdido su rastro cuando su padre los arrastrara consigo, tenía dinero y cierto poder y en el pueblo lo temían, aunque fuera sólo un borracho.

Desacelero la moto, para buscar donde estacionar. Había bastantes autos, sonrió con orgullo, no dudaba que la mayoría de los invitados de la inauguración pertenecían al género femenino; Seth levantaba revuelo entre las chicas, igual que él. Lamentablemente su atractivo, no hacía más que conducirlos a relaciones carentes de significado y de futuro, muchas veces relaciones de una noche, apasionadas y dramáticas pero siempre fugaces. La mayoría de las cuales terminaba siendo cuchicheada.

El profesor Guevara, seguro que Seth lo había invitado. Después de todo había sido el único con suficiente valentía e interés para perseverar con su hermano, hasta que este le contó esa verdad que no le había dicho ni a él. Con ayuda de aquel profesor se pusieron en contacto con Mabel y con Raoul, y tras varias audiencias por fin volvieron a la casa de su tío y de su madre quien se había casado nuevamente.

Desmontó de la moto y se guardó las llaves. Las puertas de madera y cristal llamaron su atención un par de segundos. Desde que su hermano decidiera abandonar la compañía familiar y abrir un café sólo Ámon lo frecuentaba abiertamente, por lo mismo era al único que había invitado a la inauguración. Abrió la puertecita activando una campanilla y entró “Así que esto es” se dijo al observar el local repleto de mesas de madera reciclada, con sillas de acero negro de tipo industrial, frente a él al fondo estaba el área de cocina con la barra de bebidas. Un pasillo a la izquierda conducía a los baños, y a la derecha contigua a la cocina bajo las escaleras que conducían al segundo piso había estantes repletos de libros de segunda mano, el piso era de acrílico reluciente.

Si, allí estaba el profesor, disfrutando los libros con una buena taza de café. Le saludó afablemente mientras le preguntaba por su vida ahora que estaba jubilado. “De no haber sido por este hombre...” pensó para sí mismo. Volver a casa con una madre a la que casi no conocían con dos medias hermanas pequeñas fue muy complicado, sobre todo para su hermano que ya era muy independiente, así que nunca se adaptó del todo, aunque lo intentó mucho...Al cumplir los 18 simplemente se buscó un departamentucho que pagaba con un sueldo mísero de empleado de comida rápida, mientras concluía la universidad. La relación que mantenía con el resto de su familia era poco menos que tensa.




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