Notas bajo el cerezo | Suosaku [omegaverse Bl] Fanfic

Capitulo Dos

Llovía. Aún.

No la lluvia tranquila del amanecer, sino esa que parecía hablar. Cada gota contra la ventana decía algo distinto. Algunas gritaban cosas como "¡QUEDATE EN LA CAMA!", otras susurraban "hoy va a pasar algo raro...". Pero todas tenían algo en común: anunciaban un cambio. O al menos, eso pensaba yo antes de que mi vida se convirtiera en un drama adolescente con toques de comedia absurda.

Ese día no comenzó normal. Y no por la lluvia ni por las clases aburridas que me esperaban.

Fue por él.

Suo.

Desde que llegó, todo parecía moverse de lugar. Como si alguien hubiera entrado a mi mundo con guantes blancos de villano de cine... y hubiera comenzado a desordenarlo todo a propósito, mientras silbaba una canción molesta.

—¿Sabes qué me dijo Suo ayer en el receso? —pregunta Nirei al día siguiente, mientras caminamos por el pasillo rumbo al aula—. ¡Fue superrandom!

—No quiero saberlo —respondo sin mirarlo, concentrado en no tropezar con mi propio cansancio—. La última vez que me dijiste algo "superrandom" resultó que había comprado una iguana y la había llamado como mi abuela.

—¡Pero esto es diferente! —insiste, saltando sobre un charco imaginario—. ¡Me dijo que le gusta cómo no te cae bien! ¡Que eso le parece "divertido"! Como si fueras una atracción de feria o algo así.

Me detengo en seco. Tan en seco que casi causo un accidente múltiple con los estudiantes que venían detrás. Lo miro con los ojos entrecerrados.

—¿Eso te parece gracioso? ¿Que disfrute de mi antipatía como quien disfruta de un reality show malo?

—Un poquito... ¿sí? —dice Nirei con una sonrisa que pide a gritos ser borrada con una esponja húmeda—. Es como cuando ves dos gatitos peleando por un ovillo de lana. ¡Es adorable!

—Estoy reconsiderando seriamente nuestra amistad. De hecho, estoy haciendo una lista de pros y contras, y "habla demasiado con mi archienemigo potencial" está en mayúsculas y negritas.

Nirei se ríe como si hubiera dicho un chiste. Yo no. Mi sentido del humor estaba todavía bajo la cama, roncando.

Cuando entramos al aula, Suo ya está sentado en su lugar. O bueno, en mi lugar. Porque claro, él decidió que quería sentarse donde yo solía sentarme. Al lado de la ventana, en la esquina. Mi sitio. Mi rincón de contemplación existencial. Mi pequeño territorio de paz en este océano de caos adolescente. Y allí estaba él, como si fuera parte de la decoración de su existencia, leyendo un libro titulado "Filosofía del Fastidio" con una sonrisa de satisfacción.

Lo miro fijamente, proyectando todo mi odio matutino através de mi mirada. Él me mira de vuelta por encima del libro. Sonríe. No dice nada. Pero su sonrisa dice algo como: ¿Molesto? Perfecto. Justo como lo planeé.

Me siento en el lugar frente a él, sin despegarle la vista, como un halcón vigilando a su presa. O más bien, como un gato vigilando a otro gato que se acaba de meter en su caja favorita.

La batalla ha comenzado. Y aún no sé ni por qué. ¿Será por territorio? ¿Por principios? ¿O simplemente porque tiene una cara que pide a gritos ser golpeada con una almohada suave pero con fuerza?

---

Las clases pasan. Aburridas. Monótonas. Como ver pintura secarse. Pero no para Suo.

Cada vez que participo en clase, él murmura algo. Siempre justo lo suficiente para que yo lo escuche, pero no el profesor.

—Interesante respuesta, aunque errada por dos milímetros —dice una vez, tras mi comentario sobre literatura clásica.

—¿Qué? —le digo, girándome hacia él con la elegancia de un dinosaurio enfadado.

—Nada. Solo me sorprende que alguien con esa voz de "me desperté hace cinco minutos y ya estoy harto del mundo" pueda leer cosas tan profundas.

Me lanza una sonrisa. De esas que quieres borrar con una escoba mojada o con un chorro de manguera a presión.

—¿Y tú? ¿Lees algo más que tus propias mentiras y ese libro que claramente compraste para parecer interesante? —le suelto con veneno calmado, como un té de hierbas pero con arsénico.

Nirei nos mira como si estuviera viendo un partido de tenis emocional, con la cabeza yendo de un lado a otro tan rápido que me preocupa por su columna vertebral.

—¡Chicos! ¡Paz, paz! —dice, haciendo el símbolo de la paz con las manos—. Esto es una clase, no un campo de batalla.

—Estamos en paz —dice Suo con esa voz suya que parece hielo sonando en una copa de cristal carísima—. Solo estamos... intercambiando perspectivas.

—Más o menos —digo yo, cruzándome de brazos con tanta fuerza que casi me disloco un hombro—. Como ese intercambio cultural que termina en guerra comercial.

El profesor nos lanza una mirada de advertencia que podría congelar lava. Volvemos a mirar el frente. Pero la guerra silenciosa sigue. Puedo sentir su sonrisa en mi nuca. Es como tener un láser apuntándote entre los omóplatos.

---

Llega el recreo. Ese sagrado intervalo entre el sufrimiento académico.

—Oigan —dice Nirei emocionado, como si tuviera una bomba de azúcar en el cuerpo—. ¿Por qué no hacemos equipos para la actividad de mañana?

—¿Actividad? —pregunto, con el presentimiento de que algo malo se acerca, como cuando escuchas un ruido raro en el coche de tus padres.

—¡Sí! El profesor de ética dijo que haremos duplas para presentar una escena sobre valores humanos, o algo así. Yo ya le pedí que me dejara formar los equipos.

Lo miro con horror. Un horror profundo y visceral, como si acabara de anunciar que vamos a pasar la semana en un retiro de yoga en el infierno.

—¿Por qué hiciste eso? ¿Qué te hizo creer que era una buena idea? ¿Fue un golpe en la cabeza? ¿Comiste algo vencido?

—Porque es divertido, duh —responde, como si eso explicara todo—. ¡Y porque quiero ver trabajando juntas a las mentes más brillantes de la clase!

Suo se estira los brazos como un gato satisfecho que acaba de cazar un pájaro imaginario.

—¿Y cómo los vas a armar, Nirei? —pregunta, disimulando su trampa con una inocencia que debería ser ilegal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.