Notas bajo el cerezo | Suosaku [omegaverse Bl] Fanfic

Extra

El sábado había comenzado con una paz poco habitual. Yuki, de cuatro años, estaba inmersa en una misión crítica: trasplantar tierra de mis macetas a una montaña improvisada en medio de la alfombra de la sala. Hiro, con la sabiduría de sus dieciséis años, observaba con resignación, sabiendo que le tocaría limpiar después. Suo leía el periódico en el sofá, robándome miradas furtivas sobre el borde de la página con esa sonrisa tranquila que todavía conseguía acelerar mi pulso.

Esa paz fue brutalmente asesinada por una sucesión de golpes en la puerta que sonaban como el tamborileo de un pájaro carpintero con crisis de ansiedad.

Suo suspiró, profundamente.

—Es Nirei. Ha descubierto un nuevo hobby.

Al abrir la puerta, la teoría se confirmó. Nirei estaba allí, con un delantal nuevo que decía "Kiss the Chef" y un gorro de cocinero ridículamente alto.

—¡¡Llegó el equipo de rescate culinario!! —anunció, empujando a Suo a un lado para entrar. Tras él, Tsubaki arrastraba una bolsa de la compra del tamaño de un armario pequeño, con una expresión que oscilaba entre la alegría y el terror.

—Hemos venido a hacer una cena de fusión gastro-emocional —declaró Nirei, plantando la bolsa en medio de la sala, justo al lado de la montaña de tierra de Yuki.

—¿Una qué? —pregunté, apartando la vista de la tierra que ahora se deslizaba hacia la bolsa.

—¡Es mi nuevo concepto! No se trata solo de alimentar el cuerpo, sino el alma. Hoy haremos... ¡Ramen Existencial!

Suo se pasó una mano por la cara.

—Nirei, la última vez que tu concepto alimentó un alma, Sakura dijo que su alma sabía a pie quemado.

—¡Eso fue por falta de visión!, además fuiste tu el que le salió los fideos a pie quemado —replicó Nirei, sacando de la bolsa un paquete de fideos instantáneos con forma de cubo—. Mira estos fideos. Son... cuadrados. Eso rompe paradigmas. Tsubaki, ¿dónde está el caldo de angustia primordial?

Tsubaki, obediente, sacó una olla y un sobre de polvo para caldo de pollo.

—Eso es caldo de pollo, Nirei —señaló Suo, con la paciencia de un santo.

—¡Es una metáfora! —corrigió Nirei—. Ahora, Sakura, tú, como representante de la serenidad, cortarás las verduras. Suo, tú, la pasión reprimida, te encargarás de los huevos. Yuki, tú serás la encarnación de la inocencia caótica... aquí, decora estos huevos duros con este rotulador.

Le entregó a Yuki un rotulador indeleble y un par de huevos. Fue un error de dimensiones catastróficas.

Mientras el caos se apoderaba de la cocina-con Nirei quemando ajo hasta que el detector de humo se quejó, Tsubaki intentando en secreto seguir una receta real en su teléfono, y Yuki dibujando lo que parecía un dinosaurio en la cáscara de un huevo que luego rodó debajo de la nevera-, yo tenía mi propia crisis privada.

Había comprado un test de embarazo. Una sospecha temprana, un retraso minúsculo. Lo había escondido en el cajón de las bolsas de plástico, el lugar más anodino e inexplorado de la cocina. O eso creía. Pero Nirei, en su búsqueda de "ingredientes para el alma", estaba saqueando cada centímetro cuadrado.

—¡Necesito algo que represente la sorpresa! —gritó Nirei, abriendo el cajón de los cubiertos.

—Ahí solo hay cuchillos, Nirei —dijo Suo, intentando rescatar el huevo-dinosaurio de las fauces del perro.

—¡La sorpresa es afilada y corta! ¡Tiene sentido! —Nirei cerró el cajón de un golpe y se dirigió directamente al de las bolsas. Mi corazón se detuvo.

—¡Espera! —grité, pero fue demasiado tarde.

Nirei abrió el cajón y se quedó mirando su contenido. Su expresión de frenesí creativo se congeló, replaced por una confusión absoluta. Lentamente, sacó la caja rectangular, de color rosa brillante, y la sostuvo en alto como un arqueólogo que hubiera encontrado un artefacto alienígena.

—Oye, Tsubaki —dijo, su voz extrañamente calmada—. ¿Los tests de embarazo son un ingrediente culinario que se me ha pasado?

El silencio fue tan repentino y denso que se podía cortar con el cuchillo de la "sorpresa". El humo dejó de salir de la sartén. Tsubaki dejó de susurrar instrucciones a su teléfono. Yuki dejó de perseguir su huevo. Todos los ojos se clavaron en la caja en la mano de Nirei.

Suo se quedó pálido. Yo sentí que todo el oxígeno abandonaba la habitación.

—Es para... —tragué saliva—, un proyecto de sonido. Es el... prop de un anuncio. De... productos de farmacia.

Nirei me miró. Luego miró la caja. Luego me miró a mí otra vez. Sus cejas, poco a poco, fueron subiendo hasta casi desaparecer bajo el gorro de cocinero.

—¿Un anuncio? —preguntó, con un escepticismo que podía sentirse en el aire—. ¿De tests de embarazo? ¿Y por qué está escondido entre las bolsas del pan de molde? ¿Es una campaña de marketing muy nicho?

—Nirei —dijo Suo, con una voz que pretendía ser calmada pero que sonaba como si alguien le estuviera pisando el cuello—. Devuélvelo.

Pero la mente de Nirei, una vez que se engancha a una idea, es como un tren de mercancías sin frenos. Sus ojos se abrieron de par en par, y su boca formó una 'O' perfecta.

—¡...ES UN BEBÉ! —rugó, haciendo que Yuki se llevara las manos a las orejas—. ¡¡OTRO BEBÉ SAKURA-SUO ESTÁ EN PRODUCCIÓN!! —Saltó sobre el sitio, agitando la caja como si fuera una bandera—. ¡¡LO SABÍA! ¡MI RAMEN EXISTENTIAL HA DESATADO FUERZAS CREATIVAS COSMICAS! ¡Tsubaki, somos tíos otra vez! ¡Hiro, vas a ser hermano mayor! ¡Yuki, serás la hermana mayor más caótica de la historia!

—¡Yo no quiero ser hermana, quiero ser un tiranosaurio! —anunció Yuki, señalando su huevo.

—¡PUEDES SER UN TIRANOSAURIO! —le aseguró Nirei—. ¡Las posibilidades son infinitas!

Suo se acercó a mí, su expresión era una mezcla de pánico, incredulidad y una esperanza tan tentadora que era casi dolorosa.

—Sakura —susurró—. ¿Es...?

—No lo sé —confesé, sintiendo cómo me ardían las mejillas—. Iba a... esperar. A estar seguro. A decírtelo en un momento... normal.




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