Notas bajo el cerezo | Suosaku [omegaverse Bl] Fanfic

Capitulo Quince

S U O

La noche que siguió a la ceremonia fue la más larga de mi vida. El silencio de mi habitación era ensordecedor, cada tick del reloj en la pared un recordatorio de las palabras que habían quedado suspendidas en el aire frío: "Necesito tiempo".

No hubo sueño. Solo el bucle interminable de su rostro, la desnudez de su expresión cuando la verdad lo impactó. No había ira, no había lágrimas dramáticas. Solo un agotamiento profundo, un "cansancio" que resonaba en lo más hondo de mí. Yo también estaba cansado. Cansado de mentir, de fingir, de cargar con el peso de una estrategia que se había vuelto en mi contra de la manera más cruel.

A las 5:34 AM, el primer rayo de luz del amanecer se filtró por la rendija de la ventana, iluminando motas de polvo que danzaban como espectros. Mi teléfono, que había permanecido mudo toda la noche, vibró sobre la mesilla de noche. Un mensaje de Nirei.

Nirei:
¿Estás despierto?, ¿Hablaste con él?

Apreté el teléfono con fuerza. Respondí con la verdad, simple y cruda.

Yo:
Sí. Se lo dije todo.

Los puntos suspensivos de que estaba escribiendo aparecieron y desaparecieron varias veces, como si Nirei no encontrara las palabras.

Nirei:
¿Y?

Yo:
Dijo que necesita tiempo.

Nirei:
Oh. ¿Estás bien?

¿Estaba bien? No lo sabía. Sentía una paz extraña, la calma que sigue a una catástrofe. La destrucción había terminado; ahora solo quedaba evaluar los daños.

Yo:
Lo estaré. ¿Y tú?

Nirei:
Umemiya me mandó un mensaje.

El nombre hizo que todos mis sentidos se pusieran en alerta. Me incorporé en la cama.

Yo:
¿Qué dijo?

La respuesta de Nirei fue una captura de pantalla.

Umemiya (00:47 AM):
Dile a Suo que el juego acaba de empezar. Y que esta vez, no voy a jugar limpio.

Un frío glacial se extendió por mi espina dorsal. No era una amenaza vaga. Era una promesa. Umemiya no se daría por vencido. Había sido humillado frente a Sakura, y un hombre como él no olvidaba ni perdonaba.

---

Más tarde esa mañana, la escuela era un lugar extraño. Fuimos a recoger nuestras pertenencias que se habían quedado. La energía festiva de la graduación había dado paso a la vacuidad del primer día de vacaciones. Los pasillos, usualmente bulliciosos, estaban en silencio, y las aulas vacías parecían escenarios de una obra que había terminado.

Había quedado con Nirei en la puerta principal. Lo vi de lejos, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, mirando el suelo. Cuando se acercó, noté las oscuras ojeras bajo sus ojos.

—No pude dormir —confesó, sin preámbulos.

—Yo tampoco —admití.

Caminamos en silencio un rato, nuestros pasos resonando en el corredor vacío. La tensión entre nosotros era nueva, incómoda. La farsa de nuestro romance había actuado como un pegamento, y ahora, con la verdad expuesta, no estábamos seguros de cómo interactuar.

—¿Crees que… él vendrá hoy? —preguntó Nirei, finalmente.

—No lo sé —respondí. Y era la verdad. Sakura era impredecible en su estado normal, y ahora más que nunca.

Fue entonces cuando lo vimos. No en la escuela, sino a través de la verja del patio de recreo, sentado en un banco del parque contiguo. Sakura. Estaba solo, con una taza de café o té entre las manos, mirando fijamente a los pájaros que picoteaban migajas en el suelo. Incluso a distancia, se podía ver la rigidez en sus hombros, la postura defensiva.

Nirei y yo nos miramos. Era una escena casi idéntica a la de ayer, pero los roles habían cambiado. Ahora éramos nosotros los que lo observábamos desde lejos, esperando una señal.

—Debo irme —susurró Nirei, con un dolor genuino en la voz—. Él… necesita espacio de mí también. Fui parte de esto.

Antes de que pudiera responder, se alejó rápidamente en la dirección opuesta, dejándome solo en la puerta de la escuela. Su partida fue otro recordatorio de las ondas expansivas que mi decisión había creado. No solo había dañado mi relación con Sakura, sino también la amistad entre ellos.

Respiré hondo y crucé la calle hacia el parque. Cada paso era una batalla entre el deseo de correr hacia él y el respeto por su petición de tiempo.

Me senté en el extremo opuesto del banco, dejando un espacio de metro y medio entre nosotros. No dije nada. Solo miré hacia adelante, hacia los mismos pájaros que él observaba.

El silencio se extendió durante lo que pareció una eternidad, solo roto por el gorjeo de los pájaros y el lejano rumor del tráfico. Finalmente, fue él quien habló, su voz áspera, como si no hubiera dormido.

—Pensé mucho —dijo, sin mirarme—. En todo. En nosotros. En la… estrategia.

Permanecí en silencio, permitiéndole continuar.

—Al principio, solo sentí rabia. Rabia por haber sido manipulado, por haber sido tratado como… un proyecto. Un problema que necesitaba una solución complicada. —Hizo una pausa, tomando un sorbo de su bebida—. Pero luego, recordé cosas. La forma en que me mirabas a veces, cuando pensaba que no me daba cuenta. Los momentos en que estabas a punto de decir algo y luego te echabas atrás. Ahora… tienen sentido.

Giré la cabeza para mirarlo. Su perfil estaba tallado contra la luz gris de la mañana, sereno y pensativo.

—Nunca fue mi intención hacerte sentir como un proyecto —dije, suavemente—. Para mí, eras… eres… todo lo contrario. Eres la persona más real que he conocido. Y eso me asustaba. No sabía cómo manejar lo que sentía por alguien que nunca parecía necesitar a nadie.

Él cerró los ojos por un momento, como si absorbiera mis palabras.

—Umemiya —murmuró, cambiando de tema, pero todo estaba conectado—. Anoche, después de que te fuiste, me llamó.




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