Nosotros y las estrellas

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Decir que odiaba el olor de los hospitales era un eufemismo. El desinfectante flotando en el aire y las caras desesperadas de los familiares comparados con los estoicos semblantes del personal, le revolvían el estómago. 

Ni siquiera sabía muy bien porque acepto ir, no es como si hiciera caso a todo lo que su mánager le ordenaba, al final del día siempre se salía con la suya, además de que, de cierta forma, era peligroso, para una persona como él,  vagar por ahí,  donde le podían reconocer.

—Jaiden, siéntate ahí — señaló una hilera de bancas— iré con la recepcionista a confirmar la cita, espera.

Soltó un suspiro pesado, con una punzada de dolor en el pecho, se dejó caer sobre su asiento, tratando de tranquilizarse.

Nuevamente la dificultad de respirar le atacó y aunque quiso pedir ayuda, ningún sonido salió de sus labios.

Cayó al suelo, sin soportar más el peso en sus piernas, vio a alguien correr hacia él,  pero sus ojos terminaron de cerrarse.

 

 




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