Notas bajo el cerezo | Suosaku [omegaverse Bl] Fanfic

Capitulo Catorce

S U O

El aire, que momentos antes olía a flores y tierra húmeda, ahora se cargaba con el ozono metálico de la tensión. Las luces blancas parpadeaban contra el cielo crepuscular, como si titilaran al ritmo de mi corazón acelerado.

Umemiya se movía con una tranquilidad obscena, su traje oscuro una mancha de tinta extendiéndose sobre el pergamino dorado del atardecer. Su objetivo era claro.

Sakura.

Yo ya me estaba moviendo antes de que mi mente terminara de procesarlo. Mis pies parecían actuar por instinto propio, separándome del grupo donde Nirei permanecía con los puños apretados, su rostro una máscara de preocupación e ira contenida.

—Umemiya —dije, y mi voz sonó más firme de lo que esperaba, cortando el espacio entre nosotros.

Él se detuvo, girando lentamente sobre sus talones. Su sonrisa no se desvaneció; se amplió, disfrutando abiertamente del desafío.

—¿Problemas, Suo? —preguntó, con una ceja arqueada.

A mi lado, Sakura estaba inmóvil y confundido. Su respiración era superficial, sus ojos, generalmente tan serenos detrás de la fachada de sus audífonos, estaban abiertos, mostrando un destello de la angustia que siempre intentaba ocultar. Lo vi tragar con dificultad.

—No hay problema —respondí, manteniendo la mirada en Umemiya—. Solo pensé que tal vez te habías confundido de lugar. Esta es una ceremonia para estudiantes, no un campo de caza.

La sonrisa de Umemiya se tornó un filo.

—No me he confundido. Vine a ver a un amigo. A menos que… ¿tengas algún derecho exclusivo sobre con quién puede hablar Sakura? —Su tono era dulce como el veneno. —Después de todo, según entiendo, renunciaste a ese derecho hace bastante tiempo.

La palabra "renunciaste" me golpeó con la fuerza de un puño. No era solo un recordatorio de nuestra ruptura; era una afirmación de que él conocía los detalles, que alguien le había contado la historia que yo había intentado enterrar.

—Las cosas no son tan simples como las pintas —repliqué, sintiendo cómo la máscara de neutralidad comenzaba a agrietarse.

—¿No? —Umemiya dio otro paso, ignorándome por completo ahora y dirigiéndose directamente a Sakura—. Oye, Sakura. Parece incómodo. ¿Este tipo te está molestando?

Sakura parpadeó, despertando de su estupor. Sus ojos se encontraron con los míos por una fracción de segundo, y en ellos vi un torbellino, confusión, dolor, y algo más… ¿una advertencia?

—No —murmuró Sakura, su voz apenas un susurro—. Estoy bien.

—No lo pareces —insistió Umemiya, y su mano se extendió para tocar el brazo de Sakura con una familiaridad que me hizo hervir la sangre.

Fue la gota que colmó el vaso. Sin pensarlo, cerré la distancia restante y agarré la muñeca de Umemiya antes de que pudiera hacer contacto.

—No lo toques —dije, y esta vez mi voz era baja, cargada de una amenaza que no intenté disimular.

El patio entero pareció contener la respiración. La voz del director en el escenario sonaba lejana y distorsionada, como si llegara desde otro planeta. Todos los ojos estaban sobre nosotros: los de los estudiantes de tercero, que conocían los rumores; los de Nirei, llenos de pánico; los de Tsubaki, que observaba con curiosidad mórbida pero en sus ojos sabía lo que iba a pasar, y lo sabía perfectamente; y los de Sakura, llenos de un horror silencioso.

Umemiya miró mi mano en su muñeca y luego me miró a mí, sus ojos azules brillando con puro triunfo. Había logrado lo que quería.

Sacarme de mis casillas.

—Qué interesante —susurró, solo para nosotros dos—. Tan protector con algo que ya no es tuyo. ¿Es remordimiento, Suo? ¿O solo orgullo herido?

—Es sentido común —espeté—. Aléjate de él.

—¿Y quién eres tú para decirlo? —Su voz subió de volumen, asegurándose de que los más cercanos pudieran oír—. ¿El ex-novio que lo dejó sin una explicación proper? ¿O el nuevo interés romántico de su mejor amigo? Tu posición aquí es… bastante ambigua, ¿no crees?

Un susurro colectivo recorrió la multitud. Sentí cómo el rostro se me quemaba. Exclama como si fuera un santo después de todo lo que ha pasado. Y eso me da mucho coraje.

—¡Ya basta, Umemiya! —grita Nirei, colocándose a mi lado. Su cuerpo, generalmente tan relajado, estaba tenso como un arco—. No tienes idea de lo que pasó. No tienes derecho a venir aquí y envenenar todo.

Umemiya soltó una risa breve y seca.

—Ah, el fiel Nirei. Siempre siguiendo a Suo, incluso hacia el abismo. Dime, ¿también sabes la verdad? ¿O solo eres otro títere en esta farsa?

—Yo sé más que tú —replicó Nirei, con valentía—. Y sé que Sakura es lo suficientemente fuerte para tomar sus propias decisiones. No te necesita a ti para salvarlo.

La mención de su nombre pareció sacar a Sakura de su encierro. Su expresión se endureció, la vulnerabilidad de su mirada fue reemplazada por una determinación fría.

—Nirei tiene razón —dijo Sakura, y su voz, aunque tranquila, tenía una claridad que cortó el aire—. No porque motivo este aquí, pero creo que no deberías estar aquí. Así porfavor vete.

Por primera vez, la sonrisa de Umemiya se desvaneció un poco. No le gustaba que Sakura le plantara cara, especialmente delante de todos.

—Sakura, solo estoy preocupado por ti. Después de lo que él te hizo… —comenzó, con un tono más suave, casi manipulador.

—Lo que pasó entre Suo y yo es asunto nuestro —lo interrumpió Sakura, y sus palabras fueron como un bálsamo y un látigo al mismo tiempo. Un bálsamo porque me defendía de Umemiya; un látigo porque confirmaba que aún había un "asunto" entre nosotros, algo que no estaba resuelto—. No te incumbe.

El silencio que siguió fue pesado, incómodo. Umemiya evaluó la situación. Había perdido el control del guión. Su plan de humillarme y reclamar a Sakura se estaba desmoronando. Su mirada volvió a posarse en mí, fría y llena de promesas no dichas.

—Esto no ha terminado, Suo —murmuró, tan bajo que solo yo pude oírlo—. Tú y yo tenemos cuentas pendientes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.