La noche se habia tornado fría y yo aún seguía esperando que él apareciera en la casa del árbol. Dos días había pasado sin estar con él cerca de mi.
El viento entraba por las aberturas de la casita. Se aproximaba la lluvia.
Escucho los pasos de alguien subiendo las escaleras. Me puse a mirar hacia la entrada de la casa con detalle, aún no sabia quien era.
Las gotas de lluvia comenzaron a caer con lentitud sobre el piso, algunos rayos se escuchaban a lo lejos.
Se asomó aquel cabello inflado y castaño por la entrada, luego se asomaron sus ojos color azul mar, observando todo dentro de la casa.
Entró y se acercó a mi.
-esperaba que estuvieses dormida para estas horas de la madruga- soltó con un poco de asombro en el tono de su voz mientras se sentaba a mi lado.
-estoy esperándote hace días, ¿por qué no aparecías?- apoye mi cabeza en su hombro mientras escuchaba la lluvia caer desde el cielo.
-tuve unos cuantos problemas para regresar, perdóname- volteó su cabeza hacia mi.
Realice la misma acción para poder mirarle el rostro.
-¿por que no te puede preguntar al respecto?- reprocho al no recibir la respuesta que quería escuchar.
-ya te dije miles de veces que no puedo contarte lo que pasa- cerró los ojos y giró nuevamente su cabeza hacia el frente- son cosas que no puedo decirte porque te harían mal, y lo único que quiero es que estés bien- hizo una sonrisa falsa en su rostro, lo conocía muy bien.
Me digné a girar mi cabeza de nuevo al frente. Al fin y al cabo, estábamos como el comienzo, solo nosotros bajo la lluvia.