Notas bajo el cerezo | Suosaku [omegaverse Bl] Fanfic

Capitulo Veintitres

Los años pasaron volando, como los compases de una canción bien afinada, comenzando a fluir con una armonía que antes solo hubiera podido soñar. La universidad de Suo dio paso a un trabajo estable en una firma de diseño. Mi pequeño trabajo en la tienda de música se transformó en un puesto de ingeniería de sonido en un estudio local, un sueño que nunca creí tangible.

Nirei, fiel a su esencia, se convirtió en una fuerza imparable de marketing digital, pero nunca perdió su costumbre de aparecer en nuestro apartamento los fines de semana con comida dudosa y noticias extravagantes. Nuestra amistad era una constante alegre y ruidosa, un bajo continuo en la sinfonía de nuestras vidas.

Una tarde de domingo, cinco años después de aquella graduación que lo cambió todo, estábamos en el parque. No el mismo banco-ese había sido reemplazado-pero bajo el mismo roble, ahora más grande y con las ramas más extendidas. El cielo era el mismo tono rojizo y dorado.

---

Los años continuaron su flujo sereno, tejiendo hebras plateadas en el cabello de Suo y añadiendo nuevas líneas de sonrisa alrededor de sus ojos. Nuestro apartamento se llenó de más recuerdos: fotografías de vacaciones, un sofá nuevo que habíamos elegido juntos después de meses de debate, y una estantería que se combaba bajo el peso de nuestros libros y partituras mezcladas.

Una tarde, mientras limpiaba el armario del pasillo-una tarea que Suo evitaba con terquedad-encontré una caja de cartón que no reconocía. No estaba etiquetada, pero desprendía un aura de nostalgia. Me senté en el suelo del pasillo, con las piernas cruzadas, y levanté la tapa.

Dentro, era una cápsula del tiempo de nuestro dolor y nuestra redención.

En la parte superior, descansando sobre un trozo de tela suave, estaba el pin del pájaro que Suo había guardado todos esos años. Debajo, la pila de notas arrugadas que Nirei y yo nos pasábamos, ahora preservadas en una funda de plástico. Y luego, en el fondo, un sobre manila. Al abrirlo, contuve la respiración.

Eran fotografías. No las felices que colgábamos en las paredes, sino instantáneas en blanco y negro, tomadas con un teléfono viejo y de baja calidad. Una era de Suo, sentado solo en ese mismo banco del parque, la cabeza gacha, los hombros hundidos bajo un peso invisible. Otra era de mí, de espaldas, caminando lejos de la cámara, una figura de soledad absoluta. La última era de Nirei, con los ojos enrojecidos y la sonrisa falsa y tensa que usaba para engañar al mundo.

Fotos que Umemiya debió haber tomado en secreto durante los peores días. ¿Por qué las habría guardado Suo? ¿Por qué atesorar estos recordatorios de nuestra miseria?

—Encontraste la caja.

La voz de Suo era tranquila. Estaba de pie en la entrada del pasillo, observándome. No parecía molesto ni avergonzado.

—¿Por qué? —pregunté, sosteniendo una de las fotos—. ¿Por qué guardar esto?

Se sentó en el suelo frente a mí, tomando la foto de él mismo en el parque.

—Durante mucho tiempo, guardé estas fotos como un recordatorio de lo que había perdido —confesó, su voz baja—. Como un castigo. Pero con los años... su significado cambió.

Señaló la foto de mí caminando.

—Esta no me recuerda la pérdida. Me recuerda la determinación que sentí para seguirte, incluso cuando todo parecía imposible. —Su dedo se movió hacia la de Nirei—. Y esta me recuerda el costo de mis acciones, y la profundidad de una amistad que fue lo suficientemente fuerte para soportar incluso mi estupidez.

Finalmente, tocó la foto de él mismo.

—Y esta... esta me recuerda el fondo del que me levanté. El hombre que fui, para apreciar plenamente al hombre que me permitiste convertirme.

Tomó el pin del pájaro de la caja, sosteniéndolo a la luz.

—Estos fragmentos rotos... no son recordatorios de nuestro dolor. Son las piezas que usamos para construir lo que tenemos ahora. Sin ellos, nuestra felicidad no sería tan profunda, ni nuestro amor tan fuerte. Son nuestro legado.

Sus palabras resonaron en la quietud del pasillo. Miré la caja no como un osario de recuerdos tristes, sino como un tesoro. Eran las pruebas de nuestra resistencia. Los fragmentos de vidrio rotos que, con paciencia y cuidado, habíamos convertido en un mosaico brillante y complejo.

—¿Sabes lo que le dije a Nirei la otra vez? —preguntó Suo, una sonrisa juguetona en sus labios—. Le dije que si Umemiya pudiera vernos ahora, probablemente se volvería loco de rabia. Porque su intento de rompernos solo nos forjó en algo irrompible.

Una risa, baja y genuina, me escapó. Era verdad. El eco de Umemiya, de todo el dolor, se había desvanecido hasta convertirse en nada más que una nota a pie de página en nuestra gran historia.

Volví a colocar las fotos en el sobre, el pin y las notas en la caja, y cerré la tapa. No era algo que necesitáramos ver todos los días, pero era importante saber que estaba allí. Nuestra arqueología personal.

—¿Sabes qué más es nuestro legado? —dijo Suo, poniéndose de pie y extendiendo su mano para ayudarme a levantarme.

—¿Qué?

—La pizza que se está enfriando en la cocina. Y Nirei vendrá en media hora.

Sonreí, tomando su mano.

—Entonces no debemos tardarnos.

Al cerrar la puerta del armario, supe que nuestra historia no era una que esconder, sino una que llevar con orgullo. Cada cicatriz, cada lágrima, cada momento de duda, nos había traído a este momento exacto: a una vida de rutinas doradas, de amor constante y de un legado construido no a pesar de los fragmentos rotos, sino gracias a ellos. Y era, sin lugar a dudas, el legado más hermoso que podía imaginar.

Suo, recostado sobre la manta que habíamos extendido, tenía la cabeza en mi regazo. Mis dedos trazaban círculos perezosos en su sien mientras él leía en voz baja un pasaje de un libro que le había gustado. Su voz era un murmullo profundo y calmante, mezclándose con el susurro de las hojas.

Dejó el libro a un lado y miró hacia arriba, sus ojos marrones reflejando el fuego del atardecer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.