Notas de un amor olvidado

CAPITULO 4- EL SUEÑO

Aiden Blackwood

—De acuerdo. —Theo se apoyó en la mesa con los codos, cruzando los brazos—. Si realmente crees que esta mujer existe, cuéntame todo. Desde el principio.

Solté un suspiro y asentí.

—Fue hace unas semanas. La primera vez… fue tan extraño, Theo.

—Dime cómo fue.

Jugueteé con mi taza de café, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Estaba en un teatro. Pero no cualquier teatro… Se sentía antiguo, como de otra época. No había gente, solo yo… y ella.

Theo ladeó la cabeza, intrigado.

—¿Cómo era ella?

—No lo sé. —Exhalé con frustración—. Su rostro estaba borroso. Como si cada vez que intentara mirarla directamente, mi mente lo bloqueara. Pero sé que era hermosa, Theo. No por cómo se veía, sino por cómo se sentía su presencia.**

—¿Y qué hacía?

—Bailaba.

Theo parpadeó, sorprendido.

—¿Bailaba?

—Sí. —Sonreí, recordándolo—. Era… impresionante. Se movía con una gracia que nunca había visto en mi vida. Como si cada paso fuera parte de algo más grande. No podía dejar de mirarla. Me tenía completamente atrapado.**

Theo tamborileó los dedos sobre la mesa, pensativo.

—¿Y qué más pasó?

—Estaba tocando el piano.

—¿Tú estabas tocando el piano?

—Sí. Y lo curioso es que no recuerdo haberme sentado a tocar. Solo… estaba ahí. Mis manos se movían solas sobre las teclas, como si ya conocieran la melodía.

Theo frunció el ceño.

—¿Qué tipo de melodía?

—No lo sé. Pero la conocía. Como si la hubiera tocado mil veces antes.

—Eso es jodidamente raro.

—Lo sé.

—¿Y luego?

—Ella bailaba al ritmo de mi música. Y en un momento… —Tragué saliva, sintiendo el peso de aquel instante—. Se detuvo. Se giró hacia mí y comenzó a caminar, como si quisiera acercarse. Y justo cuando sentí que estaba a punto de verla… desperté.

Theo dejó escapar un largo suspiro.

—Vaya.

—Sí.

—Déjame ver si entendí. —Se inclinó hacia atrás en su asiento, contándome con los dedos—. Estabas en un teatro antiguo. Ella estaba bailando. Tú tocabas el piano sin saber cómo empezaste. Y cuando estuvo a punto de revelarse, puff… te despertaste.

—Exacto.

Theo entrecerró los ojos.

—Bro… ¿has considerado que esto podría ser solo tu mente jugándote una mala pasada?

—Sí. —Asentí—. Pero si fuera solo mi mente, ¿por qué siento esto? ¿Por qué cada vez que cierro los ojos me parece que la conozco?

—Tal vez viste a alguien parecida en la calle y tu cerebro la convirtió en tu musa nocturna.

—No. —Negué con la cabeza—. Esto es más que eso.

Theo suspiró de nuevo y bebió un poco más de su café.

—Aiden… No quiero ser el aguafiestas aquí, pero estás buscando a alguien que probablemente no exista.

—¿Y si sí existe?

Se quedó en silencio.

—¿Y si está aquí, en esta ciudad? —continué, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba—. ¿Y si la he conocido antes?

Theo dejó la taza sobre la mesa y me miró fijamente.

—¿Estás diciendo que crees en vidas pasadas?

No respondí de inmediato.

—No lo sé.

—¿Pero crees que la conociste en otra vida?

Lo miré directamente a los ojos.

—Lo sé.

Theo soltó un resoplido y se pasó una mano por el cabello.

—Joder…

—Ahora entiendes por qué tengo que encontrarla.

—No, no entiendo una mierda. Pero si vas a hacer esta locura, al menos no lo hagas solo.

Sonreí levemente.

—¿Eso significa que me ayudarás?

—Significa que quiero ver cómo termina esta historia.

Y en ese momento, supe que estaba más cerca de encontrarla.




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